Cherán: las otras empresas
Luis Ramírez Trejo
22 septiembre 2016 0
“¿Qué hacemos para no quedarnos en las patas del caballo
de esta economía salvaje que nos está llevando a la muerte?:
Pedro Chávez Sánchez. Miembro del Concejo Mayor de Cherán.
Cherán, Michoacán. El pueblo de Cherán se encuentra enclavado en la meseta p’urhépecha a un poco más de 100 kilómetros de Morelia, la capital del estado mexicano de Michoacán. Con alrededor de 18 mil habitantes, esta comunidad fue una de las muchas que resultó asolada por el crimen organizado durante la guerra contra el narcotráfico desplegada en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. Entre el 2008 y el 2011, la tala clandestina llevada a cabo por grupos criminales arrasó con los bosques cercanos de Pakárakua, Tres esquinas, Cerritos los Cuates, San Miguel, Carichero, Cerrito de León, Patanciro y El Cerecito. Durante el 2010, el crimen intensificó la deforestación; también asesinó, secuestró, desapareció o humilló a cualquier poblador que se atreviera a insinuar un reclamo. Por meses, las múltiples denuncias de la comunidad encontraron oídos sordos en las oficinas gubernamentales.
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El comienzo
La mañana del 15 de abril del 2011, un grupo de mujeres y jóvenes detuvieron con palos y piedras a algunas de las camionetas que transportaban a los criminales con cargas de madera. Las detenciones se llevaron a cabo a unas cuadras de la capilla El Calvario, en el Barrio Tercero (el de arriba, Karakua en p’urhépecha), uno de los cuatro barrios en que se divide geográficamente Cherán. A partir de ese momento, miles de pobladores salieron a las calles para enfrentar a los criminales y expulsar a los funcionarios, a la policía y al gobernador priista Roberto Bautista Chapina El negro. Las autoridades locales fueron cómplices de los criminales, argumentó la comunidad. Durante meses, los pobladores de Cherán se agruparon en alrededor de 170 fogatas afuera de sus casas como una forma espontánea de defensa, solidaridad y ejercicio político. En esas fogatas, Cherán organizó la defensa armada contra posibles represalias por parte de los grupos criminales y compartió la comida y la ayuda solidaria que llegaba del exterior. En aquellas noches de vela, los pobladores decidieron el futuro político de su comunidad: un régimen de autodeterminación, fuera del sistema de partidos políticos, que recuperara algunas formas tradicionales de gobierno para adaptarlas a las necesidades actuales. Como parte de la estrategia jurídica para lograr su objetivo, la comunidad interpuso una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En el 2014, la máxima instancia jurídica del país falló a favor de Cherán y reconoció la facultad de la población para gobernarse legalmente por sus usos y costumbres.
Con el transcurso de los años, las asambleas y fogatas se constituyeron como órganos permanentes de deliberación política. La población de Cherán eligió un gobierno encabezado por un Concejo Mayor integrado por 12 notables llamados Keri, provenientes equitativamente de los cuatro barrios de Cherán. Estos Keri son sólo representantes no autoridades. Esta diferencia es significativa y lo que implica, en pocas palabras, es que la única autoridad es la asamblea general. Es decir, las decisiones de los representantes están sujetas a la supervisión, vigilancia y corrección de dicha asamblea. Ocho consejos operativos atienden los distintos aspectos administrativos de la comunidad: desde el pavimentado de las calles hasta las orquestas juveniles. Al igual que el Concejo Mayor, estos consejos están formados por representantes de los cuatro barrios propuestos primero en fogatas y luego elegidos en asambleas.
La ronda comunitaria, un grupo de alrededor de 80 miembros de la comunidad, es el órgano encargado de mantener la seguridad del territorio y la población.
No descobijar a la comunidad
Una vez que se constituyó el nuevo gobierno, la población de Cherán se empeñó en reconfigurar su territorio, su economía, su vida cotidiana. Como parte de este esfuerzo, se promovió la creación de empresas comunales con objetivos específicos. “Uno de los fines más consolidados tiene que ver con enfocarse en cuestión social: dar trabajo a la gente, no dejar descobijada a la comunidad”, arguye Vicente Sánchez Chávez, actual secretario del Consejo de Bienes Comunales. Este consejo es el encargado de administrar el territorio, los recursos naturales, y las empresas comunales de Cherán. El Vivero Forestal, el Aserradero Comunal y la Mina de Pétreos y Adocretos son las tres empresas que están bajo la tutela de este consejo.
