Cada Primero de Mayo recordamos la historia de los trabajadores en lucha por la jornada de ocho horas, que es el trasfondo de la festividad. Esta lucha continúa siendo relevante. Las condiciones materiales de la clase trabajadora en muchos lugares son abismales y la jornada de ocho horas es aún una meta por alcanzar, no solamente debido a su ausencia sino porque mucha gente, simplemente, no puede permitirse vivir con lo que puede ganar en ocho horas. En muchos sitios donde se consiguieron condiciones decentes gracias a luchas históricas, estos logros se han visto erosionados por el avance de la ofensiva capitalista. Cientos de millones de personas trabajadoras viven en el estrés y la ansiedad debido a su precaria situación, no pudiendo a menudo cubrir las necesidades básicas de la vida -ni pensar en disfrutar plenamente de los frutos de su trabajo.
Al mismo tiempo que esto ocurre, otra cosa, mucho más peligrosa, se está extendiendo por todo el mundo. La ansiedad y la frustración han llevado a ciertos sectores de la clase trabajadora, siempre con la manipulación de las élites, a puntos de vista globales que, por un lado son extremadamente divisivos para la clase trabajadora y, por otro, fuertemente autoritarios y anti-libertarios por naturaleza. Masas de gente trabajadora se han vuelto hacia la retórica nacionalista y a diferentes formas de conservadurismo social, pensando equivocadamente que medidas tales como construir muros o incrementar el estado policial les salvarán de alguna forma.
En este momento de la historia, nosotros, miembros de la Asociación Internacional de los Trabajadores, nos enfrentamos a una serie de tareas extremadamente difíciles, a la luz del giro masivo en las ideas dominantes en algunos de los lugares en que operamos y a la vista de la urgencia por contrarrestar estas tendencias. La AIT nunca se ha limitado a ser una federación de sindicatos. Nunca se ha tratado solamente de organizar a los trabajadores en sus luchas económicas. La AIT es la federación obrera que representa el mundo nuevo de nuestros corazones, donde toda la humanidad es igual y las ideologías que nos dividen, nos llevan a la guerra al odio o la discriminación, etc., son sustituidas por el ideal libertario de libertad, respeto y dignidad para todos.