El proceso para rechazar las drogas como persona de color disidente sexual e indígena es largo y arduo. Las cuestiones están intensamente interconectadas y unidas entre sí por ser indígena en la tierra conocida como Sudamérica, una tierra que está siendo devastada por la producción a gran escala de monocultivos, pero también de tabaco, cocaína, marihuana y otros químicos, siendo tomados normalmente fuera de su contexto y equilibrio con el que la gente de esta tierra trata la ayahuasca y otras plantas. Como unx individux no heterosexual que ahora vive en la dorada, imperial y mortal monstruosidad capitalista conocida como los Estados Unidos, veo por qué razones nuestras tierras están siendo destruidas: es por conseguir placer temporal, para adormecer nuestro sufrimiento, porque nos han dicho cómo ejercer la liberación, cómo ser libres, y nuestra sexualidad y nuestro jodido género están en el fondo de un vaso o al final de un camino interminable. Yo también he tenido que soportar la historia del alcoholismo en los pueblos indígenas en mi familia campesina, mezclada indígena pero no mestiza. He visto demasiada gente acabar en las garras del Estado por abusar de las drogas o impulsarlas sólo porque no veía nada más que ganar o que perder, así que escucharon a lo que nos fue dado. Intento hacer entender por qué el hecho de que gasten esa energía, recursos y capital en esas sustancias no es liberación. Continúan el genocidio, el ecocidio, la extinción, el capitalismo, el imperialismo colonial, y les impide movilizarse más allá por su propia cuenta para liberarse realmente.
Este es un mensaje para mis relaciones indígenas y otras: dejad de escuchar al colonizador, dejad de intentar complacer a nuestrxs opresorxs en cada forma que adopten. Ellxs se alimentan de nuestras vidas muertas. Hemos resistido durante 523 años, y a menudo eso ha incluido abstenerse de los tóxicos que impulsan en nosotrxs para que seamos fáciles y no sintamos nuestra destrucción. Les decimos que mantengan el alcohol lejos de nosotrxs, y aunque hay gente que ha muerto por resistirse, seguimos adelante. Presionamos a los gobiernos, no importa cuánto “de izquierdas” o de base parezcan, todxs están jugando a la manutención de las naciones/trabajo/mercado para el capital/sistema que les benefician a ellxs, por lo que no se debe confiar en ellxs. También atacamos a los narcos desde nuestras tierras, y aunque usen sus ejércitos contra nosotrxs, seguimos negándonos a sufrir esas sustancias que destruyen más nuestras tierras y pueblos.
Ellxs ya han escrito y predicho su fallecimiento. Para todxs lxs demás que aún no están en la misma página: esto es para vosotrxs. Vosotrxs que buscáis acabar con el mundo y danzar en las aguas rápidas salvajes listxs para erosionar la baldía tierra mutada. ¿Por qué tu liberación hace daño al planeta, a otras especies y a otrxs humanxs lejos de ti y de tu placer? ¿Por qué estás buscando quedarte con todo el placer en lugar de derramarlo para abrazar una existencia real como unx individux y con un colectivo en lugar de una existencia de muertos vivientes? ¿Cómo puedes justificar tu rebeldía revolucionaria, subversiones o revuelta social cuando sigues sin abrazar la agonía y sufrimiento de tu propia vida, por no hablar de lo que tus opciones de consumo se fabrican lejos de ti? Si no estás con el capitalismo, ¿por qué actúas como unx consumidorx? Si estás por la descolonización, ¿por qué estás promoviendo la apropiación de tierras coloniales, el genocidio contra los cuerpos indígenas, y destruyendo nuestra conexión con el entorno, del que siempre hemos prendido? ¿Qué es tu disonancia cognitiva ante el sufrimiento, la extinción, y los efectos prácticos de cosas que ves, como la guerra contra las drogas y el Estado carcelario, los complejos industriales ilitares y médicos, la supremacía blanca, la colonización de la tierra en la que estamos en los EE.UU., etc.?
Esto es hablar de verdad. Este es el problema. No hay consumo consciente, a causa de, como todxs sabemos, espero, los mecanismos que hacen florecer al capitalismo. No puedes promover el uso de sustancias sin participar en la justificación del capitalismo, no puedes producir ninguna de las sustancias recreativas usadas en Norteamérica, Europa y entre aquellxs con la capacidad capital de usarlas, sin la explotación y el genocidio de un ecosistema. Es lo que hemos visto en las dos últimas guerras coloniales en el Creciente Fértil(1) y en la colonialmente llamada Latinoamérica durante los últimos 30 años. Dentro de la guerra contra el “terrorismo” definido por EE.UU. y la caza de petróleo en Irak, lo que no se ha difundido tanto son las ansias de EE.UU. por controlar los campos de amapolas de opio en Afganistán. Coincidió con el incremento de las prescripciones de analgésicos opiáceos repartidos a americanxs principalmente por médicos respaldados por compañías farmacéuticas y el continuo aumento de la popularidad de los opiáceos como drogas recreativas. Este mercado sigue existiendo, como prosigue la ocupación, donde la gente de esas tierras sufre el acoso y el vivir entre soldados de EE.UU., mientras que el opio consigue cruzar el mar. Un similar impulso de las drogas y la producción coercitiva para los EE.UU. fue visto anecdóticamente en el Triángulo Dorado(2) mientras los EE.UU. estaban peleando en Vietnam, y cometieron operaciones secretas en los vecinos Laos y Camboya. Las drogas benefician a los EE.UU. y al imperio, lo siento mucho.
