Caza

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Cuadro representando al cazador con su presa, pintado por Joachim von Sandrart.
Azulejos representando la caza.

La caza (también denominada actividad cinegética) es la actividad o acción en la que se captura o mata un animal en estado salvaje.[1] Según el filósofo español José Ortega y Gasset, «la caza es todo lo que se hace antes y después de la muerte del animal. La muerte es imprescindible para que exista la cacería».[2]

Historia[editar]

La especie humana ha practicado la caza desde la prehistoria. Se considera que los primeros grupos humanos utilizaron un sistema de caza, pesca y recolección el cual fue muy eficiente para garantizar el poblamiento del planeta. Se estima que más del 80 % de los grupos humanos en la actualidad son herederos de este modo de producción basado en el desarrollo de incipientes tecnologías y técnicas primitivas de recolección, cacería y pesca.[3]

El humano comenzó a cazar para subsistir, y así sigue siendo actualmente en muchas partes del mundo. La caza de subsistencia es aquella actividad que se realiza con la finalidad de obtener proteína animal o subproductos de caza para satisfacer las necesidades propias de los grupos humanos ligados a zonas rurales donde la disponibilidad de especies cinegéticas es alta.

El ejercicio de la caza formó la primera y principal ocupación de todos los hombres y se dedicaron a ella con pasión, lo que se refleja en textos religiosos y mitológicos. Por ejemplo, la Biblia dice que Nemrod nieto de Noé era cazador. Ismael, hijo de Abrahan y de Agar, se distinguió en este ejercicio. Esaú vendió su herencia a Jacob por un plato de lentejas al llegar hambriento de la caza. David fue cazador, etc.

Caza en la Antigua Grecia

La fábula nos representa a Diana como la divinidad de los cazadores. Chirou, que cuidó de la instrucción de la mayor parte de los héroes de la antigüedad, fue instruido por Diana en el arte de la montería. La misma atribuye a Pólux la gloria de haber enseñado o adiestrado los perros a la caza; y nadu disputa a Cástor el haber introducido los caballos en la caza de los ciervos.

Los babilonios y los medos tenían también una afición particular a la caza y los últimos habían construido grandes parques, en los que tenían encerrados leones, jabalíes, leopardos y ciervos. Los griegos de los tiempos heroicos eran apasionados también por la caza. Platón llamaba a la caza «ejercicio divino» y la escuela de las virtudes militares. Leemos en Homero que Ulises fue herido en el muslo por un jabalí cuya señal le duró toda la vida. Tenían una cierta vanagloria en poseer perros bien enseñados a los que les daban nombres diferentes, distinguiéndolos según el país de donde provenían. Tampoco les era desconocida la caza de pájaros con el halcón y gavilán.

Caza del jabalí en un mosaico romano

Entre los romanos solo los esclavos y la gente de baja extracción eran los que iban a la caza, a pesar de que consideraron esta ocupación como un ejercicio honesto. Paulo Emilio regaló a Escipión un equipaje de caza semejante a los de los reyes de Macedonia; y el joven héroe después de la derrota de Perseo cazó en el reino de este príncipe durante todo el tiempo que sus tropas permanecieron en el. Pompeyo vencedor de los africanos se entregó entre estos pueblos a los placeres de la caza.

Los romanos iban a cazar en los bosques, en los campos, etc. y en los últimos tiempos de la república, en los sotos o parques en donde tenían encerrados animales de toda especie. La caza con perros les pareció siempre la más noble; a pesar de que esto no impedía, como dice Plinio, que cazasen también con el halcón o el gavilán.

Los francos, que no conocían otra profesión que la de las armas, después de la conquista de las Galias encargaron a los naturales del país el cultivo de las tierras y se reservaron para sí la caza, que pasó a ser entre ellos un ejercicio noble.