Alejados del paradigma de las leyes del libre mercado y de la generación de riqueza a costa de la explotación laboral y los recursos naturales, las empresas de Cherán tienen, como función primordial, el apoyo a la comunidad. Esto se traduce en que además de proporcionar empleos, las empresas tienen la obligación de cumplir con funciones sociales que van desde participar en las faenas comunitarias a contribuir, con la donación de material o trabajo, a las distintas tareas de las instituciones gubernamentales, educativas o sociales. Por otro lado, según Vicente, en las empresas comunales “la mayor importancia se le da al trabajador; no al dinero”.
Es un hecho que uno de los rasgos más interesantes de la política laboral del gobierno de Cherán es que la brecha salarial entre los puestos de dirección y los trabajadores manuales es mínima. Por ejemplo, Hugo Romero Juárez, gerente del aserradero comunal, explica que la diferencia en el salario de la gerencia y el obrero es de 600 pesos al mes: “Yo gano 4,800 pesos al mes y un trabajador en general gana 4,200”. En Cherán este sueldo es considerado como aceptable. Aunque hay pequeñas diferencias salariales de los empleados entre las distintas empresas comunales, el intervalo salarial es el mismo. En todo caso, el monto mencionado para un trabajador manual es prácticamente idéntico al que gana un Keri, el máximo representante de la comunidad. Por otro lado, los empleados pueden gestionar apoyos económicos en caso de tener algún imprevisto y reclamar, a través de sus asambleas, si creen ser objeto de maltrato por parte de algún funcionario. Finalmente, las gerencias no tienen facultades para despedir a ningún trabajador.
La asamblea piensa mejor que uno solo
Cómo en otros ámbitos del gobierno comunal, las asambleas de los barrios son las autoridades máximas en las decisiones que se toman para el desarrollo de las empresas. Las vacantes en las empresas son ocupadas equitativamente por personas de los cuatro barrios: los trabajadores y sus salarios son designados en las asambleas. Los proyectos de los administradores en turno siguen el mismo curso: están sujetos a la discusión y aprobación por parte de fogatas y asambleas. Asimismo, las empresas están obligadas a rendir cuentas cada tres meses a las asambleas de los barrios. La vigilancia de este mecanismo es tan estricta que si algún trabajador es acusado de negligencia o corrupción es, primero reprendido por el Consejo de los Bienes Comunales y, en última instancia, castigado o despedido por las asambleas. Esto no es palabra muerta: en un año de este segundo gobierno comunal ha habido tres remociones. “La asamblea está al pendiente de todo lo que se haga aquí. La asamblea sabe, a través de los coordinadores de barrio, lo que pasa en cada trabajo”, explica Marcos García López, gerente de Mina de Pétreos y Adocretos de Cherán.
Aunque los gerentes de las tres empresas comunales están de acuerdo en que la principal desventaja de esta forma de dirección es lo difícil que es llegar a acuerdos con toda la comunidad, ponderan las ventajas en términos de imaginación y justicia colectiva. En palabras de Hugo Romero Juárez, gerente del aserradero, “Yo pienso que […] una comunidad piensa mejor que uno solo y ora sí que así se tienen que hacer mejor las cosas”.
Un vivero como un triunfo
Aunque la población ya contaba con un modesto vivero forestal antes del movimiento, el nuevo régimen de gobierno impulsó, desde el principio, la implementación de un vivero que permitiera la reforestación de las más de 9,000 hectáreas afectadas por el crimen hasta 2011. A 5 años de distancia, el Vivero Forestal Comunal San Francisco Cherán es un símbolo identitario para la comunidad. El vivero es capaz de producir 1.5 millones de plantas al año distribuidas principalmente en tres especies de pino. Esto ha permitido reforestar aproximadamente 4,000 hectáreas: el 45% del área afectada por el crimen. Las campañas de reforestación se llevan a cabo con recursos provenientes de convenios que Cherán tiene con la Unión de Huertos Resineros y el gobierno federal a través de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR). El vivero también mantiene una serie de programas sociales de educación ambiental en que atiende a escuelas locales desde preescolar hasta bachillerato. En estos programas los estudiantes participan en la reforestación y reciben información sobre la importancia de los recursos naturales de la comunidad.
El vivero proporciona a la comunidad 12 empleos de planta y hasta 100 empleos temporales al año. José Ignacio Soto Esquivel, gerente del vivero, cuenta que implementaron una política de inclusión laboral para personas con distintos tipos de discapacidad. “Aquí llegan personas que padecen convulsiones, síndrome de Down o que sufren discapacidad mental o motriz”, explica el biólogo egresado de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo. “Nacho”, como lo conocen sus compañeros, relata que a pesar de que estas personas ejecutan el trabajo a la perfección sufren, con frecuencia, discriminación en el propio ambiente laboral. Aunque nunca se logró aclarar totalmente, se sospecha que dos de los tres empleados discapacitados que trabajaban en el vivero dejaron de acudir por las burlas y presiones de los compañeros de trabajo. El tercero, que padecía convulsiones y hemofilia, dejó de trabajar porque su familia consideró que no se contaba, en el vivero, con las condiciones médicas adecuadas.
