Cien años desde la muerte de Franz Mehring
por
Peter Schwarz
11 febrero 2019
Hace cien años, el 28 de febrero de 1919, Franz Mehring, uno de los principales teóricos marxistas de su tiempo, murió a los 72 años. Las secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional le pusieron su nombre a sus respectivas editoriales—Mehring Verlag y Mehring Books—.
Franz Mehring fue el historiador más importante del movimiento obrero alemán. Escribió un libro de cuatro volúmenes sobre la historia de la socialdemocracia alemana, uno sobre la historia de Alemania desde el final de la Edad Media y la primera biografía completa de Karl Marx, que apareció en el centenario del nacimiento del fundador del socialismo científico, un año antes de la muerte de Mehring. Fue traducido a varios idiomas y sigue siendo un texto clave y que vale la pena leer.
Mehring trató de completar repetidas veces una historia de la literatura alemana, pero otras tareas más apremiantes se lo impidieron. Sin embargo, sus ensayos sobre temas literarios, que conforman dos volúmenes de sus obras recopiladas, ofrecen una visión general de la literatura alemana de los siglos XVIII y XIX.
Mehring poseía un amplio conocimiento de la historia y la literatura y desempeñó un rol indispensable en la educación de cientos de miles de trabajadores en los fundamentos del marxismo, las tradiciones de su movimiento, la historia de Prusia y la literatura clásica alemana. Así, él inmunizó a los obreros contra los mitos nacionalistas, el militarismo y el culto de Prusia que predominaba en los llamados círculos burgueses educados.
Las obras recopiladas de Mehring (lejos de estar completas), publicadas por Dietz Verlag en la República Democrática Alemana (Alemania Oriental) durante la década de 1980, constan de 15 volúmenes. Escribió para varias publicaciones socialdemócratas, entre ellas Vorwärts, órgano central del partido, y Die Neue Zeit, su insignia teórica reconocida a nivel internacional. De 1902 a 1907 fue editor jefe de Leipziger Volkszeitung, que ofreció una plataforma para Rosa Luxemburgo y otros representantes del ala izquierdista del Partido Socialdemócrata (SPD). Sus propios artículos se enfocaron en temas políticos, históricos, filosóficos y culturales contemporáneos, y a menudo asumieron la forma de una polémica.
Hasta 1895 Mehring también dirigió la asociación Freie Volksbühne (Teatro del pueblo) en Berlín, fundada como la primera organización cultural y política para los trabajadores, con el objetivo de dar acceso a la educación y la vida cultural a los obreros empobrecidos. Junto a obras clásicas, como las de Goethe y Schiller, el Volksbühne representó obras de autores socialmente críticos de la época, entre ellos Henrik Ibsen y Gerhart Hauptmann.
En 1902 Mehring publicó parte del patrimonio literario de Marx y Engels, un paso pionero en el estudio de la historia del socialismo, luego retomado en la Unión Soviética de los años 1920. De 1906 a 1911 enseñó en la principal escuela de partido del SPD en Berlín.
En contraste con Georgi Plejanov, Karl Kautsky y otros teóricos marxistas de la época, que giraron a la derecha con el acercamiento de la guerra y se opusieron a la revolución proletaria en Rusia en 1917, Mehring se radicalizó con la edad. Ya en 1905 recibió con entusiasmo la Revolución rusa de ese año y apoyó a Rosa Luxemburgo en el debate sobre la huelga de masas que estalló en el SPD. En 1917 dio su apoyo incondicional a Lenin y los bolcheviques.
En Alemania, Mehring surgió como uno de los líderes del ala izquierda revolucionaria del SPD. Ya en el congreso del partido de 1903 en Dresde, el ala derecha del partido lo denunció después de que él declarara su apoyo a los opositores marxistas de Eduard Bernstein en el debate sobre el revisionismo. Sin embargo, los líderes del partido, August Bebel y Karl Kautsky, todavía lo defendían en esta etapa.
