Los sistemas educativos a distancia cuentan con un problema añadido que no debe obviarse, el del abandono, fracaso o deserción de los estudiantes, en proporción algo superior (en general) que en los buenos sistemas presenciales.
En la situación actual de confinamiento en los domicilios y cierre de los centros educativos, debido al COVID-19, existe la dificultad de aquellas instituciones, programas y docentes que aceleradamente han transitado, o lo están pretendiendo hacer, desde sistemas presenciales a la modalidad a distancia. ¿Cómo retener a los estudiantes?, ¿qué estrategias seguir para mantener su compromiso, implicación y no abandonen?, ¿cómo motivarles desde la distancia?…, y podrían plantearse otras cuestiones similares.
Hoy me voy a permitir facilitarles una serie de estrategias que se han mostrado como eficaces en la retención, persistencia y éxito de los estudiantes a distancia. Las extraigo, con alguna adaptación, de García Aretio (2019). Las citas y referencias a los autores correspondientes, pueden encontrarlas en el citado artículo.
En primer lugar expongo las que según una amplia literatura científica referida en el artículo citado, vienen siendo causas habituales del hastío de los estudiantes, de la desmotivación y, en definitiva, del abandono, fracaso o deserción…
CAUSAS MÁS HABITUALES DEL FRACASO
Estudiantes
- La falta de tiempo. Obligaciones familiares (hijos, mayores a cargo, algún miembro dependiente, etc.) y laborales (horas de trabajo, cambio de responsabilidades laborales, cambio de trabajo, etc.). No se calculó bien el necesario equilibrio entre la necesaria dedicación al estudio y las demás obligaciones. O no se tuvo capacidad para planificar y organizar bien los tiempos y autorregular el aprendizaje. Téngase en cuenta que muchos de los estudiantes a distancia tienen un trabajo que compatibilizan con el estudio (quizás en estos tiempos, sea teletrabajo).
- Deficientes técnicas de estudio. Carencia de habilidades, técnicas, estrategias y hábitos de estudio eficientes. Escasa capacidad para la concentración.
- Insuficiente motivación. Quizás nunca existió auténtico compromiso personal con los estudios que se iniciaron. Sin motivación intrínseca inicial resulta complicado ese compromiso. Sin motivación intrínseca de mantenimiento, que impulse la dedicación continuada y regulada al estudio, la ruptura está anunciada. Y para muchos estudiantes, el salto brusco de lo presencial a lo virtual, puede romper sus intereses y expectativas.
- Déficit de formación básica. Insuficiente para acometer un determinado tipo de estudios a distancia.
- Rendimiento académico bajo. Pobres rendimientos anteriores al acceso a la universidad, o bajos resultados iniciales o calificaciones negativas, provocan el desánimo.
- Déficit en competencias digitales. Los problemas tecnológicos, bien sean por falta de conocimientos previos o por déficits de la propia institución, generan cortes comunicativos esenciales en cualquier proceso educativo. Esta circunstancia puede agudizarse tras esta transición acelerada.
- Escasa capacidad para la autonomía y la autodisciplina. Lo que provoca retrasar la decisión de acometer la tarea de estudiar con persistencia y rigor (procrastinar). En este formato educativo se agudizan mucho estas circunstancias.
- Temor al fracaso. Lo que provoca ansiedad académica, agobio ante las dificultades y ante las distintas responsabilidades.
- Pobre integración académica y social. Una interacción deficiente con todos los agentes del proceso aproximará la sensación de que el estudiante se siente como un número, como algo impersonal. Sería el sentimiento de soledad y lejanía tan señalado en los trabajos anteriores a la era digital. Unos días, pueden superarse, pero si esta situación persiste en el tiempo muchos estudiantes echarán de menos el contacto físico presencial.
- Escasez de recursos económicos. A veces los gastos que provoca el seguimiento de un curso o carrera, sean costes de inscripción, sean de los materiales de estudio o de los componentes informáticos necesarios, pueden empujar a la deserción. Las tecnologías pueden suponer un hándicap para los más necesitados económicamente.
Docentes
- Escaso seguimiento y supervisión docente. Los profesores muestran bajos niveles de supervisión y apoyo al estudiante. La orientación académica es débil o inexistente, sea en los planos de carácter personal, académico o tecnológico. No cabe relajarse.
