There has been much hype, amongst the media and sections of the public, in the run up to this year’s provincial and national elections in South Africa and, for some, the arrival of new parties to the electoral arena has renewed their faith in the possibility of an electoral solution to the myriad of problems facing South Africa. Politicians from across all parties have been using this hype and a seemingly renewed faith in the ballot box to their advantage.

The question, therefore, is: can equality, socialism, national liberation or ‘economic freedom’ – or even a respite from state violence – for a majority be brought about through parties and activists entering into the state or through voting for parties that promise not to use the state for violent or oppressive means; or will this only lead to a dead-end for the working class yet again?

Sectarianism is an ideological practice, a comportment, in the ideological realm. It is rooted in the social division of labor into classes, which originated with the emergence of a gender-based division of labor in hunter/forager social formations, which itself corresponded to and resulted from the development of various relations of gender-based domination and subordination.

The fundamental basis of sectarianism is the historical development of private ownership. All the historical tendencies produced at the level of the superstructure (the political and ideological systems) — especially in the ideological field — reproduce the social reality of private ownership. This is not always necessarily for directly economic reasons, but will still have economic effects (such as competition). Sectarianism has its roots in individualism, in the promotion of personification, self-identity and self-centeredness that capitalism relies on to divide the working class and stifle its collective strength.

Hace tiempo que se va oyendo hablar sobre el Confederalismo Democrático en el Kurdistán. Se trata de una idea político-social aplicada al contexto de Oriente Medio que no busca imponer estados-nación independientes. Nos pusimos en contacto con el blog de Solidaridad Kurdistán para comprender mejor este viraje histórico de un movimiento de liberación nacional con más de 30 años a sus espaldas. En esta entrevista se desarrollan las claves sobre esta idea anti-estatista que se basa en parte en las ideas de Murray Bookchin sobre la Ecología Social y el Municipalismo Libertario.
La entrevista es la primera parte de una entrevista mucho más larga que nos pondrá al día de la (compleja) situación del pueblo kurdo en sus diferentes conflictos en los que está implicado a la vez. La próxima entrevista será publicada dentro de varias semanas.

ALB Noticias

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Ha llegado un nuevo septiembre, y éste no puede estar más cargado de simbolismo. Como recordábamos el mes pasado, se cumplen 40 años del golpe de Estado ocurrido el 11 de septiembre de 1973, mediante el cual la burguesía chilena, con el activo apoyo del gobierno de los Estados Unidos, derrocó al gobierno de la Unidad Popular y abrió un período de intensa represión contra la izquierda y el pueblo organizado.

Si hay una lección que las y los libertarios creemos que es necesario recuperar de aquellos años es el afán de construcción colectiva y de generar la unidad necesaria para construir la fuerza social capaz de realizar cambios estructurales. Los desafíos que como izquierda tenemos por delante son enormes.

Ante un proceso acelerado de reacomodo de las fuerzas del bloque dominante, que busca encauzar y cooptar la protesta social, se hace urgente que forjemos espacios de articulación que no pivoten en torno a tal o cual opción táctica, sino en torno a los objetivos estratégicos de proyectar políticamente lo acumulado en estos años de resurgir del movimiento popular y de disputarle la hegemonía a los dueños del país. En ese sentido, resulta útil recordar hoy el sentido de generosidad política y de unidad en la diversidad que permitió al pueblo y a la izquierda, por encima de las diferencias, constituirse en el actor central de la vida nacional.

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Desde el año 2011 que el Norte de África y Oriente Medio se encuentran convulsionados por una ola de protestas y luchas democráticas impulsadas por amplias capas de la población, que sacudieron los cimientos de varios gobiernos que parecían inamovibles desde hace años.

Resulta claro que lo que occidente ha llamado “primavera árabe” ha transformado –y continúa transformando– el escenario político de la región desde esa tarde en que Mohamed Bouazizi, joven tunecino vendedor ambulante, se prendió fuego en la ciudad de Sidi Bouzid en protesta porque la policía le había confiscado su mercancía. La izquierda, lamentablemente más fuerte en los extremos de la región –Túnez y el Kurdistán– se enfrenta a momentos decisivos en Siria, Túnez y Egipto en medio de esfuerzos renovados del imperialismo por retomar el control de la situación e imponer su agenda propia.

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