La producción de la leche materna

recién nacido en el pecho de su madre
iStock.com / matt_scherf

El proceso empieza durante el embarazo

Si estás embarazada, probablemente ya habrás notado los cambios que se han producido en tus pechos. Esos cambios fisiológicos, como la sensibilidad y la hinchazón de los senos, y el oscurecimiento de tus pezones y areolas (el círculo de piel que rodea al pezón), a veces son los primeros indicadores de que estás embarazada.

Pero no debes preocuparte si aún no notas ningún cambio en tus senos. Eso también es algo completamente normal, ya que tu cuerpo sigue preparándose para empezar a producir leche.

Qué ocurre dentro de tus senos

Las profundas transformaciones que tienen lugar dentro de los senos quizás sean más especiales que los cambios visibles. Con el desarrollo de la placenta se promueve la liberación de estrógeno y progesterona, sustancias que, a su vez, estimulan el complejo sistema biológico que hace posible la producción de la leche materna.

Producción de leche
producción de leche
BabyCenter

Antes del embarazo, tus senos están compuestos en gran medida por una combinación de tejidos de apoyo, glándulas mamarias y grasa protectora. La cantidad de tejidos grasosos varía de una mujer a otra y es lo que determina que haya senos de muchas formas y tamaños. Pero es importante destacar que el tamaño de tus pechos no determina tu capacidad de producir leche y amamantar.

Tus senos llevan preparándose para el embarazo desde que estabas en el útero de tu propia madre. Cuando tú naciste, los principales conductos lácteos (la red de canales que luego transportarán la leche dentro de tus senos) ya estaban formados dentro de ti.

Tus glándulas mamarias se mantuvieron latentes hasta la pubertad, cuando una oleada hormonal de estrógeno las hizo crecer y agrandarse. Con el embarazo esas glándulas funcionan al máximo rendimiento.

Integrada entre las células grasosas y el tejido glandular hay una intrincada red de canales llamados conductos mamarios. Las hormonas del embarazo hacen que estos conductos se multipliquen en número y tamaño.

Esos conductos se separan y dividen en canales más chicos en torno al pecho llamados conductillos. Al extremo de cada uno de ellos hay un racimo de pequeños sacos, parecidos a uvas, llamados alvéolos.

Un racimo de alvéolos forma un lobulillo. Y un racimo de lobulillos se denomina lóbulo. Cada seno contiene aproximadamente 20 lóbulos, con un conducto mamario por cada uno de ellos.

Estimulados por la hormona prolactina, los alvéolos toman proteínas, azúcares y grasas de tu sangre para fabricar la leche materna.

Alrededor de los alvéolos hay una red de músculos diminutos que exprimen las glándulas y empujan la leche hacia los conductillos, los cuales a su vez apuntan a un conducto mayor. (Piensa en los conductos como popotes [pajitas, sorbetos] individuales que confluyen en otros ocho o nueve ductos en la punta de tu pezón para trasladar la leche hasta la boca del bebé.)

El sistema de canales mamarios acaba por desarrollarse plenamente durante el segundo trimestre, de modo que puedes dar el pecho a tu bebé incluso si este llega prematuramente.

Para cuando tu bebé nazca, los tejidos glandulares se habrán expandido considerablemente, provocando el aumento del tamaño de tus senos. ¡Cada uno de ellos puede aumentar hasta 680 gramos (1.5 libras) de peso!

Consulta nuestra guía visual donde podrás observar a un bebé prendiéndose al pecho.

¿Qué es el calostro?

El calostro, un líquido tan precioso que muchas veces es conocido como "oro líquido", es la primera leche que tu cuerpo produce. Su color podría ser transparente, blanco, amarillo o anaranjado, y su consistencia es gruesa y pegajosa.

Durante los primeros días de lactancia, tu bebé gozará de esta sustancia cremosa, altamente nutritiva, baja en grasa y alta en proteína, y muy fácil de digerir.

Tu cuerpo empieza a producir calostro en el tercer o cuarto mes del embarazo, y puede ser que tus senos segreguen algunas gotas de esta sustancia, tanto en esos meses como en las últimas semanas del embarazo (a algunas mujeres les sucede en el segundo trimestre).

Esa "primera leche" se produce a medida que las células del centro de los alvéolos se disuelven y fluyen por los conductos mamarios hasta llegar al pezón. El calostro es rico en proteína, minerales, sal, vitamina A, nitrógeno, glóbulos blancos y ciertos anticuerpos. Además, contiene menos grasa y azúcar que la leche que después producirás.

También está repleto de anticuerpos que combaten enfermedades, llamados inmunoglobulinas, y que fortalecen el sistema inmunológico del bebé. Cuando tu recién nacido recibe calostro, es como si recibiera sus primeras vacunas.

Otro beneficio del calostro es que tiene propiedades levemente laxantes que ayudan a tu bebé a expulsar el meconio, que es la caquita que acumuló en sus intestinos mientras estaba en tu vientre. La posibilidad de que tu bebé desarrolle ictericia después de nacido disminuye si elimina rápidamente estas heces negras y pegajosas (semejantes el alquitrán).

El estómago de tu bebé es diminuto, por eso al principio tomará cantidades pequeñísimas de leche (como una cucharadita de calostro cada vez que lo amamantas). Pero esa cantidad tan pequeña de calostro es todo lo que necesita.

Aunque te parezca que no estás produciendo mucha leche y tus pechos aún no se sientan llenos, cada gota de calostro contiene una cantidad enorme de nutrientes y sustancias protectoras.

En los próximos días, tu producción de leche cambiará poco a poco, pasando del calostro a la leche verdadera (aunque tu leche aún contendrá algo de calostro por varias semanas).

