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Los ciberjinetes del Apocalipsis. ¿La innovación es una nueva religión?

Profetas, centros de peregrinación, creyentes y herejes: el universo de Silicon Valley tiene un culto propio que, lejos de ser una anécdota, puede estar llevando a pronósticos equivocados

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LA NACION
Domingo 07 de agosto de 2016
Ilustración: Alfredo Sábat
Ilustración: Alfredo Sábat.
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"Vehículo de Uber nuestro que estás en los cielos (junto a otros autos voladores y sin conductor humano), santificado sea tu sistema operativo de inteligencia artificial. La oferta pública de acciones en el Nasdaq nuestra de cada día dánosla hoy. En el nombre de Apple, Google, Mercado Libre y Elon Musk, amén."

El mundo de la innovación, los emprendedores y la singularidad tecnológica está lleno de paralelismos con la religión: hay profetas, centros de peregrinación (Silicon Valley, Tel Aviv, Seúl, Shenzhen), tribus de creyentes, herejes y verdades reveladas. Los puntos en común podrían quedarse en una simple curiosidad, un tema de tesis de una carrera humanística, si no fuera porque hay un grupo de tecnólogos y expertos en esta agenda que creen que esta pregnancia de valores religiosos actúa como un sesgo que podría llevar a proyecciones equivocadas. Y que los pronósticos de vehículos sin conductores humanos, vidas de cientos de años, fin del empleo, fin de los viajes por la realidad virtual y otros fenómenos que desde el ámbito de la innovación se ven como inexorables podrían estar diciendo más sobre nuestro presente, con sus patrones psicológicos y culturales moldeados en miles de años, que sobre el futuro.

"El elemento clave de la retórica de Silicon Valley es ?el futuro'. La extrapolación de tendencias económicas y tecnológicas se hace de manera acrítica (con la ley de Moore, que predice que la capacidad computacional se duplica cada dos años, tomada como profecía), con llamados a ?cambiar el mundo' frente a un futuro -?digital', ?conectado', ?global'- que se da por conocido e inevitable", explica Marcelo Rinesi, un científico de datos que viene siguiendo esta agenda de cerca y forma parte del Instituto Baikal y del Institute of Ethics and Emerging Technologies.

Rinesi está fascinado con los puntos en común del relato grandilocuente de la costa Oeste de Estados Unidos, con su base en Singularity University, el centro de estudios financiada por la NASA que postula que la humanidad vive una etapa única de cambio acelerado y exponencial, y el modelo de apocalipsis judeo-cristiano, derivado históricamente del Apocalipsis de San Juan.

"Este futuro profetizado no es para cualquiera", sigue Rinesi. "Premia a las organizaciones e individuos con ciertos conocimientos, que usen ciertas tecnologías de cierta manera, y castiga a los que no. Tanto los castigos como los premios se describen como colosales. Las empresas ?virtuosas' valdrán billones de dólares y las que no lo son desaparecerán. El futuro es funcionalmente un filtro, y los sobrevivientes vivirán en un mundo próspero y políticamente estructurado, obviamente, alrededor de estos principios organizacionales y técnicos."

Y aunque los ejecutivos de empresas de tecnología y los académicos que postulan la singularidad suelen definirse mayoritariamente como ateos y objetivos en su visión de largo plazo, Rinesi cree que el relato que defienden "obedece más a una herencia retórica, psicológica y social de casi dos mil años que a un análisis detallado de posibilidades".

En cierta medida, dice el científico de datos, esto es inevitable: "Un plan de negocios, en el contexto de la economía volátil e impredecible de las startups, es más un enunciado de principios que un modelo financiero, necesita transmitir una visión, y en la cultura occidental hay pocos arquetipos más efectivos y poderosos que el de un apocalipsis sumado a reglas para predecirlo".

Por más que sea percibida como radicalmente secular en muchos países, la cultura estadounidense está permeada por una profunda religiosidad, incluso en contextos sin un contenido religioso ostensible: buena parte de Estados Unidos fue colonizada por grupos con el objetivo deliberado de establecer comunidades guiadas por principios religiosos que garantizarían beneficios tanto espirituales como materiales. Massachusetts, por caso, fue colonizado por refugiados religiosos, y su prosperidad y éxito comercial fueron interpretados como recompensa divina a su adherencia estricta a la forma de vida puritana.

