Recogemos de Act For Freedom Now!, traducimos y compartimos este escrito anónimo, que se suma a las reflexiones críticas antiautoritarias de la situación de «confinamiento» y «cuarentena» que estamos viviendo a raíz del estado de alarma declarado por el peligro del coronavirus.
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A la tercera va la vencida
Estamos de encierro. Quédate en casa, nos ordenan. Solo se permite aquello que es más necesario para la supervivencia económica, pero nunca se declara quiénes son aquelles de cuya supervivencia se habla. Incluso entonces somos recibidos por procesiones de furgonetas antidisturbios de la policía (luces intermitentes, muestra de fuerza) que nos informan que tenemos que irnos a casa. Llegar casi al mínimo de actividades diarias es un peligro para la salud pública. Ya se ha dicho que en Italia es asombroso lo rápido que olvidamos: cómo es hablar con un extraño, tocar a alguien, encontrar un momento inesperado en medio de la llovizna de hormigón del capital. Los lugares de trabajo y los templos de consumo están abiertos pero las estanterías están casi vacías. Tenemos una responsabilidad social, dicen. El sistema sanitario no puede hacer frente a esto y somos nosotres quienes tenemos que salvar la situación. ¿Alguien dijo algo sobre financiación?
Un enemigo invisible. Material de películas apocalípticas. La causa no es lo importante, es solo una gripe después de todo, pero la respuesta es crucial. No estamos midiendo el número de muertes sino las capacidades del poder. La gripe porcina y el SARS fracasaron en tomar el mundo por asalto pero esta vez lo han clavado. Todo lo que vino antes eran meros prototipos del producto terminado: un terror perfectamente intangible que exige nuestra completa sumisión. Es como si “El Cuento de la Criada”, con todo su controvertido éxito, fuese solo un calentamiento antes del acto principal.
El supuesto alcance y gravedad del coronavirus es casi un sujeto mudo. Lo importante es quién se beneficiará, cómo y quién pagará el precio. El sistema económico capitalista se basa en la inversión, pero esta vez se está muriendo de hambre listo para un alboroto. Cuando esto es todo, cuando nuestros gloriosos benefactores nos han salvado de una ruina cercana y recibimos con los brazos abiertos una economía agotada que nos estaba jodiendo antes de «la pandemia», tenemos que pensar dónde estaremos.
Oleadas de migrantes bañando las todavía más hostiles costas europeas. Confinamiento solitario convirtiéndose en el estado permanente de las personas presas. El G4S limpiando silenciosamente tras la madrugada matutina mientras nos distrae la farsa en el salón principal. La interacción humana física reducida a una sospecha orwelliana mientras que el espectro de las emociones humanas es expresado a través de la selección prestablecida de “stickers” de Whatsapp. Facebook se ríe mientras Instagram está reescribiendo la historia con todas nuestras citas rebeldes.