- Los materiales de estudio carecen de un diseño adecuado. Existen carencias en el diseño instructivo o en la presentación de los recursos y materiales didácticos. O éstos son insuficientes o, por el contrario, demasiado extensos o complejos. O lo que ahora estará sucediendo, esos materiales estaban diseñados para el estudio presencial.
- Las rigideces curriculares. La falta de flexibilidad definitoria de los sistemas a distancia se ve mutilada por unas estructuras curriculares excesivamente pautadas y severas. El exceso de tarea y la descoordinación entre las diferentes asignaturas del curso, también genera desconexión.
- Pruebas de evaluación poco adecuadas. Sean las pruebas presenciales, si existen, o las pruebas de evaluación continua, sean éstas de autoevaluación, heteroevaluación o coevaluación, pueden ser desencadenantes de frustración.
- Baja cualificación de los docentes. Deficiente preparación de los instructores, más allá de su competencia académica, en lo que respecta a la capacitación en habilidades propias de los sistemas digitales de enseñanza y aprendizaje. En esa tarea estoy yo ahora desde estas entradas al blog, poniendo mi granito de arena a esa capacitación exprés.
La institución
- Deficiente información inicial sobre la carrera o curso. No procede en estos casos de emergecnia por el coronavirus.
- Ambigüedad en las directrices y orientaciones procedentes de la institución. Ha de ser una apuesta decidida de las instituciones.
- Inexistencia de servicios de orientación. O servicios de orientación deficientes. Los profesores han de suplir esta tarea.
- Insuficiencia o inadecuación de los servicios tecnológicos. La situación ha pillado desprevenidos a todos.
RESPUESTAS A ESAS CAUSAS, QUE GENERAN LA RETENCIÓN Y EL ÉXITO
- Orientar a los estudiantes hacia la mejor gestión y organización del tiempo. La automotivación, el estudio autodirigido y autorregulado, se muestran como propuestas eficaces y resultan de importancia crítica para las modalidades a distancia. Autorregular el aprendizaje supone activar competencias clave como establecer metas, orientar la acción en consonancia con las metas, planificar, persistir, pedir auxilio cuando sea preciso, probar otras alternativas y reflexionar.
- Motivación. Al tratarse de un modelo pedagógico donde la responsabilidad recae básicamente en el estudiante, la falta de compromiso y dedicación, ligado a la falta de motivación, ha venido siendo clave. La implicación de toda la institución motivando y apoyando individualmente cuando existen problemas, se muestra como buena práctica que reduce el abandono. Es decir, primar la motivación y atención individualizada por encima, incluso, de saturar a los estudiantes de materiales en línea.
- Potenciar los servicios de orientación. Guías generales, claras, y con información dirigida al que no conoce los sistemas a distancia; otros documentos o tutoriales de texto, audio y vídeo, motivadores, intuitivos y claros, que ayuden al estudiante a medir sus posibilidades, sus capacidades y tiempo previsto de dedicación al estudio.
- Cuidar la integración académica y social. Ya se sabe que reducen la frustración los esfuerzos de socialización e integración de los estudiantes. El salto de la presencia a la distancia puede ser fatal en este sentido. El trabajo colaborativo suele aumentar la sensación de pertenencia al grupo y así prevenir la desmotivación. También resulta positiva la celebración de reuniones virtuales en pequeños grupos de alumnos. Por otra parte, se haría preciso identificar a los estudiantes en riesgo y proporcionarles oportunidades para recuperar el diálogo. Así, ejercer alguna atención específica a aquellos alumnos que no cumplen plazos en entregas de las tareas o trabajos obligatorios, tales como establecer un protocolo de mensajes o llamadas que vienen produciendo efectos positivos.
- La apuesta tecnológica. Se haría necesario potenciar todos los servicios tecnológicos de apoyo a una docencia de calidad con la que deben contar estas instituciones. La actividad educativa soportada en sistemas digitales genera una ingente cantidad de datos, rastros de navegación y actividad, que tratados adecuadamente a través de minerías o analíticas pueden ofrecernos pistas fiables para actuaciones futuras dirigidas a reforzar acciones que propicien el buen rendimiento y la satisfacción del estudiante. Parece que la aplicación rigurosa de analíticas de aprendizaje para detectar predictores de éxito y de abandono en cursos en línea de determinados perfiles y actitudes estudiantiles, resulta cada vez más eficaz. Finalmente, quizás se hace preciso un énfasis en la formación previa en esta competencia al estudiante en línea, sin olvidar a los docentes, a los que ha de atenderse y mantener permanentemente actualizados.
