10.000 menores de veintidós años al año son madres en la ciudad de Nueva York. Cuando me lo dijeron, casi me da un pasmo. Estamos hablando de Nueva York, no estamos hablando de un país en vías de desarrollo donde las mujeres no tienen acceso a políticas de natalidad ni información sobre las relaciones sexuales. Hablamos de la capital económica del mundo y de la ciudad más populosa de Estados Unidos.
El concepto "Navidad" se nos ha ido de las manos. Es cada vez más elástico, y como sigamos por este camino, terminaremos viviendo en un eterno bucle navideño, comiendo polvorones a 40 grados en agosto y dejando el árbol puesto de un año para otro, convirtiéndolo en el paraíso de los ácaros.
En los últimos días nos han asaltado portadas de periódicos con titulares en los que se habla de niños y adolescentes que son objeto de los abusos de sus propios compañeros con consecuencias cada vez más preocupantes. Con mayor asiduidad nos preguntamos los docentes y los padres qué podemos hacer para prevenir estos tristes sucesos. La respuesta no es sencilla.
Cuando pensamos en el buen manejo de diabetes, lo primero que viene a nuestra mente es el nivel de glucosa, ese número que nos dirá si nuestro tratamiento está siendo efectivo o si es necesario corregirlo. Lo que no consideramos es que ese nivel ideal de glucosa no es posible sin cinco factores claves que os señalo aquí.
Vivimos en una sociedad hipócrita empeñada en coger con pinzas todo aquello que puede manchar, que puede doler, que exige cambios e iniciativas. La sociedad de lo políticamente correcto que se ha enseñoreado del lenguaje. Poco me importa el término que me otorguen. Soy un discapacitado, he perdido capacidades, claro que sí.
Soy un cabrón porque me lo he currado, porque me he tenido que esforzar para conseguir las cosas. He tenido que sufrir injusticias, y así aprendí a reconocerlas y combatirlas. Y eso es lo que no tienen mis alumnos; por eso votarían a Trump, porque se lo creen todo y porque no dice cosas tan alejadas de su forma pleistocénica de pensar.
Los docentes somos los profesionales de la educación y, como tales, tenemos que ser considerados y valorados. Con medidas como esta huelga contra los deberes solo se consigue poner en entredicho la profesionalidad, autonomía y el saber hacer de unos profesionales que únicamente perseguimos el bien de nuestros alumnos y el progreso de la sociedad. Es complicado inculcar unos valores o intentar guiar a un chaval cuyos padres infravaloran tu labor y plantean dudas sobre tu capacidad y saber hacer como docente.
Lo que queremos no solamente está condicionado por la información, sino que además está fuertemente condicionado por nuestras creencias. En ese caso, ¿cómo saber entonces lo que realmente queremos? ¿Cómo saber que lo que elegimos es lo que queremos de verdad? ¿Cómo estar seguros de ello? Les propongo una opción que no es más que una aplicación de la teoría de la relatividad de Einstein al mundo del comportamiento humano y la racionalidad.
La comprensión lectora es la principal herramienta para adentrarse en conocimientos de otras áreas y avanzar en el aprendizaje formal e informal que permiten adquirir las habilidades cognitivas y no cognitivas para insertarse exitosamente en el ámbito laboral. Sin embargo, la situación en América Latina es bastante deficiente en comparación con la media. Por eso hay que seguir trabajando para reducir una brecha que lastra nuestro desarrollo económico y social.
Antes de que las lluvias las echen a perder, hay que subirse al manzano. Escalera de mano de madera, un cubo de plástico al que ato una cuerda larga. Una vez en el árbol, el mérito esta en coger las manzanas, echarlas en el cubo, mantener el equilibrio en una rama precaria rezando que no se rompa porque te sobran unas lorzas