Por si no estuviera lo suficientemente claro, mirad justo al sur de la línea colonial de Estados Unidos desde México hasta Argentina. La guerra contra las drogas controlada y respaldada por los EE.UU. no sólo está destinada a crear las condiciones para justificar el genocidio en los EE.UU. contra lxs negrxs y marrones, lxs indígenas y lxs migrantes, sino que también es una estrategia para continuar con el legado de las guerras sucias, las juntas militares y la supremacía blanca, y el neofascismo deorigen colonial en el que ni siquiera lxs izquierdistas al cargo y adoradxs por lxs socialistas de América y Europa evitan recaer. Mucha gente ya no es capaz de acceder a sus patrias generacionales debido a la violencia relacionada con los más puros motivos capitalistas de aquellxs que han “mudado”, forzadxs a trabajar como corredorxs, impulsorxs, guardias, etc., ya que no hay nada más porque la tierra está envenenada o monocultivada, el agua está envenenada por los residuos mineros y la contaminación o se roba para producir alcohol o soda o para ser embotellada como tal para su venta, y todos los demás caminos están limitados debido al clasismo respaldado racialmente y el sentimiento anti-indígena, la moralidad estricta, las directrices de género y de la sexualidad traídas por lxs colonizadorxs y lxs misionerxs neo-coloniales desde los EE.UU. (es decir, mormones, testigos de Jehová y evangélicos), y el estatus subdesarrollado a propósito en el mundo. Cuando no nos dan nada, nos entregamos a lo que se nos concede, según parece. Pero contraatacamos. La gente de Xyha
mata a los cultivadores de marihuana de su tierra antes de que los paramilitares puedan llegar al territorio. Lxs Emberá de Panamá, lxs P'urépecha de México, lxs Bribri de Costa Rica, lxs Nahua de Colombia, todxs han peleado y han incluso expulsado a sus forasterxs o extranjerxs, a pesar de ser conscientes de lo que les podría hacer el cártel si interfieren en sus actividades. Las comunidades Zapatistas y de autodefensa a través de México no sólo se abstienen de la droga, sino que también combaten a los cárteles y a las fuerzas paramilitares del gobierno que van de la mano con los cárteles y con los EE.UU. Este tipo de resistencia armada y empuje tiene su historia en las Américas hasta periodos coloniales incluso más tempranos y hasta estos días, incluso en Norteamérica, tierras indígenas autónomas y/o soberanas luchan y mueren evitando más daño, y mueren como consecuencia de la droga. Aunque esto no ha sido siempre así y no tiene por qué ser el caso tampoco en las tierras indígenas productoras o en las tierras ocupadas donde es consumido. Podemos elegir, y algunxs de nosotrxs lo hacemos, oponernos a la existencia de estos tóxicos por razones políticas y descoloniales. Rechazando jugar no sólo en lo que pacifica, sino en lo que llega y promueve sistemas que están inherentemente basados en el imperialismo y el capitalismo, así como usados para reforzar el patriarcado por todas partes, unx siente toda la agonía que debería: por sí mismxs para hacer lo que escogieron o deben hacer sin dejarse llevar por ningún falso placer de esta civilización, por otros seres y por el planeta siendo destruido cerca y lejos de ellxs, y por el futuro, ya que esto continúa. Cuando realmente sientes todo aspecto doloroso de vivir, eres más aptx para resistir al máximo porque eres capaz de sentir cómo de enfermizo e inflexiblemente parasitario es todo. Si puedes sentir eso, y sentirlo siempre al nivel que es, entonces tienes una voluntad más fuerte construida para luchar ya que ya nada está acolchando los golpes. Nada está manteniendo tu cabeza por encima del agua, hasta que tomas el bote que la civilización da a algunxs y lo haces pedazos y flotas en una tabla.
Nada te está adormeciendo, haciéndote olvidar, haciéndote sentir placer cuando tú, aquellxs a tu alrededor y otrxs en la periferia están muriendo o están ya bajo tierra mientras tú eres unx muertx viviente. En un marco que es contra toda opresión, contra todo control, contra toda pasividad, unx debería apartarse de los intereses de la civilización y del placer dorado por lo que crees que luchas. No puedes destruir a tus amos sin ir hasta el final.
1 Nombre histórico y geográfico de la región de los ríos Tigris y Éufrates, actuales Irak, Irán, Afganistán, Siria…
2 Zona de forma triangular que abarca territorios de Vietnam, Birmania, Tailandia, Camboya y Laos en la que la producción y cultivo de opio es una de las más altas a nivel mundial. Durante la Guerra de Vietnam, se aprovechó para transportarlo en cantidades ingentes usando el puente aéreo militar establecido entre EEUU y Saigón.
Sarambi, para (Mi Vegan Straight Edge es de todo menos blanco.
Una crítica anarquista indígena contra el especismo y la cultura de la droga)
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