Cuando el SPD apoyó la guerra mundial en 1914 y acordó una tregua laboral con la clase dominante, Mehring colaboró con Luxemburgo en la publicación de Die Internationale, que se opuso a la guerra desde un punto de vista revolucionario e internacionalista. El 1 de enero de 1916 él fue uno de los 20 delegados que participaron en el primer congreso nacional del grupo Espartaco.
Aunque ya tenía 70 años y estaba enfermo, Mehring fue detenido por los militares durante cuatro meses en agosto de 1916 debido a su oposición a la guerra. Fue elegido para el parlamento estatal prusiano en marzo de 1917. Ganó el distrito electoral de Karl Liebknecht en Berlín, a quien no se le permitió presentarse por una condena. Como miembro de la Liga Espartaquista, Mehring participó activamente en los preparativos para el congreso fundacional del Partido Comunista Alemán, realizado durante el Año Nuevo de 1919, en medio de luchas revolucionarias en Berlín. Sin embargo, Mehring no pudo participar por enfermedad.
Dos semanas después sufrió un gran golpe al enterarse de que sus dos camaradas más cercanos, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, habían sido brutalmente asesinados por un grupo de Freikorps, milicias de extrema derecha, con la aprobación del gobierno del SPD. Sobrevivió a Luxemburgo y Liebknecht por solo dos semanas.
La leyenda de Lessing
Franz Mehring se unió al SPD recién en 1891, a los 45 años. Nació el 27 de febrero de 1846 en la pequeña ciudad de Schlawe, en la provincia prusiana de Pomerania, ahora ciudad de Slawno en Polonia. Su padre, ex oficial militar, era un alto funcionario fiscal y se aseguró de que Mehring tuviera una buena educación. Estudió filología clásica en Leipzig y Berlín y trabajó como periodista para varios diarios y semanarios en las décadas de 1870 y 1880. En ese período Mehring fue políticamente un demócrata burgués. Osciló entre el nacionalismo liberal y la socialdemocracia, con la que polemizó frecuentemente.
En 1875 escribió un texto contra Heinrich von Treitschke, historiador reaccionario de la corte prusiana, que fue bien recibida en el SPD. Dos años después publicó el libro Socialdemocracia alemana: historia y lecciones, que recibió una crítica amarga del SPD. En el libro, Mehring criticó duramente a Marx y los fundadores del SPD, August Bebel, Wilhelm Liebknecht y Ferdinand Lassalle, y acusó al SPD de incitar al odio hacia la patria. Recibió su doctorado de la Universidad de Leipzig en 1882 sobre la base de un trabajo con el mismo título.
Es una señal de la integridad intelectual de Mehring que este finalmente aceptara la superioridad del marxismo y el SPD durante su intenso conflicto con ellos, se convirtiera en un marxista y se uniera al SPD.
El primer trabajo que Mehring escribió como marxista fue La leyenda de Lessing. Su intención original era reseñar en tres o cuatro artículos una biografía de Gotthold Ephraim Lessing—filósofo, dramaturgo y crítico de arte alemán del siglo XVIII—recientemente publicada por Erich Schmidt. Durante su escritura, empero, la reseña se extendió a 20 artículos, publicados en el suplemento literario de Die Neue Zeit entre enero y junio de 1892. Estos fueron editados cuidadosamente antes de ser publicados en forma de libro.
El libro, con el subtítulo “Sobre la historia y crítica del despotismo prusiano y la literatura clásica”, buscó oponerse al intento de cooptar a uno de los poetas más importantes de la Ilustración alemana y presentarlo como un partidario del absolutismo prusiano. El principio central de la “leyenda de Lessing” era el intento de retratar al autor de Nathan el Sabio y Minna von Barnhelm no solo como contemporáneo de Federico el Grande, sino también como su camarada intelectual en armas, para dar al despotismo prusiano un aura progresista y de Ilustración.
Mehring expuso esta leyenda a través de su conocimiento profundo de los hechos, que avergonzó completamente a su oponente burgués. Demostró que Lessing ni admiraba al rey prusiano ni lo consideraba un camarada intelectual en armas, sino que lo odiaba y que se rebeló contra el orden social feudal. Presentó un análisis exhaustivo de la historia prusiana, que no dejó intacto ningún rastro del culto prusiano.
