Hay una cierta izquierda que tiene problemas con un obrerismo imaginario (que tampoco practica mucho, en realidad) y con la definición de clase. Son décadas de fracaso en fracaso en las que la clase obrera ha dejado de oír, no digo ya de entender, estos lenguajes de esta izquierda que han adquirido una connotación burocrática alejada de las esperanzas e inseguridades de la gente débil que se pretende representar.
Los importantes medios de comunicación hacemos análisis macroeconómicos, de derechos y libertades universales y de corrientes de pensamiento, mientras la política clásica ha dejado de hacer su trabajo en la calle para hacerlo en televisiones, periódicos, radios y redes sociales. Se olvidaron del boca a boca y se refugiaron en el cálido mundo virtual donde crees que las victorias las dan los editoriales de los periódicos más vendidos y una avalancha de retweets fomentada por los creadores de opinión.
Creo que todos los sectores de la izquierda actual deberían hacer un gran esfuerzo para no echar la culpa al propio pueblo de esta situación, ¡sobre todo cuando lo han causado ellos mismos! En el caso de los EEUU, la culpa puede identificarse claramente: la tiene el Partido Demócrata, que obstaculizó la candidatura de Bernie Sanders que, si el proceso no hubiera sido manipulado, hubiera ganado a Clinton, y luego, según todas las encuestas, hubiera arrasado contra Trump.
El Servicio Universitario del Trabajo, conocido como el SUT, fue un "invento" del cura José Mª Llanos, que allá por 1950 jugó un papel bastante importante en la toma de conciencia y radicalización política de miles de universitarios españoles de la época que evolucionaron hacia posturas de rechazo del franquismo y apostaron por una izquierda transformadora.
En los últimos días nos han asaltado portadas de periódicos con titulares en los que se habla de niños y adolescentes que son objeto de los abusos de sus propios compañeros con consecuencias cada vez más preocupantes. Con mayor asiduidad nos preguntamos los docentes y los padres qué podemos hacer para prevenir estos tristes sucesos. La respuesta no es sencilla.
10.000 menores de veintidós años al año son madres en la ciudad de Nueva York. Cuando me lo dijeron, casi me da un pasmo. Estamos hablando de Nueva York, no estamos hablando de un país en vías de desarrollo donde las mujeres no tienen acceso a políticas de natalidad ni información sobre las relaciones sexuales. Hablamos de la capital económica del mundo y de la ciudad más populosa de Estados Unidos.
El concepto "Navidad" se nos ha ido de las manos. Es cada vez más elástico, y como sigamos por este camino, terminaremos viviendo en un eterno bucle navideño, comiendo polvorones a 40 grados en agosto y dejando el árbol puesto de un año para otro, convirtiéndolo en el paraíso de los ácaros.
La mayoría de nosotros no nos damos cuenta de los sutiles actos discriminatorios. Pero cuando ves que es tu hijo el que los sufre resulta extremadamente doloroso, porque descubres que la gente no sabe que los está cometiendo.
Mis vecinos, que colocaron carteles de apoyo a Trump durante las elecciones, son buenas personas cuyas familias están sufriendo y creen -con razón- que en Washington a nadie le importa en lo que se han convertido sus vidas.
Donald Trump es un señor que tiene tal aversión a pagar impuestos que, sencillamente, ha dejado de pagarlos. Ese dato es muy desalentador sobre la futura colaboración de EEUU con Europa para combatir la gigantesca evasión fiscal que constituye una de las vergüenzas más notables del planeta en el que vivimos.
Pensar que el hecho de que Trump haya ganado las elecciones le absuelve de sus terribles palabras y actos no solo es irrisorio, sino también insultante. Esa es la razón por la que el miércoles por la noche vimos manifestaciones anti Trump en las calles de Estados Unidos.
En sus letras, el compositor Iván Ferreiro habla del cosmos, de los números primos, de biología pura, de metafísica, del Síndrome de Münchhausen, e incluso ha titulado una de sus canciones Bosón de Higgs.
Para desarrollar la inteligencia emocional, es muy importante dejar de hablar de uno mismo desde un punto de vista pesimista. Cuantas más vueltas des a los pensamientos negativos, más poder les concedes. La mayoría de nuestros pensamientos negativos no son más que eso, pensamientos; no son hechos.
La crisis de los refugiados involuciona en las redes sociales y pasa de la compasión al miedo y la intransigencia.
Nadie es ajeno al huracán Trump, ni siquiera los chavales de 12 a 14 años. No solo opinan, sino que tienen mucho que decir, y sus razonamientos, así como la forma de expresarlos, lejos de ser pueriles, muestran una verdad sin filtro y exenta de maquillaje.
A pesar de que está de moda hablar sobre las cuestiones de intimidad y privacidad, lo cierto es que con la llegada de Internet hay más cambios positivos que negativos en nuestras vidas. Sobre todo en tres aspectos clave.
Lo que asoma tras la enésima crisis entre el PSC y el PSOE no es sólo una disputa orgánica, ni una batalla por el control del censo para unas futuras primarias. Lo que Javier Fernández y Miquel Iceta empezarán a discutir esta semana es un profundo debate ideológico sobre la planta territorial de España, sobre naciones histórico-culturales o político-jurídicas y sobre soberanías compartidas y mal entendidas.
El problema de Trump no es Donald Trump, sino todos los hombres que ya quieren ser como él, no sólo como machistas, sino como "machistas exhibicionistas". Eso es lo que han traído estas elecciones americanas: el machismo como instrumento político y como referencia simbólica social.