La caza, que formó la primera y principal ocupación de los hombres, era antiguamente permitida a todo el mundo. Los romanos no habían formado todavía de ella un punto de jurisprudencia. La ley Sálica contenía ya algunos reglamentos relativos a la caza, pero no coartaba en nada el derecho natural de esta. Poco a poco se fueron introduciendo leyes y formando reglamentos para el ejercicio de ella, no permitiendo en ciertos países el dedicarse a cazar sino a la clase distinguida de la sociedad.

En los primeros siglos del cristianismo el celo de los fieles no les permitía ir a cazar durante la cuaresma y días de ayuno, aunque se guardase este, destinando el tiempo para ejercicios de penitencia. A pesar de ser la caza un ejercicio muy violento y cansado, muchas señoras de Inglaterra y algunas de Francia tienen una pasión particular por ella a la que se dedican como los hombres más aficionados.[4]


El instinto de caza tiene origen remoto en la evolución de la raza. El instinto cazador y el de lucha se combinan en muchas manifestaciones. [...] Puesto que el afán sanguinario de los seres humanos es una parte primitiva de nosotros, resulta muy difícil erradicarlo, sobre todo cuando se promete como parte de la diversión una pelea o una cacería.

William James (psicólogo), 1890

Modalidades de caza mayor[editar]

Las especies cinegéticas aplicables al término de «caza mayor» difieren de la legislación de un país a otro. Por ejemplo, en España se considera caza mayor a las especies que en estado adulto son más grandes que un zorro (sin incluirlo): jabalí, ciervo, corzo, cabra montés, rebeco, lobo (al norte del río Duero), gamo, muflón y arruí.[5]

Aunque en caza menor también es necesario tener en cuenta las características meteorológicas (viento, lluvia, fases lunares, temperatura, etc.) es en la mayor donde hay que tenerla más en cuenta, ya que estas características condicionan los movimientos de los animales, o delatan la presencia del cazador.

Montería[editar]

De esta modalidad, con más de 300 años de historia, existen dos variantes practicadas en España.

En la variante más conocida, practicada en casi toda la península, los cazadores (denominados monteros) se colocan en puestos rodeando una mancha (zona de monte más o menos espeso donde se refugian los animales) dispuestos en líneas (denominadas armadas) que rodean la mancha. Una vez instalados todos los cazadores una serie de rehalas se comienzan a mover ordenadamente por dicha mancha para lograr que los animales huyan, de forma que los cazadores puedan disparar sobre ellos.

En esta variante las distintas armadas en las que se colocan los puestos reciben las siguientes denominaciones en función de su posición:

  • Cierre: es una línea de puestos que cierra la mancha para evitar la huida de las reses de la finca a cazar.
  • Traviesa: es una línea de puestos que atraviesa el interior de la mancha con la intención de abatir las reses que se mueven en el interior de ésta.

Una vez situado el montero en su puesto (o postura), deberá permanecer en él hasta la finalización de la montería sin moverse de su posición. Es, por tanto, un método de caza estático donde el cazador espera a que los perros agrupados en rehalas conduzcan a los animales a la posición en la que se encuentra éste para intentar abatirlos con su rifle o escopeta.

En la otra variante, más típica del norte de España, antes de colocar los puestos se buscan los encames con perros atraillados (principalmente sabuesos). Sabiendo la localización de los animales a cazar se colocan los puestos en función de sus escapatorias y querencias.

Durante la montería, además de a las normas de seguridad el cazador debe prestar atención a disparar únicamente sobre los animales sobre los que está permitido hacerlo y abatiendo únicamente el número autorizado, pudiendo existir distintas limitaciones en función de la especie, sexo, edad, etc.

Finalizada la montería, se realiza la denominada «junta de carnes», donde los porteadores situarán los animales abatidos durante la cacería para que los monteros puedan observar sus trofeos y los de los demás asistentes.