Friedrich Engels elogió el libro en una carta a Mehring el 14 de julio de 1893, en donde escribió que era “la mejor exposición de la génesis del Estado prusiano; yo diría incluso que es la única buena, pues en la mayoría de los casos muestra acertadamente todas las concatenaciones, hasta en los menores detalles”. Continuó: “Lamento únicamente que no haya abarcado todo el desarrollo ulterior hasta Bismarck... ”. La exposición de “las leyendas monárquico-patrióticas” es uno de los medios más efectivos “de derrocar esa misma monarquía que sirve para encubrir la dominación de clase”, concluyó Engels. [1]
El propio Mehring se basó muy conscientemente en el método marxista, e incluso agregó un tratado sobre el materialismo histórico a la primera edición de La leyenda de Lessing. En el prólogo de esa edición, Mehring escribió que había intentado “aclarar aún más la división fundamental entre el despotismo ilustrado y la literatura clásica en la Alemania del siglo XVIII”. Escribió que cuanto más surgió el Estado friedrichiano “como el producto histórico de la lucha de clases de los príncipes y los Junker del este del Elba, más bruscamente surgió nuestra literatura clásica como la lucha emancipadora de la burguesía alemana”.
En el primer capítulo, Mehring señaló que el carácter de Lessing estaba “en el contraste más marcado con el carácter de la burguesía alemana actual”. Lessing fue el “más libre y genuino” de los pioneros intelectuales de la burguesía alemana. “Honesto y valiente, con una insaciable sed de conocimiento, desprecio tremendo por todos los bienes mundanos, odio a todos los opresores y amor por los oprimidos, su disgusto irreconciliable hacia los grandes líderes del mundo, disposición para luchar contra todas las formas de injusticia, una modesta pero orgullosa postura en la lucha amarga contra las miserables condiciones sociales y políticas” —todo esto conformó el carácter de Lessing y se reflejó en sus escritos—.
En contraste, los rasgos típicos de la burguesía alemana actual, siguió Mehring, eran su “timidez e hipocresía, una insaciable sed de lucro, el amor por la caza con fines de lucro y, sobre todo, el lucro en sí mismo, inclinarse ante los superiores y pisotear a los de abajo, un bizantinismo inextirpable, un silencio ensordecedor ante la injusticia flagrante y una postura cada vez más altanera y débil en las luchas sociales y políticas contemporáneas”.
Mehring señaló como la raíz de esto a la traición de la revolución de 1848, cuando la burguesía se alió con el Estado prusiano contra la clase obrera. La burguesía alemana ya reconoció en 1848, escribió Mehring, que nunca podría llegar al poder por iniciativa propia. La burguesía se declaró lista “para compartir las bayonetas con el Estado prusiano”. Por su parte, el Estado prusiano reconoció que “tenía que modernizarse un poco”. Este fue el compromiso sobre el cual surgió el nuevo Reich alemán.
Esto es lo que Mehring identifica como la fuente de la leyenda de Lessing. La burguesía se enfrentó a la tarea diabólicamente difícil de “reconciliar su realidad presente con su pasado ideal, de transformar la era de nuestra educación clásica en la era de Federico el Grande”.
Otros grandes pensadores y poetas alemanes, como Winckelmann y Herder, huyeron de su patria. “El único cordero que podía ser sacrificado por los requisitos ideológicos de la burguesía”, escribió Mehring, era Lessing, que decidió seguir viviendo en Prusia. El rey Federico no se preocupó por Lessing y lo maltrató, pero, “En esa noche de ignorancia afortunada, en la que todos los gatos parecían grises, las tendencias de ambos hombres hacia la ‘liberación intelectual’ fueron vistas como iguales”.
