Al escribir esta nota, acaba de terminar la primera jornada de la tercera huelga de hambre que realizan este año lxs presxs en lucha activa por sus doce reivindicaciones. La primera fue del 1 al 15 de mayo, la segunda, del 1 al 15 de octubre y la tercera está convocada entre los días 10 y 25 de diciembre. En las dos últimas, se ha hecho y se está haciendo especial hincapié en aquellas de las doce reivindicaciones que se refieren a la salud de las personas presas; lxs presxs en lucha han decidido asumir como suyo el decálogo sanidad en prisión propuesto por la APDHA. En este primer día de la huelga de hambre el semanario catalán La Directa ha publicado en su página web una entrevista, realizada por Vicent Almela, con dos de los compañeros presos participantes en esta lucha. A continuación, el texto en castellano. El cartel de arriba es del grupo Fuera del Orden, el mismo que publica el boletín anticarcelario Desdedentro. En su blog podéis encontrarlo en dos versiones diferentes.
Entrevistamos a Toni Chavero y José Ángel Martins Mendoza, dos de los presos que participan activamente en la propuesta de lucha activa dentro de las cárceles que comenzó hace más de dos años. Hoy inician la tercera huelga de hambre de 2018 para reivindicar que se respeten las leyes y los derechos humanos dentro de los centros penitenciarios. La acción, que comienza hoy y en la que participan cerca de una treintena de presos y presas, pretende extenderse hasta el martes 25 de diciembre en diferentes cárceles del Estado español.
La atención mediática en relación a las prisiones en las últimas semanas ha estado muy centrada en la huelga de funcionarios de prisión y en la huelga de hambre de los presos políticos catalanes, pero poco ‒o nada‒ se ha hablado de la huelga de hambre que empiezan hoy una treintena de presos sociales en diferentes centros penitenciarios del Estado español ‒y ya es la tercera del año‒ para visibilizar la tabla reivindicativa de doce puntos, la cual lo único que pide es “que el Estado español respete sus propias leyes y los derechos humanos dentro de las cárceles”. Para conseguir testimonios en primera persona, la Directa ha contactado con dos de los presos que desde hace más de dos años participan en esta propuesta de lucha activa desde dentro de los centros penitenciarios.
Toni Chavero (TC) es de Madrid, tiene 47 años y lleva entrando y saliendo de prisión desde 1996, siempre por condenas relacionadas con robos y algún enfrentamiento con los funcionarios de prisión. Entre unas cosas y otras, hace más de veinte años que está preso, y tiene prevista su salida para el año 2026. Según se define él mismo “fui politoxicómano hasta que abrí los ojos y me puse a luchar”. Actualmente se encuentra en primer grado ‒o régimen cerrado‒ en el centro penitenciario de Albocàsser (Castellón II).
José Ángel Martins Mendoza (JM) ‒alias Peque‒ es miembro del colectivo anarquista de presos sociales COLAPSO y en su actual condena lleva privado de libertad ocho años y medio, aunque antes ya acumulaba a sus espaldas más de dieciocho años en prisión. Actualmente se encuentra privado de libertad, en primer grado, en la prisión de Puerto III (Cádiz). Se define como antimilitarista, antisistema, antiautoritario. “Si me tuviera que definir, diría que soy libre pensador, porque sólo por el hecho de decir que eres anarquista, ya estás cometiendo un delito”.
¿Qué significa para vosotros estar “en lucha activa”?
TC: Para mí estar en lucha activa significa tener algún motivo por el que vivir aquí dentro, para no dejarme doblegar y vivir con dignidad. Mi decisión es cumplir estas condenas como creo que debo cumplirlas, sin someterme, sin pasar por sus aros y siendo libre de todos los yugos y cadenas. Luchar es la única forma de vivir que entiendo aquí dentro, si no, me sentiría un despreciable. Y prefiero morirme a estar vegetando. Esto es lo que significa para mí. Estoy en esta posición desde 2015, cuando tras un agravamiento de mi condena vi y sentí la necesidad de estar en lucha. Lo intenté cogiendo las ideas de experiencias anteriores, como la Coordinadora de Presos En Lucha (COPEL) y la Asociación de Presos en Régimen Especial (APRE), pasando por carta nuestras ideas y propuestas a los colectivos de apoyo a la calle, para abrir un debate y crear esta propuesta de lucha activa que sigue viva hoy. Antes de 2015 yo ya era asiduo escritor de críticas al sistema, pero sin tanta intensidad.