Nacho confiesa no saber que se puede hacer para evitar estos inconvenientes pero reitera la voluntad del vivero para impulsar estás políticas de inclusión laboral. Aunque el camino de las transformaciones sociales puede estar sembrado de pinos, nunca ha estado sembrado sólo de rosas.
El aserradero sin madera para aserrar
El Aserradero Comunal San Francisco Cherán es una empresa que antaño conoció tiempos no exactamente de gloria. Tanto los pobladores de Cherán como los actuales trabajadores de la empresa cuentan que los funcionarios salientes de las cuatro administraciones previas al movimiento desvalijaban los talleres de carpintería y de manufactura de madera antes de acabar su gestión. A raíz del movimiento del 2011, se decidió rehabilitar la empresa para brindar trabajo a los pobladores y dotar a la comunidad de un medio que subsanara sus necesidades de consumo de madera. Sin embargo, la terrible experiencia que vivió Cherán a raíz de la explotación de sus bosques por parte del crimen organizado hizo a la población recelosa de todo lo que suene a derribar árboles. El aserradero, desde hace 5 años, trabaja solamente con la madera abandonada por los talamontes de antes del movimiento, la de los árboles plagados y la de los que caen por efecto de alguna tormenta. Menos mal, para el aserradero, que en Cherán las tormentas no escasean.
El aserradero cuenta con un personal de planta de 11 personas y no recibe inversión de ninguna dependencia gubernamental o privada. En sus instalaciones se procesan hasta 100 metros cúbicos de madera por mes. Esta cantidad no cubre las necesidades de la comunidad, admite el gerente de la empresa Hugo Romero Juárez. Los carpinteros y artesanos del lugar y el propio aserradero se ven forzados, con frecuencia, a comprar madera en las poblaciones vecinas para aliviar la demanda.
Las asambleas no han querido aprobar un plan de manejo forestal que permitiría al aserradero contar con mayor cantidad de madera para trabajar. El resultado es que la empresa, aunque ha logrado mantener el pago de su nómina, sufre de penurias económicas. En opinión de Hugo, el recelo por parte de la gente para explotar el bosque es excesivo: “piensan [erróneamente] que al momento de tener un plan de aprovechamiento forestal es derribar todos los árboles [sic]”. Para el gerente, las asambleas de los barrios deben considerar seriamente la posibilidad de regular la extracción de madera, sin atentar contra la integridad del bosque.
En todo caso, además de proveer fuentes de trabajo, el aserradero cumple varias funciones sociales: donar leña para las velaciones de los difuntos de la comunidad, apoyar con leña las manifestaciones de los maestros de la zona, maquilar madera de los comuneros, participar en las faenas de limpia del bosque y apoyar a los damnificados de eventos meteorológicos.
Cherán inició su movimiento político y social con la defensa de sus bosques; es posible que ahora deba aprender a no temer la explotación comunal de los mismos.
Tabiques y Adoquines
No es infrecuente que los movimientos políticos inauguren, con su energía social, nuevos caminos. Cherán decidió para ello elaborar su propio piso. La empresa Mina de pétreos y adocretos San Francisco Cherán es un proyecto que nace con el movimiento del 2011. Cherán empezó, en 2012, a explotar dos bancos de arena y piedra que se encuentran en su territorio. La empresa da empleo a 16 trabajadores y tiene capacidad para producir mensualmente unas 15,000 piezas de tabicón o unas 10,000 piezas de adoquín.
Aunque sus inicios fueron más que modestos, la empresa ha logrado vender su material en el mercado local y ampliar su oferta a algunas poblaciones vecinas como Purépero, Cheranástico, Ziracuaretiro y Zacapu. Al igual que el resto de las empresas comunales, Mina de pétreos y adocretos cumple con una serie de funciones sociales ineludibles: suministra gratuitamente material a escuelas, iglesias, instituciones de gobierno, o grupos de vecinos que requieren arreglar caminos o brechas. Además, el precio del material que vende al público en general es ligeramente más económico que de otras opciones.
Para Marcos García López, gerente de la empresa, más que la generación de riqueza, el verdadero significado del crecimiento es el apoyo social: “Esta empresa comunal es diferente porque esta empresa tiende a crecer al dar apoyo. Dar apoyo es lo más importante de las empresas comunales. A través de un conjunto de ideas de toda la comunidad esto va creciendo […] y el beneficio es para la misma comunidad”
El ruido de las máquinas haciendo adoquines parece, en su frenetismo, darle la razón.