- Contar con una adecuada Guía Didáctica, docente o de estudio. Esta Guía supone un elemento sustancial del que servirse para orientar el estudio, acercando a los procesos cognitivos del alumno el material didáctico, con el fin de que pueda trabajarlo de manera autónoma. Puede suponer la base del diseño de la asignatura o curso en cuestión. Y la relevancia del diseño en programas y cursos, está probada a efectos de la retención de los estudiantes. Una guía realista, plausible, práctica y siempre actualizada, reducirá las demandas de apoyo por parte del estudiante, y se convertirá en un instrumento ideal para la autorregulación del aprendizaje. Ya me referiré, y a ello remito, a los componentes y elementos propios de una Guía Didáctica.
- Diseñar, seleccionar y/o elaborar con calidad los diferentes materiales de estudio. Materiales adaptados al entorno virtual que da soporte a la asignatura o curso, tales como: textos impresos, sólo si procede; material digital principal o complementario; presentaciones fijas o animadas de los temas; minimódulos, minivídeos o videoclases; preparación de videoconferencias o webconferencias; elaboración de diferentes pruebas y formularios de evaluación; preguntas frecuentes (FAQ); glosario de términos o conceptos relevantes. Y ello, considerando la medida adecuada de los créditos o carga de trabajo del estudiante, así como la consistencia absoluta con lo propuesto en las guías. VER ALGUNOS RECURSOS
- Gestionar con calidad la actividad docente. Ello conlleva: ajustarse prioritariamente a lo establecido en la Guía, que inicialmente es lo esperado por los estudiantes; propiciar oportunidades de aprendizaje tanto individual como grupal; aplicar diferentes estrategias metodológicas; orientar el aprendizaje adaptándolo al perfil del estudiante o grupo; seleccionar, activar y gestionar las diferentes herramientas y aplicaciones digitales, internas o externas (web 2.0) a la plataforma; activar y gestionar la comunidad virtual, a través de la comunicación vertical y horizontal, síncrona y asíncrona, propiciando el diálogo didáctico mediado óptimo, facilitando la interacción de los estudiantes con el contenido, con los profesores y con los otros estudiantes; celebración de videoconferencias o webconferencias; gestionar las diferentes actividades y tareas que han de realizar los alumnos. Ofrecer tutorías no solo reactivas (resolución de dudas) sino proactivas, anticipando problemas, lagunas de los materiales, etc. Se trata de orientar, facilitar, resolver dudas, dinamizar, motivar, etc., mediante metodologías activas y colaborativas. La decidida presencia docente en el curso virtual fomenta la participación y aminora los sentimientos de soledad o distancia. También deberían valorarse las posibilidades de los sistemas de mentorías y acompañamiento o tutorías entre iguales.
- Activar los diferentes modelos y formas de evaluar. En este aspecto, resulta de interés: cuidar las pruebas presenciales, si las hubiera, y su concordancia con lo estudiado; consolidar fórmulas de evaluación continua y formativa a través de las diferentes herramientas tecnológicas; valorar con efectos evaluadores las diferentes situaciones en las que un alumno en línea puede mostrar sus habilidades y competencias; explicitar con máxima claridad la tipología, características, criterios de valoración, duración, etc., de las pruebas presenciales, así como las diferentes ponderaciones de las restantes instancias evaluadoras; informar a los alumnos de forma sistemática, continuada y motivada de sus progresos. Proponer diferentes pruebas de autoevaluación (evaluación automática); facilitar pruebas de evaluación similares a las pruebas presenciales, con el objetivo de familiarizar al estudiante con las mismas; establecer criterios para la valoración del seguimiento de estudiantes a través de sus aportaciones en los foros, chats, trabajos colaborativos, etc.
- Implementar
Referencia: García Aretio, L. (2019). El problema del abandono en estudios a distancia. Respuestas desde el Diálogo Didáctico Mediado. RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 22(1), 245-270. doi:https://doi.org/10.5944/ried.22.1.22433
García Aretio, L. (25/03/2020). Retener a los estudiantes sin la presencia física del profesor. Contextos universitarios mediados. (ISSN: 2340-552X). Recuperado de https://aretio.hypotheses.org/3274.
Excelente material, será muy útil para incursionar en la enseñanza virtual, yo diría semipresencial para transitar hasta objetivos de mayor alcance.