JM: Para los compañeros que estamos en lucha activa, significa luchar día a día para conseguir unos derechos dignos dentro de las cárceles, sentirnos vivos y realizados como personas y no decir que algo está bien, cuando sabes que está muy mal, cerrando los ojos y mirando hacia otro lado. Es la lucha por nuestros derechos y los de nuestros compañeros y compañeras, amistad, fraternidad y dignidad. Y mi posición por la defensa de estos ideales comenzó desde mi entrada a prisión en 1991, cuando empecé a leer escritores como Proudhon, Bakunin o Kropotkin.
¿Cuáles son vuestras exigencias desde dentro?
TC: Nuestras exigencias, de acuerdo con nuestra tabla reivindicativa, son, en primer lugar y a corto plazo, que cumplan con sus propias leyes y respeten nuestros derechos como presos. En segundo lugar, y a largo plazo, conseguir la abolición de las cárceles por su inutilidad “resocializadora”. La prisión es un simple negocio, un negocio que ahora está en auge.
JM: Nuestras exigencias son los doce puntos de nuestra tabla reivindicativa. No queremos privilegios, sólo los beneficios estipulados en el Reglamento Penitenciario (RP) y la Ley Orgánica General Penitenciaria (LOGP). Sin tener que degradarnos para que nos dan el trato que nos corresponde por ley, en un país democrático. Luchamos desde dentro porque prácticamente todos los que estamos en lucha activa llevamos casi toda la vida en prisión. En mi caso, desde que tenía 16 años
Desde el pasado mes de mayo habéis realizado varias huelgas de hambre y acciones con el objetivo de visibilizar su tabla reivindicativa. ¿Qué resultados tienen las huelgas y cómo se están viviendo desde dentro?
TC: Los resultados de las huelgas de hambre que hemos realizado no son algo palpable, que se pueda ver rápidamente. Si tenemos en cuenta que esta propuesta de lucha se empezó a “cocinar! en 2015, y que se inició en 2016, no creo que todavía sea el tiempo correcto para valorarla en relación a otras luchas anticarcelarias. Si yo tuviera que valorar estas huelgas de hambre diría que han ayudado mucho a la coordinación entre dentro y fuera, y han generado más unión. Lo que más valoro es la humanidad que se ha desplegado, tanto dentro como fuera. Sobre los presos que se han unido, por la información que me ha llegado, diría que son una veintena. De una población reclusa de más de 60.000 personas, una veintena puede parecer insignificante, pero creo que igualmente es muy positivo. En definitiva, preferimos que los pocos que seamos estemos concienciados y luchemos con seriedad. Ahora mismo nos encontramos dispuestos a seguir adelante, reflexionando sobre cómo ha ido este 2018 y pensando qué deberíamos cambiar para mejorar. Ahora en diciembre empezamos otra huelga de hambre, y en 2019 haremos las que sean necesarias. Es necesario dialogar y reflexionar entre nosotros sobre cómo continuaremos. Creo que estamos avanzando mucho.
JM: De momento, en mi opinión, poco o nada hemos conseguido con las huelgas de hambre, ya que en lucha activa sólo nos encontramos entre 18 y 25 compañeros y compañeras. Si nuestra lucha continúa como tenemos pensado, y se suman más presos y presas, la cosa cambiará bastante. El nerviosismo por parte de Instituciones Penitenciarias se nota cada vez más.