Rinesi trabaja varios meses al año en forma remota para empresas de Estados Unidos en una especialidad "caliente" en el actual mercado laboral: el análisis de big data con herramientas computacionales y estadísticas. Con sus ahorros y el tiempo que gana, cuando no se sumerge en estos mares de información, pasa el resto del año explorando técnicas para alargar la vida. La extensión de la vida humana -e incluso la vida eterna-, que hasta hace pocos años era una postulación de académicos excéntricos como Aubrey de Gray, se convirtió en otra promesa que el credo de la singularidad hizo propia y tomó prestada de la religión.

Ilustración: Alfredo Sábat
Ilustración: Alfredo Sábat.

La grieta robótica

Sólo en el último trimestre de 2015 se lanzaron en Amazon 300 libros que tienen la palabra "innovación" en su título. El profesor de Harvard Clayton Christensen, autor de El dilema de los innovadores, una biblia de los procesos disruptivos, es en la actualidad el orador de convenciones empresarias más caro del mundo, según The Economist.

El término "innovación" se puso de moda en Estados Unidos a fines de los años 60, cuando la Guerra de Vietnam, la degradación ambiental, los asesinatos de Kennedy y de Luther King y otras desilusiones sociales y tecnológicas hicieron difícil conservar la fe de la posguerra en el progreso social y moral. Fue entonces cuando se empezó a hablar de esta palabra más módica, "innovación", menos ambiciosa, moralmente neutra, con la cual la sociedad se sintió cómoda.

En la Argentina, el concepto está en la cresta de la ola del discurso empresarial y público. La semana pasada se conoció la última medición del índice Bloomberg de Innovación, que coloca al país al tope en América Latina. Algo similar ocurre con el Índice de Creatividad de Richard Florida, en el cual la Argentina está en el puesto 17 a nivel global, y primera junto a Uruguay en la región.

Pero el discurso no es unívoco, y hay quienes creen que este foco es excesivo. El abogado y emprendedor Emiliano Chamorro, uno de los motores en la organización de las charlas TEDxRíoDeLaPlata, opina que "la innovación está completamente sobrevaluada en nuestra época". Dos investigadores del Instituto de Tecnología de Hoboken, Lee Vinsel y Alfred Russell, escribieron recientemente un artículo muy comentado en la plataforma Medium donde postulaban que esta "neofilia" (pasión por lo nuevo) distrae energía de lo que realmente importa: proveer buenos productos y servicios, no necesariamente nuevos, y mantener la infraestructura. "Las elites empresariales y políticas de Silicon Valley, Wall Street y Washington sobrevalúan radicalmente la innovación, cuando lo que realmente cuenta para el 99% de las personas es lo que sucede después de un proceso disruptivo", dicen Vinsel y Russell.

En esta "grieta robótica" se identifican varios sesgos que influyen sobre el pensamiento dominante y su futuro proyectado. Además de la herencia de la tradición judeo-cristiana que identificaba Rinesi en los primeros párrafos de esta nota, existe una tendencia a "sobretecnologizar" el futuro y a subestimar los cambios sociales y culturales, tal vez porque es más difícil mirar dentro nuestro como seres humanos que el contexto tecnológico.

En Volver al futuro III, Marty McFly aparece en octubre de 2015 -30 años después del inicio de la película- en un mundo con autos y skates voladores, pero no se ven a parejas del mismo sexo caminando por la calle. En la película 2001, odisea del espacio, filmada en 1969, Stanley Kubrick se imagina un porvenir de viajes espaciales, pero todas las mujeres de la historia son azafatas, asistentes o secretarias: el director no previó la revolución de género de los años 70, cuenta Steven Pinker en uno de los ensayos del libro This Will Change Everything, publicado por el director del sitio web Edge, John Brockman.

