La Semana de Enero: 100 años. Un poco de historia.
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venerdì gennaio 11, 2019 18:58 by Acción Socialista Libertaria - ASL
Hace 100 años, como en 1936 con la Huelga Revolucionaria de la construcción, como en el 59 con las jornadas de enero en Mataderos en medio de la Huelga General por el Frigorífico Nacional, como en El Cordobazo de mayo del 69, como en la Revuelta del 19 y 20 del 2001… Hace 100 años como hoy la victoria está en la calle, es la clase trabajadora organizada y luchadora.
El contexto.
El Buenos Aires de 1919 era un polvorín y la ciudad-puerto se batía en sus propias contradicciones. El país oligarca y agrícola veía con horror la guerra imperialista que azotaba a Europa y que amenazaba hacer temblar sus cimientos mientras que una lenta y tímida sustitución de importaciones se venía operando en la economía nacional incubando un improvisado entramado de talleres, fábricas y fundiciones. El país democrático burgués, formalmente liberal, había encontrado una válvula de escape pírrica con el ascenso de Hipólito Yrigoyen a la presidencia tres años antes.
Pero lo que asustaba realmente a la clase explotadora y a la elite criolla eran dos fenómenos intrínsecamente hermanados y que podían formar un ariete poderoso: el combativo y radicalizado movimiento obrero en el país y los ecos de la Revolución de Octubre en Rusia.
Existían en el país Sociedades de Resistencia y sindicatos con décadas de experiencia, probados en duras batallas, iban a experimentar un crecimiento vertiginoso en esos años.
Al promediar la segunda década del siglo, el movimiento obrero organizado se encontraba concentrado en dos grandes centrales que mantenían sus siglas: la FORA del V Congreso de dirección anarquista y la FORA del IX Congreso de dirección compartida entre sindicalistas, socialistas y algunos sectores libertarios.
El movimiento anarquista era particularmente fuerte y poderoso en la región, conformando un verdadero movimiento de masas; el primero de nuestra historia moderna. Un movimiento que no sólo influía en el movimiento sindical sino que tenía diarios matutinos y vespertinos; escuelas obreras y clubs sociales que realizaban veladas artísticas, deportivas y recreativas; se editaban cientos de folletos y libros; en sus filas militaban artistas, escritores y pensadores de vanguardia e influyentes.
Los hechos.
En la fábrica metalúrgica Vasena, afincada en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, iba a estallar a fines de 1918, una huelga de las tantas que habrá en el período y con un petitorio bastante concreto: aumento de salarios, reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, descanso dominical y la reincorporación de delegados gremiales echados.
Para el 7 de enero del nuevo año, cuando el paro de actividades ya llevaba un mes, la patronal contrata rompehuelgas y los hace desfilar desde sus depósitos en el barrio de Pompeya, a las pocas cuadras serán interceptados por piquetes obreros y comienza la represión. Habrá tiros desde las azoteas de las casas, desde la columna de carneros custodiados por la policía, desde guardias privados armados por la propia empresa.
Habrá huelga general a partir de ese momento y para el 8 de enero, la ciudad amanecerá paralizada. El cortejo que irá a enterrar a sus muertos desde el local de la forista Sociedad de Resistencia de Metalúrgicos Unidos hasta el Cementerio de la Chacarita será repimido una y otra vez.
El presidente Yrigoyen ordenará la movilización del Ejército, comandado por su correligionario General Luis Dellepiane y la represión mutará en masacre.
Mientras tanto bandas de señoritos, militares, religiosos y patrones se juramentan, se arman y salen a masacrar obrerxs, anarquistas y judíos. Será el bautismo de fuego de la novel Liga Patriótica Argentina. Combinados con el Ejército destruirán locales obreros y políticos, editoriales, redacciones de diarios y se meterán en decenas de conventillos buscando a Soviets locales, militantes revolucionarixs o, simplemente, extranjerxs.
Los barrios obreros de Parque Patricios, Pompeya, Boedo, San Cristobal, Villa Crespo y Barracas serán escenarios de resistencia, de repliegues obreros, de barricadas y sabotajes. Cocinas populares se improvisan y se apedrean tranvías conducidos por carneros y partidas policiales.
Luego de una semana de huelga general, represión, negociación y fuego se levantará la huelga con un triunfo total del petitorio obrero original.