La leyenda de Lessing tuvo numerosas ediciones y jugó un papel crucial para armar a la clase trabajadora alemana contra la presión de los cultos de Prusia y Bismarck, que la burguesía y la pequeña burguesía educada abrazaron por completo, y que ejerció una influencia considerable sobre el SPD, sobre todo entre los funcionarios del partido y de los sindicatos. Como Engels le había aconsejado, Mehring desarrolló los temas de La leyenda de Lessing en una serie de artículos y libros sobre la historia alemana.
Por sus argumentos polémicos sobre puntos de detalle, así como el amplio conocimiento que demuestra sobre la historia y literatura alemanas, La leyenda de Lessing no es una lectura fácil para el lector contemporáneo. Sin embargo, merece ser estudiado. El libro proporciona una serie de ideas sobre cuestiones históricas y políticas que son relevantes otra vez en estos días. Con el retorno del militarismo alemán, el culto prusiano vive un nuevo auge. La reconstrucción de prestigiosos edificios prusianos, más allá de su bagaje histórico, como el Palacio Real de Berlín y la Garnisonkirche (iglesia de la Guarnición) de Potsdam, es prueba de esto.
Los medios alemanes han coronado como su historiador prusiano favorito a Christopher Clark, quien no es visto como alguien históricamente comprometido debido a sus orígenes australianos. En su bestseller de 2006 sobre el ascenso y la caída de Prusia, Clark pinta un retrato muy favorable del despotismo prusiano. No menciona a Franz Mehring y apenas remite a Lessing en una nota al pie de página, soslayando su importancia.
Contra el neokantismo y Nietzsche
El trabajo teórico de Mehring no se limitó a temas históricos. Combatió todos los intentos de socavar las bases marxistas del SPD con concepciones idealistas e irracionalistas.
Después del intento fallido de Bismarck de destruir al SPD con leyes antisocialistas, retiradas en 1890, la clase dominante intensificó sus esfuerzos para domesticar ideológicamente al partido e integrarlo en las instituciones estatales. El neokantismo floreció en las universidades. En oposición a la lucha de clases, ese movimiento postuló una ética supraclase y suprahistórica y trató de alejar al SPD del peligroso camino de la revolución socialista hacia la búsqueda inofensiva de reformas graduales.
Mehring polemizó repetidamente en Die Neue Zeit con los neokantianos y su maestro. Uno de sus artículos más notables apareció el 17 de febrero de 1904, titulado “Kant y Marx”. [2] Acusó al neokantismo, “que busca injertar a Marx en Kant o a Kant en Marx”, de “no tener otro efecto que oscurecer una vez más la perspicaz comprensión de la clase obrera alemana de sus tareas históricas logradas”.
En los panegíricos publicados en el centenario de su muerte, continuó Mehring, Kant había sido proclamado el filósofo del liberalismo. Eso tiene “algún sentido”, escribió, “ya que todo el desgano mostrado por el liberalismo alemán durante el siglo pasado había encontrado una expresión ejemplar en Kant”. En el análisis final, se podría explicar la filosofía de Kant por el hecho de que “él nunca va más allá del filisteísmo”.
Mehring volvería con frecuencia al tema del kantismo como la filosofía de los filisteos alemanes, que tuvo su continuación en Arthur Schopenhauer. El neokantismo, explicó Mehring, fue “en su esencia objetiva nada más que el intento de destruir al materialismo histórico”. Sus partidarios “sufren de una falta de sentido de la historia, que uno comprende cuando lo tiene, pero nunca aprende a comprender cuando no lo tiene”.
Mehring también batalló contra Friedrich Nietzsche, quien tuvo una influencia considerable entre los que tendían hacia el anarquismo dentro del SPD. Los tres filósofos de moda de la burguesía alemana—Schopenhauer, (Eduard von) Hartmann y Nietzsche—escribió Mehring en la edición de 1897 de Die Neue Zeit, “están arraigados con cada fibra de su ser en las diferentes etapas del desarrollo económico por el que su clase ha pasado en los últimos 50 años”. [3]
Schopenhauer “conservó su orgullo como filósofo, por muy patético que haya sido el filisteo antes de marzo”. En contraste, la filosofía de Hartmann del inconsciente significó “la renuncia total de la conciencia de la clase burguesa, el precio que el filisteo tuvo que pagar para garantizar la protección misericordiosa de las bayonetas prusianas”. Y Nietzsche fue “el filósofo del gran capital, fortalecido hasta el punto de poder prescindir de la ayuda de las bayonetas prusianas”.