¿A nivel represivo, os está afectando el hecho de ser tomados en lucha activa y participar en huelgas de hambre?
TC: A nivel represivo tenemos muchos problemas. Yo soy de Madrid, y estoy preso en Castellón. Me han trasladado muchas veces, y nunca he llegado a estar más de un año en la misma prisión. Por lo tanto, me afecta en la dispersión, la intervención de las comunicaciones, el régimen de aislamiento continuado en primer grado, las palizas, las sujeciones mecánicas… Hay un desprecio constante de los funcionarios hacia los presos en lucha activa. Lo más difícil es mantenerse psicológicamente fuerte para seguir adelante, porque todo esto pasa factura.
JM: La muestra de su nerviosismo es la represión que nos están haciendo pasar: registros diarios, intervención de la correspondencia, cartas que se pierden, dispersión, rotura de objetos personales, aplicación de aislamiento por participar en ayunos y huelgas de hambre, formas despectivas de hablarnos y trato degradante constante. Cuando empezamos esta propuesta de lucha sólo éramos cuatro o cinco presos, y actualmente ya somos más de una veintena. En estos momentos nos encontramos a punto de comenzar la última huelga de hambre del año, para luego realizar una asamblea interna y saber cuántos continuamos y cuántos más se suman a la propuesta de lucha activa.
¿Qué le pediríais a la gente que la apoya desde fuera?
TC: Desde fuera para mí es muy importante visibilizar a los colectivos que han estado con nosotros desde el principio de la propuesta en 2015, como el colectivo Tokat en Valencia y el grupo Pro-presxs de Madrid. Después de esto, también se han sumado otros colectivos de todo el Estado, y creo que cada vez se van sumando más apoyos a nuestra propuesta. Creo que uno de los factores determinantes para sumar apoyos han sido las huelgas de hambre que empezamos en mayo de 2018, y la visibilidad que nos ha dado el documental de la COPEL. Ahora mismo sabemos que se están haciendo acciones de solidaridad con nuestra lucha en diferentes ciudades de España, y estamos muy agradecidos. A las personas que luchan contra las cárceles desde fuera les diría que muchas gracias, que intentan mantenerse unidas y mantengan la constancia.
JM: La verdad es que fuera tenemos compañeros muy cualificados que lo dan todo por esta lucha. Hay otros que tienen muchas ganas de ayudarnos, pero que por ignorancia van un poco perdidos. Por otra parte, estos grupos tienen medios escasos, así que hacen lo que pueden. Lo que me gustaría pedirles a los compañeros antiautoritarios y anticarcerarios es mucha difusión. Ya sea mediante la publicación de fanzines, charlas, proyección de documentales… Que todo el mundo sepa lo que fue la COPEL y el APRE. Podemos avanzar mucho antes de que nos aplasten.
¿Creéis que sería positiva y posible la coordinación entre toda la comunidad anticarcelaria?
TC: Sí, creo que es posible y sería muy positiva la unión desde fuera. Si mejorara la coordinación nos podríamos articular de una forma más fluida. Ahora bien, la realidad y la experiencia nos indica que, si tenemos en cuenta la forma de pensar de cada persona y grupo, la coordinación no resulta nada fácil. Que todas las personas de un grupo estén de acuerdo con una forma de actuar ya resulta difícil, así que coordinarnos todos en esta lucha es muy complicado. Yo creo que se podría conseguir estableciendo unas bases lógicas de acuerdo con lo que se pretende conseguir a corto y largo plazo. A partir de ahí, dialogar y ser flexibles los unos con los otros, ya que el fin de nuestra lucha es el mismo. Todos vamos en una misma dirección, pero por caminos diferentes. Por otra parte, esto es lo que nos enriquece: la libertad de pensamiento y acción.
