Condicionamientos ambientales de los sonidos en las lenguas

Recientemente son varias las voces que se levantan en contra de preceptos innatistas, universalidad de las lenguas y demás preconcepciones generativistas. Así que varios autores, alejados de postulados chomskianos, están trabajando sobre la posible existencia de condicionamientos ambientales en la distribución de los sonidos de las lenguas. Una idea muy interesante, ¿no os parece?

Quizás esta entrada tiene más que ver con el habla que con la voz, pero como me ha parecido un tema novedoso, me gustaría compartirlo con los lectores de nuestro blog.

Distancia evolutiva

Quentin D. Atkinson (2011) propone que si la diversidad genética y fenotípica humana disminuye con la mayor distancia de África, parece plausible que haya ocurrido un efecto similar con la cultura humana y por ende con el lenguaje. Para probar esta idea utiliza una muestra de 504 lenguas (del total de aprox. 6700 lenguas habladas en el mundo) de las que analiza la cantidad de fonemas que poseen y los pone en relación con el posible origen del lenguaje en África. Con su modelo descubre que efectivamente hay una relación entre el número de sonidos de las lenguas y su distancia de África. Por ejemplo, la lengua xhosa, hablada en el sur del continente, cuenta con 84 fonemas en su repertorio, mientras que el Maori hablado en Nueva Zelanda  presenta solo 20 fonemas. Es decir, que si asumimos un posible origen del lenguaje en África, las lenguas más antiguas habrían tenido más tiempo para diversificarse que las más modernas, que son las que se dan en los lugares a los que más tarde llegaría el ser humano y  se desarrollaría el lenguaje. Solamente la distancia desde el origen explica el 30% de la variación fónica de las lenguas y algo menos del 20% si se controla el número de hablantes. (Imágenes Atkinson, 2011: 347-8).

Altitud y presión atmosférica

En la misma línea, Caleb Everett (2013) propone que la orografía del planeta podría condicionar el tipo de sonidos que producimos. Para ello, analizó 567 lenguas y descubrió que los sistemas que contaban con eyectivas en su repertorio se daban con más  frecuencia en regiones más altas del planeta en comparación con las lenguas que no los tienen, independientemente de la familia de lenguas a la que pertenezcan. En la segunda imagen se puede ver que en zonas de más de 3000 metros de altitud el 40% de los sonidos de esas lenguas son eyectivas. La explicación puede ser que este tipo de sonidos, que se producen durante la inspiración, no con el aire espirado como normalmente se produce la mayoría de los sonidos, a partir de una compresión del aire supraglótico, consecuencia de la constricción glótica,  se ven facilitados en las zonas de mayor altitud debido a que la presión atmosférica es menor, lo que reduciría el esfuerzo fonatorio y la presión de aire dentro de la boca. Además, la producción de estos sonidos mitigaría la pérdida de vapor de agua al exhalar el aire, ya que las eyectivas se emiten con el aire que entra en los pulmones no con el aire que sale. Su hipótesis se comprueba parcialmente en Eurasia, África y Sudamérica, pero no en Norteamérica. (Imágenes Everett, 2013).

Humedad

El mismo autor, esta vez junto con Damian Blasi y Seán Roberts, dos años más tarde propuso otra idea similar: las lenguas con tonos en sus repertorios se dan con más frecuencia en regiones húmedas, donde la propia humedad del ambiente es garantía de una mejor hidratación de las cuerdas vocales y, por tanto, un mayor control fonatorio, el requerido para llegar a producir, por ejemplo, los 6 tonos léxicos de uno de los dialectos vietnamitas. Estos patrones complejos de fonación, en estas lenguas la palabra varía su significado en función del tono (algo así como número/numéro/numéro), suponen un control muy alto de las cuerdas vocales. Para ello, estas deben estar en sus condiciones de funcionamiento óptimas: humedad e hidratación adecuadas, características que se consiguen más fácilmente en ambientes húmedos que secos. Su análisis se basa en 527 lenguas y en la correlación entre la distinta humedad y temperatura y las zonas donde las lenguas habladas tienen más de tres tonos. Descubren que el 25% de las lenguas con tonos complejos ocurren en zonas húmedas en el 88% de los casos, y el 50% en un 43% de zonas húmedas. (Imagen Everett el al., 2015).

Temperatura y vegetación

Finalmente, Ian Maddieson y Christophe Coupé en sendos trabajos de 2015 y 2016 sostienen la hipótesis de que los repertorios fónicos de las lenguas están relacionados con la temperatura y la vegetación en las zonas donde se hablan. Así, a partir del análisis de 706 lenguas en el  trabajo de 2015 y 684 en el de 2016 analizan esta posible correlación entre la clasificación de los sonidos en sonantes (vocales, glides,  vibrantes, laterales y nasales) y obstruyentes (fricativas sodas, fricativas sonoras, oclusivas sonoras y oclusivas sordas) por la que los sonidos sonantes son más audibles que los obstruyentes, dentro de una escala de perceptibilidad continua. Con ello prueban que los sonidos más sonoros (que se caracterizan por bajas frecuencias) se darán en zonas de lenguas con gran vegetación, ya que la presencia de árboles dificultaría la transmisión de información. Esto parece explicar un 20% de la distribución de los repertorios analizados. (Imágenes Coupé y Maddieson, 2016: 2338).

En resumen, estos trabajos demuestran que si se rastrean los distintos repertorios fonológicos de las lenguas del mundo y se correlacionan con factores ambientales como la localización, la altitud, la temperatura, la humedad y la vegetación se puede explicar  en torno al 20-30% de la variación de los sonidos de las lenguas. Estos porcentajes son muy bajos como para poder sostener que estas correlaciones explican los repertorios fonológicos en su totalidad, pero sí nos dan una idea de que la evolución y caracterización de los sonidos de las lenguas no es únicamente una acción preprogramada interna al ser humano, sino que responde también a diversas causas de origen multifactorial externo.

Nota: me gustaría agradecer la génesis de esta entrada al profesor Antonio Benítez Burraco.

Para saber más…

  • Atkinson, Q. (2011). Phonemic Diversity Supports a Serial Founder Effect Model of Language Expansion from Africa. Science, 332, 346-348.
  • Coupé, C. y Maddieson, I. (2016). Quelle adaptation acoustique pour les langues du monde? CFA/VISHNO 2016, 2335-2340.
  • Everett, C. (2013). Evidence for Direct Geographic Influences on Linguistic Sounds: The Case of Ejectives. PLoS ONE 8(6), e65275.
  • Everett, C., Blasi, D.E. , Roberts, S.G. (2015). Climate, vocal folds, and tonal languages: Connecting the physiological and geographic dots. PNAS, 112(5), 1322–1327.
  • Maddieson, I. y Coupé, C. (2015). Human spoken language diversity and the acoustic adaptation hypothesis. Acoust. Soc. Am., 138(3), 1838–1838.

Publicado por Nuria Polo