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Esta mañana, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos promulgó normas sobre dos casos fuertemente esperados acerca de los matrimonios entre personas del mismo sexo: United States v. Windsor y Hollingsworth v. Perry.

Agradezco que el Tribunal Supremo haya apoyado el derecho de los estados a definir legalmente el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, en vez de echar abajo estas leyes con un decreto judicial.

No obstante, me preocupa el hecho de que la descripción uniformemente negativa por parte del Tribunal de los que se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo en United States v. Windsor sea tanto falsa como degradante. Y me preocupa que sus razones basadas en la Quinta Enmienda para anular la definición federal del matrimonio (en la Ley de Defensa del Matrimonio) en el futuro se usen para echar abajo definiciones similares en los estados.

Es especialmente perturbador que el Magistrado Kennedy, en su opinión de la mayoría, haya identificado la “animosidad” contra los homosexuales como un factor motivador en la adopción de la Ley de Defensa del Matrimonio por parte del Congreso. Aplicar la palabra “animosidad” a aquellos que sostienen el punto de vista que afirma que el matrimonio está reservado a un hombre y una mujer, es una inflamatoria acusación que pasa por alto nuestros argumentos basados en principios y que degrada nuestra motivación.

Se ve esta animosidad en el hecho de calificar a los cristianos como personas llenas de odio, homófobos, y fanáticos intolerantes, cuando lo cierto es lo contrario. El cuidado humanitario y el amor por el prójimo son valores de siempre que los cristianos manifiestan a diario. Si la cultura puede deshumanizar a los seguidores de Cristo a base de aplicarles calificativos llenos de odio, entonces sólo es cuestión de tiempo antes de que los cristianos sean en primer lugar marginados por causa de su fe, y después privados de sus derechos derivados de la Primera Enmienda, y finalmente perseguirlos.

Los estadounidenses no están de acuerdo en cuanto a si es aconsejable el matrimonio entre personas del mismo sexo. En sus debates, frecuentemente acalorados, merecen que sean presentadas de una manera honrada sus razones y motivaciones por el lado contrario. Y merecen el derecho de resolver estos asuntos en las urnas, en uno u otro sentido. Esta es la esencia misma del autogobierno.

En su discrepancia, el Magistrado Scalia predijo que esta decisión era solamente el primer zapato que se tiraba al suelo. Conforme la cultura estadounidense se aleja de su herencia judeocristiana, la velocidad de ese alejamiento sólo se acelerará en los días futuros.

La decisión que se tomó hoy es un llamado a que los cristianos oremos con fervor y nos esforcemos activamente para que haya un gran despertar espiritual en nuestra tierra. Dios nos ha dicho qué debemos hacer en estos momentos: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).