La izquierda revolucionaria
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Friday April 05, 2013 05:52 by Borroka Garaia
Si echamos un vistazo al panorama internacional llegaremos a dos conclusiones.
1. El capitalismo es total y abrumadoramente hegemónico con escasas y relativas excepciones que confirman la regla.
2. La izquierda revolucionaria ha fracasado hasta ahora.
Que la izquierda revolucionaria haya fracasado en la mayoría del contexto internacional y que allá donde triunfó haya sufrido procesos de derrota debe ser tenido en cuenta a la hora de realizar cualquier tipo de análisis. A no ser claro, que se quiera vivir en una burbuja temporal nostálgica y distorsionada.
¿En qué se traduce este estado de derrota de la izquierda?. En que la miseria, la desigualdad, la injusticia y la opresión campan a sus anchas por el mundo.
Cómo se ha llegado a esta situación de derrota podría dar para largo y requeriría un análisis pormenorizado del proceso histórico de la lucha de clases, como se ha desarrollado en cada marco autónomo y como cada marco se ha interrelacionado con los demás. En cualquier caso, se suele poner como últimos puntos de inflexión la reunificación alemana con la caída del muro de Berlín y la desintregración de la URSS, pese a que el proceso de derrota ya venía de tiempo atrás. Alemania y Rusia son hoy en día claros exponentes y valedores del capitalismo. Todos los continentes están claramente perdidos para la izquierda revolucionaria, solo en América la izquierda revolucionaria tiene peso específico, especialmente en Cuba. En los últimos tiempos ha existido una ebullición social importante en américa del sur que se ha traducido en el acceso al poder en muchos países del reformismo lo cual ha cambiado la agenda neo-liberal e imperialista. Venezuela es el hecho más destacado pero no cabe olvidar que Venezuela a día de hoy es capitalista pese a que esté en proceso hacia el socialismo en una batalla que será muy dura aún.
En Europa y otras partes del mundo también se viven momentos de efervescencia social pero todavía con falta de concrección, definición y alternativas concisas. Lo que está claro es que la crisis capitalista de la misma forma que genera graves retrocesos en la clase trabajadora tambíén abre puertas de oportunidad para la revuelta y el cambio. Siempre que se sepan aprovechar, claro está.
Se podría decir que la socialdemocracia capitalista ha sido la que ha recogido los frutos del árbol que movía la izquierda revolucionaria, mientras ésta se ha quedado como un elemento marginal. Una marginación que a parte de los poderosos elementos externos que han influido en ello habría que añadir la propagación del sectarismo, partidismo, divisionismo, academicismo cuando no mero voluntarismo o activismo, un enfoque del internacionalismo dirigista, y en definitiva colocarse a la autodefensiva siendo en la práctica meros satélites del reformismo en el mejor de los casos. Ya que la instalación en la crítica a la socialdemocracia y no en la propuesta innovadora, independiente y dialéctica convierte en apéndice de la socialdemocracia al movimiento revolucionario por mucho enfrentamiento que exista con ella colocándola a remolque.
Sin embargo, el proyecto socialdemócrata ha llegado a su fin. El estado de bienestar, pieza angular de ese proyecto ha quedado a la intemperie y ha mostrado su verdadera esencia que no es otra mas que un capitalismo de rostro amable que no puede mantener su careta por más tiempo. Ya que el capitalismo no puede ser amable y por mucho humo que se eche acaba disipándose esa realidad virtual. La llamada crisis capitalista es su certificado de defunción. Y no se podrá reanimar a ese muerto. Ante esa perspectiva se presenta un reto para la izquierda revolucionaria mundial que es la única que puede aprovechar esta coyuntura para producir cambios estructurales.
Y ya centrándonos en Europa, llegamos a una pequeña nación dividida por la fuerza de las armas en dos estados. Una nación en proceso de liberación nacional que cuenta con todos los elementos para ponerse a la cabeza de ese cambio estructural en el continente. Debido a que cuenta con un movimiento popular que es el mayor movimiento contestatario de Europa. Un país donde la izquierda anti-capitalista tiene una fuerza social, juvenil, sindical, institucional inédita en su entorno.
Euskal Herria puede ser punta de lanza del cambio. La lucha y resistencia de siglos la convierte en uno de los sectores más avanzados en la lucha anticapitalista. Décadas de lucha reciente le hacen estar destinada a ello. Existen condiciones para dar el salto a la independencia y el socialismo en un proceso que puede contar además con la complicidad de esa efervescencia social internacional que irá en aumento.
Comentaba antes que existen puertas de oportunidad para la revuelta y el cambio. Siempre que se sepan aprovechar. El movimiento revolucionario vasco, el MLNV y más sectores están en una encrucijada que se despejará en los próximos años. La repetición del esquema que ha llevado a la derrota a la izquierda de manos de la socialdemocracia, la sumisión y la credulidad del oprimido o una innovación del proceso revolucionario inacabado e impulsado desde hacia medio siglo. Para lo que será necesario:
- El impulso de una teoría socialista vasca de carácter revolucionario que partiendo de la experiencia de la lucha generada en décadas y la propia historia, cultura e idiosincracia vasca vaya dibujando el plano de la democracia socialista para Euskal Herria.
- Incremento exponencial de la formación política.
- Organización socialista revolucionaria de combate troncal en el MLNV y autónoma.
- Proceso de radicalización de la clase trabajadora.
- Trabajo de hormiga. Construcción nacional y social.
- Diseño estratégico global de la lucha de clases y de las dinámicas de enfrentamiento para derribar los muros impositivos de los estados.
- Debate conjunto sobre el modelo sindical, el movimiento popular, el frente institucional y las necesidades derivadas de ello que pueda dar cohesión.
- Una autoridad nacional vasca unitaria de clase que solvente contradicciones existentes y que con la participación de todos proponga unos puntos mínimos acordados para la intervención nacional y social, respetando la autonomía de cada cual. Un punto de encuentro donde se definan los mínimo común denominadores de cara a a la acción y a los objetivos tácticos en todos los frentes.
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