Las crónicas de la época y las investigaciones posteriores nos hablaran de entre 700 a 1300 asesinadxs, de 4000 heridxs y de 50.000 detenidxs. La tragedia de la muerte irá tiñendo todo el conflicto, todo el proceso y sus consecuencias; hasta le otorgará nombre, emulando la llamada Semana Trágica de la España de 1909, justo diez años antes.
Los diarios obreros y la prensa revolucionaria, empero, se negarán a llamarla así. Será conocida como la Semana de Enero por sus protagonistas.
El presente y el futuro de la herencia de enero.
Un error común de fechas como estas es el relato nostálgico y cerrado de las victorias históricas de la clase obrera. Desde nuestro lugar de resistencia no queremos contarlo así. Entendemos que la semana de enero no es una historia aislada, es parte de una llama continua, con momentos de auge y momentos de calma, pero que se encendió hace mucho y no se apagará hasta no alcanzar el mundo que desde la clase trabajadora merecemos y nos corresponde.
Junto a sus protagonistas de entonces, nos negaremos a ocultar la primera huelga insurreccional del país detrás del manto de la masacre. Claro que se debe seguir denunciándola, nombrando claramente a sus responsables políticos y militares. Pero la Semana de Enero fue un triunfo obrero, una prueba de confianza para el naciente proletariado moderno que, orientado por el anarquismo, dio una enorme muestra de organización, combatividad, método y programa.
Ocultar los logros de la clase obrera tras la violencia de la burguesía es una ruin estrategia de olvido. Nos cuentan los muertos con nombre de tragedia, como si fuera inevitable, en vez de masacre, como realmente fue. Mientras tanto, pretenden borrar de la historia –y entonces de la memoria- los frutos de la organización y la lucha. No cuentan que en ese momento se arrancaron del seno oligarca las reivindicaciones para la clase obrera, y es eso mismo lo que más queremos destacar hoy en día.
Corrió todo un siglo y las estrategias represivas fueron perfeccionándose pero nunca abandonaron el eje. Siguen queriendo contarnos la historia desde la conveniencia burguesa. En lo más reciente, nos hablan del 2001 como violencia y saqueo, cuando en realidad fue reorganización y lucha del pueblo trabajador para tomar el poder que le corresponde.
Ahora mismo escuchamos la estigmatización de lxs que luchan, nuevamente la difamación del anarquismo para querer ocultar la fuerza de la organización popular, para querer dividir a la clase que una vez que se organiza hace temblar entera la estructura de este putrefacto sistema.
Así también continuaron aliadxs a carnerxs, hoy las burocracias sindicales se unen a los gobiernos de turno para beneficiarse a costa de lxs trabajadorxs, intentando apagar nuestras voces.
Se siguen disparando balas contra el pueblo. Incontables son lxs compañerxs asesinados por el Estado, como recientemente pasó con Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.
Sin embargo, tampoco podemos olvidar una verdad indiscutible: la gloria de la lucha. Hace 100 años, como en 1936 con la Huelga Revolucionaria de la construcción, como en el 59 con las jornadas de enero en Mataderos en medio de la Huelga General por el Frigorífico Nacional, como en El Cordobazo de mayo del 69, como en la Revuelta del 19 y 20 del 2001… Hace 100 años como hoy la victoria está en la calle, es la clase trabajadora organizada y luchadora.
Nosotrxs, lxs trabajadorxs, también aprendemos de la historia y nos reorganizamos para seguir resistiendo. El movimiento de mujeres y disidencias está hoy a la vanguardia del dinamismo en la calle. Seguimos saliendo a conquistar el poder directo del pueblo.
La paciente organización obrera desde la base y la construcción de herramientas sindicales democráticas y antiburocráticas; la práctica de la solidaridad de clase y la organización de formidables comisiones pro presxs y deportadxs; la legitimación de la acción directa como herramienta de lucha y la unidad por abajo de la militancia y el activismo obrero y revolucionario, entre otras, han sido las grandes enseñanzas que nos dejó la Semana de Enero.
La tarea que nos toca a todxs lxs que luchamos por el socialismo y la libertad es continuar denunciando a lxs asesinos de ayer y de hoy, pero, sobre todo, continuar el legado de lucha de la Semana de Enero. Mantener vivxs a lxs compañerxs en cada acción directa desde la clase, en la resistencia a la violencia, al hambre y la mentira de lxs poderosxs.
¡ARRIBA LXS QUE LUCHAN!