El grito de los gladiadores del "errejonismo", no al entrar sino al salir ya derrotados de la arena de Vistalegre, suena igual al de los luchadores que combatían en la antigua Roma. Temen lo que les espera, tras la inapelable victoria de Pablo Iglesias y, con ella, la de su entorno más cercano. Nadie confía en que haya clemencia tras una guerra que ha dejado demasiadas heridas y no pocos rencores, pese a que si algo han penalizado las bases ha sido la pelea y el ruido interno.
Lo verdaderamente sustancial de Vistalegre II no es que Iglesias haya ganado a Errejón: siempre hay alguien que pierde. Ni siquiera que hayan sido buenos amigos: el tándem González-Guerra también se quebró y el PSOE no colapsó de repente. Lo relevante es que una parte mayoritaria de los militantes, consciente de que era una elección determinante, ha apoyado un liderazgo y un modo de hacer política claramente definido. Incluso sesgado. Votar a Iglesias no es votar a una incógnita.
Todos los periodistas auténticos tienen algo importante que les motiva, que es nuestra brújula. En el centro de nuestra misión está el periodismo, que hace rendir cuentas a las instituciones poderosas y a los individuos. Tenemos la obligación de decirle la verdad al poder, y los poderosos de nuestro mundo no deben suprimir nunca nuestra voz.
Hoy, la preocupación por la desigualdad se está generalizando. Incluso los asistentes a la Cumbre de Davos de enero de 2017, para nada representantes del radicalismo izquierdista, acaban de manifestar su preocupación por el abrupto incremento de la desigualdad en muchos de los países desarrollados y han establecido relaciones de causalidad entre esta y el ascenso generalizado de las tendencias proteccionistas y nacionalistas en lo comercial y populista, cuando no xenófobas, en lo político.
Una vez que consiguen hacer valer sus derechos en los juzgados, suele empezar el verdadero calvario para las familia que reclaman que sus hijos reciban horas de castellano en la escuela que les corresponde según la ley. Es tal el acoso al que se somete a estas familias, que en la mayoría de los casos acaban por renunciar lo que la justicia les ha dado y, en no pocas ocasiones, acaban incluso cambiando a sus hijos de centro escolar.
La pregunta me ronda la cabeza desde que mi mundo comenzó a llenarse de canciones sobre tallarines que son payasos en un plato, padres y madres llamando cookies a sus retoños en el parque mientras les ayudan a subir a lo más alto del columpio o la manía de cualquiera de dirigirse a ellas como "princesas" y a ellos como "campeones".
Es la hora de incidir en el manejo eficaz y eficiente de los datos, una obligación en un mundo donde el volumen de datos digitales se duplica cada dieciocho meses. La mejora en la gestión de los datos públicos no sólo favorecería la necesaria transparencia gubernamental, tendría un impacto positivo visible sobre el ciudadano.
La mayoría de las narraciones de Marian Izaguirre son como esas muñecas que esconden otras muñecas debajo y éstas, a su vez, otras más pequeñas. Es decir, historias que remiten a otras historias, unidas por un hilo que las entrelaza a todas con suma maestría y delicadeza.
No es que los españoles leamos más, sino que vivimos felizmente dentro de las páginas del Lazarillo de Tormes o en las de El Quijote. Ahora resulta que a Artur Mas no se le juzga por desobediencia y prevaricación, sino por el simple y valeroso hecho de "poner unas urnas", por demócrata, por defender la democracia.
Más del 25% de los ciudadanos de todo el mundo ya han realizado alguna compra a través de la red y cada año las cifras aumentan progresivamente. Esto no es casualidad y existen múltiples causas que pueden considerarse promotoras de todas estas compras que han incrementado la facturación global del e-commerce.
Digo que no a planes en el último momento. Me invento excusas para quedarme en casa. Me muerdo las uñas y me echo a llorar de repente. Me quedo sin aliento, me siento intranquila, me dan miedo las nuevas situaciones, soy incapaz de ir sola a los sitios y sufro ataques de pánico.
Feminismo es solidaridad. Cuando se utiliza el término "feminizar la política", "feminizar la cultura" o incluso de "feminizar la sociedad", se emplea con la intención de hacerla más inclusiva, más abierta y más plural. Trasladar el poder del individuo hacia la comunidad.
En el año 2016, la fase de transparencia 1.0 se dio por terminada y comenzó el impulso de la transparencia 2.0, que supone el paso de la obligación a la devoción, de lo ajustado a lo que es justo, de lo mínimo a lo máximo, del hacer por el creer, de la concepción de que el garantizar el derecho de acceso, el derecho a saber, es cosa de todos.
Lo que era una excelente idea, hacer un frente unido ante lo que el historiador Enrique Krauze llamó "el mayor enemigo de México de los últimos 170 años" se ha vuelto espejo de los tiempos que vivimos por acá: desunión, falta de altura de miras en la clase política, oportunismo político y ausencia de la sociedad civil.
El pasado año trajo la constatación de que la red, tal y como se construyó en la década pasada, ha alcanzado tal punto de ebullición que los retornos han empezado a ser decrecientes en algunos ámbitos. No en el económico, sino en el pilar fundamental sobre el que se construyó la web: el contenido.
El dramaturgo Juan Mayorga tiene ahora en Madrid tres obras que no se debería perder.El cartógrafo, que se despide del Matadero; Famélica en Teatro del Barrio. Y Himmelweg en el Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa de la mano de la Atrium La Companyia.
¿Deben ir pues a Mezcal Lab? Por supuesto que sí, pero quizá como si fueran de tapas, poca gente y no mucha hambre, quizá antes de ir a otro sitio o para una comida ligera. Así evitarán los problemas, no tendrán que esperar meses para conseguir mesa y podrán disfrutar a carta cabal del mejor mexicano de Europa.
El pasado lunes estuve en la interesante presentación en el auditorio San Blas de Salamanca del primer libro inédito de Miguel de Unamuno: Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza. Lo escribió en 1889, cuando tenía 25 años, mientras visitaba diversas ciudades de los países citados, y ahora los ha publicado Pollux Hernúñez en una magnífica edición.
La medicalización de la sexualidad, la menopausia, la menstruación o la lactancia, están al orden del día. En el caso del deseo sexual, hay un afán por buscar un tratamiento a un problema descrito por síntomas y ningún signo. Las mujeres debemos exigir primero investigaciones de calidad, que arrojen luz a la sexualidad femenina, y sobre todo, que no nos vendan motos