La fraseología de sonido revolucionario que ocasionalmente se encuentra en Nietzsche no puede ocultar el hecho de que “él combate la lucha de clases proletaria desde la misma posición intelectual elevada que el primer y mejor operador de la bolsa de valores”, agregó Mehring. Luego citó en detalle un artículo de Nietzsche en el que este combatía al socialismo con los mismos argumentos retrógrados del historiador reaccionario Heinrich von Treitschke. Por ejemplo, Nietzsche advirtió contra la medición de “las aflicciones y privaciones de las capas más bajas del pueblo... según la escala de sus percepciones”. Nietzsche elaboró, “En realidad, las aflicciones y privaciones aumentan con el desarrollo de la cultura del individuo: las capas más bajas son las más apáticas, mejorar su situación significa aumentar su capacidad de sufrir”.
Revolución rusa
Las revoluciones rusas de 1905 y 1917 fueron un punto de inflexión para el movimiento socialista internacional. En 1905 el significado práctico del conflicto entre el marxismo y el reformismo, hasta entonces peleado en gran medida en el plano teórico, ocupó un lugar preponderante. En el debate sobre la huelga de masas, los líderes sindicales y el ala derechista de la dirección del SPD explicitaron que se opondrían a todos los movimientos obreros revolucionarios. Se impidió a Rosa Luxemburgo que apareciera en las reuniones sindicales.
Después de la victoria de la Revolución de Octubre en 1917, la ruptura organizativa entre los defensores socialdemócratas del Estado y los comunistas revolucionarios no solo era inevitable, sino tardía.
De inmediato, Mehring reconoció el significado histórico de la revolución de 1905 y la apoyó con entusiasmo. En un país visto hasta entonces como un bastión de la reacción y el atraso, la clase obrera había emergido como una poderosa fuerza revolucionaria.
El 1 de noviembre de 1905, en Die Neue Zeit, Mehring comparó la Revolución rusa con la Revolución francesa de 1789. “Lo que distingue a la gran revolución rusa de la gran revolución francesa es que aquella fue dirigida por el proletariado consciente de ser una clase”, escribió Mehring. “Lo que fue la debilidad de la revolución europea de 1848 es la fuerza de la revolución rusa de 1905. Su protagonista es un proletariado que ha entendido esta ‘revolución permanente’, que el Neue Rheinische Zeitung [La Nueva Gaceta Renana, diario editado por Marx] había predicado para oídos todavía sordos”. [4]
Mehring no llegó tan lejos como León Trotsky, que desarrolló su teoría de la revolución permanente a partir de la revolución de 1905 y llegó a la conclusión de que la clase obrera tenía que tomar el poder en Rusia y transformar la revolución burguesa en una revolución proletaria. Sin embargo, no dejó dudas de que el éxito futuro de la revolución dependería de que la clase trabajadora mantuviera la iniciativa.
“No está en su poder saltar las etapas de la evolución histórica y crear, a partir del despótico Estado zarista, de golpe, una comunidad socialista”, escribió Mehring. “Pero pueden acortar y allanar el camino de su lucha emancipadora si mantienen el poder revolucionario que han conquistado y no lo entregan a las quimeras tramposas de la burguesía, sirviéndose de él para acelerar la evolución histórica, o sea, revolucionaria. ... Es precisamente por la ‘revolución permanente’ que la clase obrera rusa debe replicar ante el grito angustiado de la burguesía pidiendo ‘la calma a cualquier precio’”.
Mehring subrayó la importancia internacional de la revolución rusa e informó a la clase obrera alemana que “La causa de sus hermanos rusos es también la suya”. En el debate sobre la huelga de masas, Mehring se alineó incondicionalmente con Rosa Luxemburgo.