Gancho o batida[editar]

Modalidad similar a la anterior, pero con limitaciones de puestos, perros y total de participantes. Cabe destacar que la organización de las posturas es diferente a la de una montería, ya que en una batida se colocan los puestos en una única línea para cortar la huida de las piezas a cazar.

Rececho[editar]

Consiste en la aproximación a un animal previamente seleccionado. Es la modalidad que más esfuerzo precisa del cazador, pues debe de conseguir llegar a una distancia óptima de disparo, sin que el animal perciba su presencia. La aproximación se realiza en el medio natural del animal, siendo comúnmente cumbres, laderas escarpadas y montes cerrados. Es un «tú a tú» entre el animal y el cazador, entre el instinto natural del primero y el esfuerzo e inteligencia del segundo. Esta modalidad se caracteriza por ser la más selectiva de todas, ya que desde el primer momento, el cazador sabe con certeza el animal al que va a dar caza, así como su sexo y su edad aproximada.

Aguardo o espera[editar]

El cazador se sitúa en una posición próxima a un lugar asiduo de los animales (generalmente jabalíes, en bañas o zonas comida). En el caso que apareciesen, el cazador después de la observación de los animales efectuará el disparo sobre el animal escogido. Una de las variantes más practicada es la espera nocturna, en la que el cazador se ayuda o no, de una fuente luminosa artificial.

Al salto[editar]

Un solo cazador, con o sin perros, busca el animal a cazar, bien en su encame o cerca de este, para terminar el lance con un disparo o después del agarre por parte de los perros con cuchillo o lanza.

En mano[editar]

Similar a la anterior, pero más de un cazador. Aunque las definiciones de «al salto» y «en mano» difieren poco, en realidad la ejecución es muy diferente. En esta cacería se abaten más animales.

Modalidades de caza menor[editar]

Las especies cinegéticas de caza menor difieren de un país a otro. En España se considera a los menores que el zorro y los principales en función de sus capturas son: conejo, perdiz, codorniz, liebre y paloma.[6]

Al salto o «A guerra galana»[editar]

Similar a la de caza mayor. Si se practica con perros también se llama «a rabo».

En mano[editar]

Similar a la de caza mayor.

Ojeo[editar]

Similar a la montería de mayor, pero con especies menores. Principalmente perdiz, aunque también se suele dar con liebre.

Reclamo[editar]

Caza con mochuelo y red.jpg

Caza con la ayuda de una perdiz viva enjaulada puesta en el centro de un claro para atraer a sus congéneres, los cuales son atrapados por redes o generalmente disparados por el cazador escondido en un puesto.

Al paso[editar]

Caza similar al «aguardo» o «espera» en mayor, salvo que aquí los cazadores principalmente esperan a los animales en el trayecto de sus dormideros a las zonas de comida, o sus pasos migratorios. Son cazados principalmente palomas y zorzales.

Cetrería[editar]

Caza usando un ave de presa.

Caza de liebre con galgo[editar]

Pintura de la caza de la liebre con galgo.

Se trata de una modalidad en la que no se utilizan armas y en la que solo se utilizan perros de raza galgo. Por otra parte es similar a la caza «al salto» o «en mano» sobre terrenos llanos y limpios de vegetación arbórea o arbustiva.

Caza de madriguera[editar]

Caza realizada sobre mamíferos de madriguera (zorros y conejos) utilizando perros terrier o hurones.

Se evita la huida del animal objeto de la caza, bien disparándole (conejo y zorro) o bien con redes, llamadas capillas, colocadas en las bocas (conejo).

Caza con perros de rastro[editar]

Es una modalidad en la cual los perros de caza de rastro persiguen a la especie cinegética mediante el olfato. En un principio se rastrean los rastros que el animal ha dejado antes de acostarse. A continuación se levanta al animal de la cama o refugio utilizado. Finalmente se le persigue. Esta modalidad es propia del norte de Españautilizada para la caza del zorro y liebre en la caza menor, y jabalí y corzo en la caza mayor.