Este enfoque lleva a concluir que la existencia de determinada tecnología es condición necesaria y suficiente para un cambio social a gran escala asociado a ese avance en poco tiempo. Como ya está disponible el software de automanejo, desaparecerán los conductores humanos de autos en diez años, pronosticó el empresario Elon Musk, dueño de Tesla, Solar City y otras compañías. Algo similar ocurre con el mercado de trabajo: si un empleo ya es automatizable, toda esa categoría de trabajo desaparecerá en la próxima década.

Michael Chui, un experto en Ciencias Computacionales y Cognitivas y socio de la consultora McKinsey, le dijo dos semanas atrás a la nacion que esta visión binaria, en la cual hay entre un 40 y un 60% de las ocupaciones que desaparecerán, es errónea. Para Chui, la existencia de determinada tecnología de automatización es sólo una de las múltiples variables que influyen, a la cual hay que agregar costos relativos, calidad de la tarea robotizada, temas regulatorios y humanos. Por ejemplo, un hospital japonés anunció el mes pasado que daba marcha atrás con la robotización de la enfermería, porque los pacientes preferían contacto humano. Para Chui, no está claro que este sistema complejo, en términos matemáticos, dé como resultado una reducción o una suba de empleo de personas, "aumentadas" con tecnología, pero no reemplazadas.

El dios de silicio

¿Por qué tiende a imponerse una visión tan lineal sobre el futuro, que no tiene en cuenta la distribución de probabilidades mucho más caótica que emerge de los sistemas complejos? "Nuestra mirada del mundo es intuitivamente lineal, sobre una base de causa, efecto y proporcionalidad", cuenta ahora Gabriel Novick, médico y especialista en sistemas complejos, que da clases sobre esta agenda en la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, y actualmente trabaja como director médico corporativo de Swiss Medical. "Lo lineal nos tranquiliza. Es la mirada de los roles definidos, de la relación directa entre control y orden, donde el entorno influye poco o nada; donde toda acción recibirá una respuesta directa y proporcional", agrega Novick.

Sin embargo, los sistemas vivos, los fenómenos sociales, las relaciones humanas, los fenómenos naturales y el progreso de la tecnología no responden a esta lógica reduccionista.

La linealidad de la visión dominante sobre el futuro, que Rinesi relaciona con el Apocalipsis de San Juan, baja la ansiedad ante un entorno caótico y un porvenir inherentemente impredecible. En El cisne negro, Nassim Taleb llama a este reduccionismo "falacia narrativa", y le asigna raíces que vienen de las ciencias cognitivas y de la psicología evolucionista. "El repertorio de futuros que imaginamos posibles -ya sean utópicos o distópicos- habla más del presente que del futuro, es menos un mapa de nuestras posibilidades que un reflejo de nuestros patrones psicológicos y culturales", marca Rinesi.

Mientras tanto, los paralelismos con la religión se acumulan, y la agenda de la innovación hace rato que excedió el terreno económico para adentrarse en discusiones filosóficas y metafísicas.

Mariano Vázquez es un físico argentino que trabaja desde hace dos décadas en Europa, en el campo de la física computacional. Vázquez dirige un equipo en Barcelona que se dedica a armar simulaciones matemáticas de fenómenos reales complejísimos, como terremotos e inundaciones. Lo hace con una supercomputadora, MareNostrum, que tiene más de 50.000 procesadores. En estos esquemas de simulación de fenómenos naturales "hay una referencia tácita y permanente a una suerte de dios de silicio", cuenta.

El físico, que está por estos días en Buenos Aires de visita, habla con entusiasmo de MareNostrum, la supercomputadora que posee una particularidad: está ubicada dentro de una capilla cerca de la torre Girona, donde se comenzó a instalar en 2004. "No sé si es la computadora más potente del mundo, pero sin duda es la más bella", cuenta Vázquez. Cuando uno entra en la iglesia, ve el gigante electrónico en lugar del altar. Y a físicos y programadores en el lugar donde, hace más de una década, los curas oficiaban misa, confesaban y les decían a quienes se casaban "hasta que la muerte los separe". Ahora, si se cumplen las promesas de inmortalidad de la agenda de la singularidad, ni siquiera eso.

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