Unión Europea repudia el ¡No! griego, mientras que Tsipras se vuelca a la derecha

9 julio 2015

La respuesta de las potencias europeas, y del gobierno griego que SYRIZA dirige, al gran voto de rechazo popular a la austeridad impuesta por la Unión Europea, plantean abiertamente las cuestiones políticas que encara la clase obrera.

El enorme repudio popular de las medidas de los bancos europeos rechocan a las élites de Europa y a sus socios griegos, inclusive a SYRIZA. Confrontando el incansable batallar de intimidación, sobornos económicos, propaganda a través de los medios de difusión y amenazas de los militares, los trabajadores griegos y los jóvenes demostraron su rechazo total a los ataques a empleos, sueldos y jubilaciones.

El las capitales de las grandes potencias de Europa, y de Estados Unidos, ahora discuten como responder. Alemania se apresura en hacer muestras de desprecio al voto de rechazo y a las exigencias de la clase obrera griega; responde al balotaje del domingo con más acusaciones, amenazas y ultimatums.

Sigmar Gabriel, socialdemócrata y vicecanciller alemán, declaró que desde el momento en que convocó un referéndum, SYRIZA “quemó los últimos puentes hacia un compromiso entre Europa y Grecia”. Si Grecia pretende permanecer en la eurozona ahora debe presentar propuestas que “van más allá de las que ha presentado hasta ahora.”

El lunes 6 de julio, Angela Merkel, la canciller alemana hizo hincapié, en una conferencia de prensa junto al presidente francés, François Hollande, que “tal como están las cosas, no existen razones para un nuevo plan bajo el Mecanismo Europeo de Estabilidad.” Añadió que las previas propuestas para Grecia habían sido “generosas.”

Algunos oficiales europeos y de Estados Unidos sugieren pequeñas modificaciones a la deuda griega para que Grecia permanezca en la eurozona, pueda pagar las deudas, y le dé algo a SYRIZA con que convencer a un pueblo adverso. Las cosas que proponen incluirían el noventa y ocho por ciento de las medidas que el referéndum rechazó el domingo 5 de julio.

Una preocupación central de la clase de poder es que el balotaje griego anime a los obreros en Europa y el mundo. El Wall Street Journal publicó un artículo de opinión el 6 de julio, que expresa el temor de que Merkel “afloje” y haga concesiones. Si eso fuera a ocurrir, advierte el Wall Street Journal, “el mensaje para los otros deudores de Europa es que ellos también utilicen extorsión política para cerrarles el paso a reformas de crecimiento económico…. Vota para rechazar las reformas que demandan los acreedores y éstos te recompensarán.”

“Este contagio político,” añade el Wall Street Journal, “es una peor amenaza contra la integridad de la eurozona que las consecuencias inmediatas de una crisis financiera griega o de la salida griega del andamiaje monetario [del euro].”

A Wall Street l le dan ansias que cualquier aceptación de la voluntad democrática de las masas, sólo alentará al los trabajadores europeos y estadounidenses.

La respuesta de SYRIZA al enorme voto griego de rechazo (clara señal del movimiento a la izquierda de la clase obrera) es dar pasos apresurados a la derecha, abrazando a los partidos tradicionales de la burguesía griega, y a las mismas instituciones europeas que has sido tan totalmente rechazadas.

En un discurso a los millones que celebraban la victoria del domingo, el primer ministro Alexis Tsipras dijo, “este voto no es un mandato para romper con Europa, sino un mandato que fortalece nuestra capacidad de negociar para lograr un acuerdo viable,” (léase: Un acuerdo que le sea aceptable a la “troika” de la Unión Europea, el Banco Central Europeo, y el Fondo Monetario Internacional).

La primera maniobra de Tsipras fue hacer que renunciara el ministro de finanzas Yannis Varoufakis, para favorecer las discusiones de pago de deuda en las reuniones del 8 de julio con los ministros financieros del Eurogrupo. A Varoufakis lo reemplazó Euclid Tsakalotos, un líder de SYRIZA, educado en Gran Bretaña, primero en el colegio Saint Paul (donde también estudió George Osborne, canciller conservador británico) luego en Oxford. El New York Times informa que se anticipan más cambios en el gabinete, para crear un “un equipo negociador mas centrista.”

Tsipras luego convocó una junta de seis horas, moderada por el presidente griego Prokopis Pavlopoulos, con los dirigentes del socio de coalición de SYRIZA Griegos Independientes (Anexártiti Éllines, ANEL) y de los tres partidos principales en pro de la austeridad: Nueva Democracia, PASOK y To Potami. La reunión resultó en una declaración conjunta, publicada por el buró de Pavlopoulus. Ésta ya no contiene las exigencias anteriores de reducción de la deuda. Simplemente ruega para que haya una “una promesa [de la Unión Europea] de que ocurra una discusión sustancial sobre como resolver el problema de la sostenibilidad de la deuda pública griega.”

Se especula que esa junta auguraba la formación de un gobierno de unidad nacional (de los partidos capitalistas griegos).

Como había explicado el WSWS antes del referéndum; para SYRIZA el plebiscito fue una maniobra política cínica, con el propósito no de rechazar la austeridad, sino de legitimar su enredo con las élites de poder, en Grecia y en el mundo. Si hubiese ganado el ¡Sí!, el gobierno habría renunciado y ayudado a formar un gobierno de coalición juntando a los partidos en pro de la austeridad y de la Unión Europea. SYRIZA no ha cambiado de curso aunque casi dos tercios de los votantes hayan dicho ¡No!

Las últimas veinticuatro horas son una advertencia en salud: Para la clase de poder no acabará la epidemia de austeridad. O bien tomarán algunas medidas simbólicas los líderes europeos para justificar una nueva ronda de ataques, o bien Grecia se saldrá del euro y SYRIZA (o alguna otra camarilla política) se encargará de más o menos el mismo proyecto para beneficiar a la burguesía griega.

Cualquier camino se tome, la clase de poder se verá obligada a utilizar las pesadas botas de la policía y de las fuerzas armadas para reprimir la inquina social. “Operación Némesis,” el plan de movilizar a miles de tropas y policías antimotines en caso de un “desorden general y prolongado” fue discutido por el gobierno de SYRIZA el 26 de junio, a pocas horas de que Tsipras anunciara el plebiscito.

Sólo han pasado cuatro décadas desde la tiranía de los coroneles griegos. Ahora, en medio de un desorden social generalizado, que la oligarquía (unas pocas docenas de familias que controlan a Grecia) apele a las fuerzas armadas para “restaurar el orden” es una posibilidad muy real.

Todo depende de la movilización de la clase obrera contra todos los que dentro de Grecia intenten imponer las exigencias de la “troika” (la clase de poder griega, sus medios de difusión, la policía y las fuerzas militares, y todos sus partidos incluyendo a SYRIZA, un partido burgués de las capas privilegiadas de la clase media alta).

Un gobierno obrero, controlado democraticamente, debe expropiar la riqueza de la clase capitalista, nacionalizando los bancos e industrias principales.

Esta es una lucha mundial. La clase obrera Europea debe auxiliar a sus hermanos y hermanas griegos. Lo que le pasa a los obreros griegos hoy le pasará mañana a los obreros alemanes, franceses, británicos, españoles, e italianos. La única respuesta a esta ofensiva capitalista es organizando una contraofensiva de la clase trabajadora basada en un programa socialista contra la Unión Europea y los bancos que la controlan.

Chris Marsden