Aspecto legales[editar]

En Costa Rica el 10 de diciembre de 2012 la caza deportiva fue declarada ilegal por la Asamblea Legislativa de ese país convirtiéndose en el primer país de Latinoamérica en prohibir tal actividad.[7]

Por otra parte, se trata de una actividad regulada en la mayoría de países y que genera importantes rendimientos económicos en mayor o menor medida.

La caza en las religiones[editar]

En la religiones judeocristianas[editar]

Según la Toráh y la Biblia, fue después del Diluvio universal cuando se autorizó al hombre a cazar y pescar para alimentarse.[8] No obstante, ya aparece antes al menos una referencia al hecho de conseguir pieles de animales que le sirviesen para vestirse y otros usos.[9]

Con posterioridad al Diluvio, de nuevo según el Génesis, Nemrod fue el primer hombre que se distinguió como «poderoso cazador en oposición a Jehová».[10] Debió cazar por diversión, como hicieron más tarde los reyes de Asiria, Egipto y otros países. No hay ningún indicio de que los israelitas realizasen esta actividad simplemente por diversión, aunque cazaban animales, como gacelas y ciervos, que les servían de alimento,[11] y mataban animales salvajes en defensa propia[12] o con el fin de proteger a los animales domésticos o las cosechas.[13] [14]

Medios[editar]

El hurón es utilizado en la caza del conejo en madrigueras.

Para el ejercicio de la caza, el humano se ha servido, y lo sigue haciendo, de otros animales: perros, hurón y aves rapaces (cetrería). El uso de perros es necesario prácticamente en todas las modalidades de caza, tanto menor como mayor, siendo indispensable en la caza de animales como el conejo, o como ocurre en la caza de liebre con galgo, siendo este último el único medio que usa el hombre para capturar al animal.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Definición de Cazar según la Real Academia Española
  2. Álvarez Bustos, Pedro (2010). Antes lo pumas; ahora los jabalíes. Pregón Agropecuario, Huina Renancó, Córdoba: Sitio Argentino de Producción Animal. p. 1. Consultado el 27 de enero de 2011. 
  3. «El origen de la caza». 4 de diciembre de 2014. Consultado el 4 de diciembre de 2014 2014. 
  4. Diccionario histórico enciclopédico, Vicenç Joaquin Bastús i Carrera, 1828
  5. Artículo 8 de DECRETO 65/2011, de 23 de noviembre, por el que se regula la conservación de las especies cinegéticas de Castilla y León, su aprovechamiento sostenible y el control poblacional de la fauna silvestre: [1]
  6. Artículo 9 de DECRETO 65/2011, de 23 de noviembre, por el que se regula la conservación de las especies cinegéticas de Castilla y León, su aprovechamiento sostenible y el control poblacional de la fauna silvestre:[2]
  7. [3] www.americaeconomia.com
  8. Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Génesis 9, 3-4». Biblia versión Reina-Valera (Wikisource). 
  9. Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Génesis 3, 21». Biblia versión Reina-Valera (Wikisource). 
  10. Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Génesis 10, 8-9». Biblia versión Reina-Valera (Wikisource). 
  11. Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Reyes 4, 22-23». Biblia versión Reina-Valera (Wikisource). 
  12. Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Jueces 14, 5-6». Biblia versión Reina-Valera (Wikisource). 
  13. Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Samuel 17, 34-36». Biblia versión Reina-Valera (Wikisource). 
  14. Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Cantares 2, 15». Biblia versión Reina-Valera (Wikisource). 

Bibliografía[editar]

  • Roberts, Neil (2004). «La transformación humana de la superficie terrestre». En Instituto Centro Americano de Prospectiva e Investigación. Espacio, tiempo y sociedades humanas. Estudios y Documentos. III 56. Guatemala: Ediciones ICAPI. pp. 7-24. OCLC 182624656. 

Enlaces externos[editar]