JM: Claro que creo que sería posible y positiva cualquier tipo de coordinación anticarcelaria, con grupos como la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), los sindicatos CGT y CNT, periódicos, revistas, abogados… y como no, con grupos anarquistas. Hace algo más de dos años ya se celebró una asamblea nacional con casi todos estos grupos. Muchos de los que acudieron a la asamblea dijeron que nos ayudarían en la lucha anticarcelaria, pero muchos de estos, al poco, parece que olvidaron su compromiso. Según mi opinión, ahora que nuevos grupos de apoyo quieren unirse a nuestra lucha, sería aconsejable volver a realizar una asamblea donde los que realmente quieran ayudarnos lo dejen claro. Y los que únicamente ofrecen su apoyo para quedar bien, que no hagan perder el tiempo a los compañeros y compañeras de la calle, y menos a nosotros. Necesitamos diálogo y compromiso. Sé que a los compañeros que luchan desde fuera no les resulta fácil, ni tienen demasiados recursos para poder ayudar, pero todo el mundo debe ser sincero y dejar claro hasta dónde puede llegar.
¿Cuál es vuestra opinión sobre los presos políticos? Cree que se podrían unir a su lucha y reivindicaciones?
TC: Mi experiencia con los presos políticos de Resistencia Galega, GRAPO y ETA siempre ha sido muy positiva. Creo que son muy solidarios, que tienen muy claro lo que quieren y están muy unidos. Mi visión de ellos y ellas es muy positiva, y la verdad que he aprendido muchas cosas buenas. Hace dos años o más que se les comunicó nuestra propuesta de lucha, y aunque están de acuerdo con nuestras reivindicaciones, están más centrados en su lucha que en implicarse con nosotros. Creo que si se unieran a nuestra lucha podría ayudar a mejorar las condiciones en las cárceles y la visibilidad de nuestras acciones sería más amplia y contundente, porque detrás tienen mucho apoyo y porque son personas con una convicción moral y un posicionamiento indestructible. Por lo tanto creo que si se unieran sería muy positivo.
JM: Sobre los presos políticos opino que sólo miran por su culo, y no les interesan nuestras luchas a menos que sepan que pueden ser beneficiosas para ellos y ellas. Y claro que se podrían sumar a nuestra propuesta de lucha, ya que la cárcel funciona en contra de todos. Aparte de ser más participantes en la propuesta, serían más abogados, familiares y movimientos implicados. Esto ayudaría a que nuestras reivindicaciones se escucharon mucho más.
¿Hacia dónde va vuestra lucha? ¿Como veis el futuro de la propuesta de lucha activa que está llevando a cabo?
TC: El objetivo de nuestra lucha consiste, en parte, en generar y recuperar el espíritu y la solidaridad de las anteriores luchas anticarcelarias, donde estaban mucho más unidos y si golpeaban a una debían golpear a todas. Pero también queremos obligar, a través de nuestras acciones, a que las instiuciones cumplan sus leyes teóricas y las pongan en práctica. A corto y medio plazo es lo que queremos, que cumplan sus leyes y respetan nuestros derechos. A largo plazo pretendemos destruir y abolir las cárceles por su inutilidad y falsedad. Dicen que su función se reinsertar, pero sólo castigan. Dicen que recuperan a las personas para volver a la sociedad, pero lo único que hacen es doblegar su voluntad. El sistema carcelario sólo funciona como un negocio para el Estado. Las cárceles no reinsertan, no resocializan. Sólo son escuelas de delincuencia, encubiertas por una falsa apariencia de cara a la sociedad.
JM: Nuestra lucha, básicamente, va encaminada a sentirnos vivos exigiendo nuestros derechos y no sentirnos seres inertes. Yo ya estoy condenado a más de veinte años de prisión y, seguramente, por tener dignidad y no dejarme robotizar, moriré aquí en la cárcel. Pero al menos intentaré que las personas que sean encarceladas en un futuro no sean tratadas como basura, que es lo que está pasando ahora mismo en las cárceles. A corto plazo exigimos que se respeten nuestros derechos y que las condenas se puedan pagar con dignidad. A largo plazo, queremos la absoluta abolición del estado-negocio carcelario.
Vicent Almela