La producción aumenta tras el parto

La siguiente etapa en la producción de leche materna comienza de dos a cuatro días después del nacimiento del bebé. (Las mujeres que tienen a su segundo bebé talvez noten que empiezan a producir leche más rápido que cuando tuvieron a su primer hijo).

Una vez que expulsas la placenta, que era donde se producían gran parte de las hormonas del embarazo, los niveles de progesterona y estrógeno de tu cuerpo descienden rápidamente.

Al mismo tiempo, aumenta el nivel de la hormona prolactina. Esta hormona le indica a tu cuerpo que tiene que producir leche.

A medida que tu cuerpo se prepara para la lactancia, va impulsando nueva sangre dentro de los alvéolos, haciendo que los senos estén firmes y plenos.

La inflamación de los vasos sanguíneos, junto con la abundancia de leche, puede hacer que tus senos queden temporalmente doloridos y congestionados, pero si das el pecho frecuentemente en los primeros días, pronto se te aliviará esa molestia inicial.

Cómo fluye la leche de tus senos hacia tu bebé

producción de leche
David Browne para BabyCenter

Para que tu bebé reciba tu leche es preciso que esta se libere, o salga, de los alvéolos internos.

Ocurre así: a medida que el bebé succiona tu pezón, se produce una estimulación de la glándula pituitaria y esta segrega oxitocina y prolactina (lo mismo te puede pasar solo por pensar en tu bebé o escucharlo llorar).

Cuando le leche llega a tu seno, la oxitocina hace que las células alrededor de los senos se contraigan. Y es así como el nutritivo alimento se vacía en los conductos mamarios.

Al succionar, tu bebé comprime el pezón y la areola creando una presión negativa. Esa presión, sumada al reflejo interno de eyección o "bajada" de la leche, hace que el líquido llegue finalmente a su boquita.

Al aumentar el flujo de leche materna quizás notes sensaciones de cosquilleo, ardor o picores en tus senos. La leche puede gotear o incluso salir a chorros durante el reflejo de eyección (que hace que te salga la leche producida por tus senos).

Si esto te sucede en el momento menos apropiado, trata de cruzar tus brazos frente a tus senos y pon un poco de presión para tratar de detener la leche. También puedes ponerte almohadillas de lactancia dentro del brasier para absorber la leche que te salga.

Puede que te sientas satisfecha, contenta y tranquila mientras amamantas. Con razón algunos hablan de la oxitocina como la hormona del amor. Además, puede ser que te sientas sedienta y con sueño. Estas son señales de que tu bebé está estimulado apropiadamente tu producción de leche.

En los primeros días de lactancia puede que sientas molestias o cólicos en el abdomen cuando el bebé succiona. Esta incomodidad es normalmente muy benigna e indica que tu cuerpo está segregando oxitocina, una hormona que también contribuye a que tu matriz recupere el tamaño anterior al embarazo. (Esta misma hormona fue la que ayudó a contraer tu útero durante el parto).

La sensación suele ser leve, pero también podría ser dolorosa, sobre todo si no se trata de tu primer embarazo. Es posible que tu médico te recomiende un analgésico para el dolor, como el ibuprofeno.

¿Qué contiene la leche materna?

La leche materna está perfectamente diseñada y contiene agua, grasas, carbohidratos, proteína, vitaminas y minerales, y aminoácidos. También contiene glóbulos blancos, anticuerpos, enzimas y otras sustancias que fortalecen el sistema inmunológico de tu bebé.

Se han identificado más de 200 componentes benéficos en la leche materna, y cada vez se descubren más. Por ejemplo, los investigadores ahora creen que uno de los ácidos grasos de la leche materna promueve el crecimiento del cerebro y la retina del bebé, y que incluso podría favorecer el desarrollo cognitivo. Muchos de estos componentes, incluyendo los glóbulos blancos que combaten infecciones, no se pueden fabricar artificialmente.

La leche verdadera empieza a producirse de uno a cuatro días después del nacimiento del bebé, dependiendo de la frecuencia con que la madre lo amamanta en las primeras horas y días de vida. Y es que tu producción de leche se ajustará al apetito de tu bebé y a la frecuencia de sus tomas.

Durante una única toma o sesión de lactancia, tu leche también cambia. La leche que sale al principio es más aguada y contiene más lactosa (azúcar), mientras que la que sale al final contiene más grasa y calorías.

La cantidad de leche que produzcas seguirá aumentando de acuerdo con el peso y el apetito de tu bebé hasta que empieces a ofrecerle alimentos sólidos o papillas como parte de su dieta.

Cómo se adapta tu leche a tu bebé

La leche materna es lo máximo en la alimentación personalizada. Una de sus más increíbles características es la forma como cambia para adaptarse a las necesidades de tu bebé a medida que crece.

La leche que una madre produce para un bebé prematuro es diferente de la que produciría si su bebé hubiera nacido a término, y será diferente de la leche que producirá cuando su bebé tenga 6 meses. Y al mismo tiempo, cualquier tipo de leche materna contiene exactamente los componentes nutritivos y protectores que el bebé más necesita a cada edad.

Referencias

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La Leche League International. 2015. Breast milk's circadian rhythms. www.llli.org/breast-milks-circadian-rhythms-2/ [Recurso verificado en enero de 2019]

Martin CR, et al. 2016. Review of infant feeding: Key features of breast milk and infant formula. Nutrients 8(5):279. www.mdpi.com/2072-6643/8/5/279/htm [Recurso verificado en enero de 2019]

Foto de Karen Miles
Karen Miles es escritora y experta en el embarazo y la crianza de los hijos, y ha colaborado con BabyCenter durante más de 20 años. Ha publicado cientos de artículos en medios diversos.

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