El sentimiento resinero
La resina es una sustancia pegajosa de vistosos colores marrones y ocres que se extrae de los árboles por medio de ranuras que se efectúan con un hacha especial. La explotación de este recurso ofrece la ventaja de que no es necesario derribar el árbol para extraer resina continuamente. El aprovechamiento de la resina es, en este sentido, mucho más respetuoso de los bosques que la extracción de madera. De la resina se destilan dos productos básicos: brea y aguarrás. Estos componentes son usados en la industria de la transformación para la manufactura de más de 1,200 productos como pinturas, barnices, desinfectantes y solventes, entre otros.
La extracción de resina en Cherán se ha efectuado por décadas. La resinera de Cherán es posiblemente una de las plantas industriales más antiguas de la región. Esta empresa no depende administrativamente de la estructura de gobierno de Cherán, sino de la asamblea de resineros. No es, en sentido estricto, una empresa comunal como las tres empresas hasta aquí mencionadas. Sin embargo, la extracción de la resina se lleva a cabo en tierras comunales y la casi totalidad de los trabajadores del sector viven en Cherán: la relación entre la empresa y la comunidad no podría ser más estrecha.
Antes del movimiento, la actividad resinera se encontraba en franca extinción. Debido a los problemas de seguridad por la acción del crimen organizado muchos resineros abandonaron la actividad. David Romero Rojas, gerente general de la resinera, cuenta que meses antes del movimiento de abril del 2011, varios resineros fueron golpeados, desaparecidos o asesinados. De 120 integrantes pertenecientes al gremio se pasó, justo antes del movimiento, a 50 personas.
Según David, el sector resinero fue uno de los que recibió primero el asedio del crimen organizado. El gerente cuenta que, durante mucho tiempo, el gremio intentó convencer a otros sectores de la comunidad de Cherán de la acción depredadora de los talamontes. La mayor parte de la gente ignoró a los resineros: no veía a la tala clandestina como un problema grave. Esto sucedía porque no estaban cerca del lugar. La indiferencia mostrada por otros sectores ante sus llamados de alerta, produjo una especie de [re]“sentimiento resinero”, argumenta David. Tuvo que llegar un punto crítico para que todos los sectores reaccionaran ante una amenaza de la que los resineros estaban conscientes mucho antes del 15 de abril del 2011.
No obstante, durante el movimiento social los resineros participaron activamente tanto en las confrontaciones en contra de los criminales, como en las barricadas, fogatas y asambleas. A partir del mejoramiento de las condiciones de seguridad con el establecimiento de la ronda comunitaria y forestal, la actividad resinera empezó a florecer de nuevo. Cinco años después, el gremio de resineros es diez veces mayor. Hoy en día, la asociación cuenta con 500 resineros y la actividad sigue en expansión. El “sentimiento resinero” no impide que los resineros se mantengan atentos a los problemas de Cherán. Además de participar en los procesos políticos de la comunidad, los resineros atienden solicitudes de apoyo económico por parte de gente con problemas de salud, necesidades de estudio, o solicitudes de fondos para fiestas tradicionales y eventos culturales.
La resina se destila todos los días; la solidaridad, también.
¿Compiten las otras empresas?
La administración de las empresas de Cherán está mucho más ligada a las asambleas y, en última instancia, a la comunidad, que a las presiones del libre mercado. Aún así, en el lenguaje de los gerentes y varios de los trabajadores de las empresas comunales se asoma, de manera confusa, el vocabulario empresarial clásico: competitividad, crecimiento, calidad, utilidad, riqueza.
Sin embargo, es evidente que estas empresas se conciben de una manera distinta —aunque no siempre clara— al concepto clásico de empresa capitalista. Dice Marco, gerente de Mina de pétreos y adocretos: “Las empresas privadas, su objetivo es crecer al máximo y tener sus utilidades, que se vean reflejadas; si no, pues ora sí que no son empresas que funcionen. En cambio en este tipo de empresas…toda la gente que labora dentro [debe tener] un objetivo de aportar a la comunidad”
Hugo, del aserradero, lo deja aún más claro: “Económicamente no podemos competir con las empresas privadas porque [en ellas] todo el recurso económico se lo quedan con ellos [sic]. No tienen apoyo social. Esas empresas pueden abastecer a mercados grandísimos. Aquí estamos en un sistema de gobierno en que queremos sobresaltarnos en otra forma de gobierno, simplemente dar apoyo y dar servicios a la comunidad”
La respuesta a la pregunta con que se inicia esta sección final es “sí”. En Cherán las otras empresas compiten, si competir significa ayudar a la comunidad.
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Esta publicación es financiada con recursos del RLS con fondos del BMZ