Después de que los bolcheviques conquistaron el poder en Rusia, la burguesía alemana desató una ola de histeria antibolchevique, que recibió apoyo no solo del SPD sino también de secciones del Partido Socialdemócrata Independiente (USPD). Karl Kautsky, en particular, agitó públicamente contra el “terrorismo” de los bolcheviques. Mehring los defendió vehementemente contra esta acusación.
En el artículo “Marx y los bolcheviques”, [5] Mehring denunció a Kautsky y citó a Lenin, que tres años antes había escrito sobre Kautsky: “La clase obrera internacional no puede cumplir su tarea revolucionaria histórica sin una lucha irreconciliable contra semejante renegación, esta falta de carácter, este arrastrarse a los pies del oportunismo, esta distorsión teórica del marxismo sin precedentes”. Él defendió a los bolcheviques contra la afirmación absurda de Kautsky de que Marx entendía que la “dictadura del proletariado” significaba la implantación del sufragio universal.
En junio de 1918 Mehring publicó un artículo de cuatro partes en Leipziger Volkszeitung titulado “Los bolcheviques y nosotros”. Rechazó firmemente la acusación de que era una aventura imprudente y que contradecía las concepciones básicas del marxismo el hecho de que “los bolcheviques quieren construir una sociedad socialista en un país con un 90 por ciento de campesinos y solo 10 por ciento de trabajadores industriales”.
Escribió: “Quizás lo sea, pero si Marx pudiera dar su opinión sobre esto, probablemente repetiría la frase conocida: ‘Bueno, entonces no soy marxista’. Él nunca creyó que su tarea era medir revoluciones nuevas con fórmulas viejas, sino observar cada nueva revolución y ver si aportaba nuevos conocimientos que pudieran ayudar a la lucha emancipadora del proletariado, importándole poco si eso significaba tener que desechar una u otra fórmula”. [6]
Mehring siguió hasta el final, inflexible, el camino que inició en 1891 con su adopción del marxismo. Cabe dejar las últimas palabras de esta conmemoración a Rosa Luxemburgo, que escribió sobre Mehring en su 70° cumpleaños, el 27 de febrero de 1916, en medio de la sangrienta matanza de la guerra:
"Tan pronto como el espíritu socialista vuelva a soplar en las filas del proletariado alemán, su primer movimiento será para alargar la mano hacia sus obras, los frutos de la labor de su vida, cuyo valor es imperecedero y del que emana el hálito de una visión fuerte y noble del mundo. Hoy, cuando los intelectuales burgueses nos traicionan y abandonan en manada para retornar al pesebre de los que mandan, podemos verlos marchar con una sonrisa de desprecio: ¡Solo váyanse!
“Después de todo, le hemos arrancado a la burguesía alemana lo mejor que le quedaba de espíritu, talento y carácter: Franz Mehring”. [7]
**
Notas
[1] MEW [The Collected Works of Marx and Engels], Vol. 39, págs. 98-99
[2] Franz Mehring, “Kant und Marx”, Gesammelte Schriften, Vol. 13, p. 57 y p. 66
[3] Franz Mehring, “Nietzsche gegen den Sozialismus”, Gesammelte Schriften, Vol. 13, p. 164 y p. 169
[4] Franz Mehring, “Die Revolution in Permanenz”, Gesammelte Schriften, Vol. 15, págs. 84-88
[5] Franz Mehring, “Marx und die Bolschewiki”, Gesammelte Schriften, Vol. 15, págs. 778-780
[6] Franz Mehring, “Die Bolschewiki und wir”, Leipziger Volkszeitung, 31 de mayo, 1 de junio, 10 de junio y 17 de junio de 1918
[7] Rosa Luxemburgo, Gesammelte Briefe, Vol. 5, Berlín 1987, p. 104
(Artículo publicado originalmente en alemán el 1 de febrero de 2019 y en inglés el 6 de febrero de 2019)
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