Trotskismo

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Retrato de Trotsky fechado en 1929.

El trotskismo es una tendencia dentro del marxismo desarrollada en gran parte por León Trotski que, en términos generales, representa una contraposición a la visión que aplicó Stalin del marxismo-leninismo y a las teorías del mismo sobre el "socialismo en un solo país".

Buscaba, en ese desarrollo, encauzar el proceso revolucionario de la URSS. Uno de sus pilares fundamentales es la teoría de "la Revolución Permanente" descrita en su libro del mismo nombre. Otro de los documentos fundamentales es el Programa de Transición, escrito también por Trotsky como base programática de la naciente IV Internacional, fundada en 1938. Uno de sus análisis para entender la evolución capitalista en los países coloniales y semicoloniales fue la teoría del desarrollo desigual y combinado.

Trotsky defendió medidas que buscaban acabar con el burocratismo, llevado a cabo por la nomenklatura del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), como la rotación de cargos y una mayor concreción de las tesis leninistas del centralismo democrático, aplicadas a la estructura y organización internas del partido. Hizo aportes teóricos sobre el feminismo y el arte, y defendió la profundización económica en el socialismo a través de planes quinquenales, posteriormente una versión variada por Stalin sería aplicada mientras gobernaba la Unión Soviética.[1]

Trotsky organizó la "Oposición de Izquierda Internacional", que hasta el ascenso de Adolf Hitler al poder de Alemania en 1933, se consideró una facción de la Internacional Comunista, pese a la persecución que sus militantes sufrían por parte del estalinismo.

A partir de la victoria del nazismo en Alemania, y de la caracterización de la Tercera Internacional como "contrarrevolucionaria", Trotsky llamó a construir la Cuarta Internacional y partidos revolucionarios independientes en cada país.

En la década de 1930 postuló el entrismo en las organizaciones de masas de orientación socialdemócrata, como forma de facilitar la inserción de los partidos adheridos a la IV Internacional en el movimiento obrero, atrayendo al sector más avanzado a su programa. Este trabajo debía hacerse siempre de manera abierta y por un espacio breve de tiempo, ya que luego los trotskistas debían fundar sus propios partidos y organizaciones. Con ese método se pudo construir el Partido Socialista Obrero, sección más grande de la nueva organización alternativa a la Komintern.

Actualmente existen alrededor del mundo un número elevado de organizaciones trotskistas que provienen de las agrupadas en la IV Internacional. Por ejemplo, en países como México, Reino Unido, España, Portugal, Francia, Argelia, Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Venezuela, las organizaciones trotskistas han adquirido mayor influencia que en otros, pero sin lograr un peso decisivo.[2] [3]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

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