La geografía sentimental de Alfredo Adolfo Camús

Nuestro proyecto de investigación sobre el legado bibliográfico del profesor Alfredo Adolfo Camús (ca. 1817-1889), depositado en la Universidad Complutense, ha supuesto también, de manera discreta, un emotivo viaje sentimental por aquellos lugares donde Camús habitó (“su ámbito vital”), las ciudades que visitó (“ciudades soñadas”) e incluso algunos lugares que jamás pudo conocer, pero que, sin duda, le habría encantado llegar a visitar (“lugares imprevistos”). Esta pequeña gradación de lugares, desde los habitados, pasando por los visitados, hasta los imposibles, constituye un curiosa geografía sentimental que hemos intentado recorrer, aunque tan sólo en parte. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE

Hace tiempo que descubrí que los mejores lugares para visitar son los que nos brindan nuestros ensueños, a menudo alimentados por ciertos estudios y afanes. Es por ello por lo que en mi particular imaginario de lugares soñados hay ciudades como Halle (en ella nació la moderna filología clásica de manos de Friedrich August Wolf) o la escocesa Aberdeen (donde el personaje borgiano Joseph Cartaphilus se subscribió a la Iliada de Pope). Se trata de lugares sutiles, que tan sólo gracias a una clave secreta se vuelven mágicos. Algo de esto hay en la geografía que poco a poco, a medida que sabemos más de él, se va creando en torno a la figura del profesor Alfredo Adolfo Camús. Como ya he anticipado, cabe dividir los que me gusta denominar como “lugares camusianos” en tres tipos, según a la manera en que fueron vividos o, simplemente, pudieron ser evocados:

a) Los primeros lugares camusianos los constituyen aquellas ciudades que en algún momento Camús habitó, como su natal París, la Córdoba de su infancia y juventud, o el Madrid donde encontró su pequeño lugar en el mundo:

imgp4653

La Biblioteca del Arsenal en París

PARÍS. Aunque la mala suerte ha dado lugar a que la partida de nacimiento de Camús se haya perdido para siempre, sabemos que nació en París, en el distrito del Sena. Allá, lejos de España, fue a nacer nuestro profesor, seguramente engendrado en la andaluza ciudad Baena, de donde seguramente tuvieron que partir sus padres, una andaluza y un soldado francés que había llegado a España durante la invasión napoleónica. A París Camús volverá años más tarde, posiblemente más de una vez, y en alguna que otra ocasión nos evoca bibliotecas como la del Arsenal, tan ligada a la figura del escritor Charles Nodier, a quien no en vano Camús debió de leer para tejer algunas de sus ficciones bibliófilas.

El antiguo Colegio de la Asunción de Córdoba, donde Camús comenzó su vida como docente

El antiguo Colegio de la Asunción de Córdoba, donde Camús comenzó su vida como docente

CÓRDOBA. Camús comenzó su vida profesional en Córdoba, tanto como periodista como en calidad de docente. Allí impartió clase en el Colegio de la Asunción, que todavía hoy día es una institución en la ciudad, convertido ahora en Instituto de enseñanza media. Camús impartió en él geografía, materia que, al calor de Alejandro de Humboldt y de los grandes descubrimientos de lugares míticos, como América o África, va cobrando nuevos bríos y perspectivas a lo largo del siglo XIX. Córdoba sólo fue una suerte de trampolín para Camús, pues sus viajes a Madrid se fueron haciendo cada vez más frecuentes, para enfado del director del Colegio de la Asunción (así lo hemos visto en los documentos conservados en el Archivo General de la Administración del Estado).

SANYO DIGITAL CAMERA

Cartel que recuerda dónde vivió Galdós nada más llegar a Madrid

MADRID. Como bien me apunta mi admirado Germán Gullón, la posible ruta camusiana que podemos hacer por Madrid, más o menos desde los locales de la antigua Universidad Central, en la otrora llamada Calle Ancha de San Bernardo, hasta el Teatro Real, es prácticamente el mismo que constituye la ruta galdosiana. Ciertamente esto es significativo, pues tanto Camús, el flamante catedrático de literatura latina y ateneísta, como su alumno Pérez Galdós, encontraron en Madrid el lugar idóneo para desarrollar sus proyectos vitales. El Madrid galdosiano también rinde homenaje, al comienzo de la novela Fortunata y Jacinta, al viejo maestro. En este Madrid no puede faltar, por supuesto, el Ateneo Científico y Literario, el que estaba en la calle de la Montera, ni tampoco el aula escalonada que aún se conserva en el viejo caserón de la Universidad Central.

img_4220

Bruselas, entre las brumas de la mañana

b) Los segundos lugares vienen dados por aquellas ciudades que Camús visitó, especialmente durante un viaje de estudios que logró hacer por Francia y Bélgica hacia 1858.  Camús quiso llegar hasta los lugares donde habían impartido sus clases los grandes humanistas del siglo XVI (el, así llamado, “Renacimiento”, constituye otro de los mitos de Camús).

La ensimismada Bruselas y, cómo no, la universitaria Lovaina, fueron parte de esta peregrinación académica. En la primavera de 2016 habíamos trazado un viaje hasta Flandes, entre otras cosas, para visitar Lovaina y evocar en ella el viaje de Camús. El terrible atentado en el aeropuerto de Bruselas, el mismo día en que íbamos a aterrizar en él, frustró nuestro propósito.

c) Finalmente, el tercer tipo de lugar que compone esta geografía camusiana tiene que ver con lecturas o personajes dilectos de Camús, pero a donde jamás soñó llegar.

img_2501

Una ventana del Museo que la ciudad de Düsseldorf ha dedicado a la figura del escritor Heinrich Heine

Uno de ellos es la discreta ciudad alemana de Düsseldorf, donde nació uno de los escritores más elogiados por Camús: Heinrich Heine, autor del poema Atta Troll. Visitamos esta ciudad alemana para conocer más de cerca la casa y el museo del escritor alemán, al tiempo que leímos el poema que exalta, en la figura de un oso cautivo, el amor por la libertad y la naturaleza. Leer aquella obrita, precisamente, durante un viaje en tren desde Düsseldorf a Colonia, fue todo un regalo para la inteligencia.

img_5509

Colono, en Atenas, con la tumba de Karl Otfried Müller al fondo

 

Finalmente, nuestra ruta camusiana culminó (pero no terminó) hace unos días en Atenas. Junto a la admiración por Heine, Leopoldo Alas Clarín nos cuenta en su semblanza necrológica de Camús el amor que su antiguo profesor sentía por el filólogo Karl Otfried Müller, que murió en 1840 bajo los implacables rayos de sol en Delos. Müller fue enterrado en Colono, sobre un pequeño promontorio que todavía hoy puede visitarse. Aquel lugar mítico, que hoy está dentro de la ciudad de Atenas, apenas sería un barrio más de la inmensa urbe si no fuera porque se dice que hasta allí llegó Edipo, ya ciego, y porque a una cierta distancia se conservan los escasos restos de lo que fuera la Academia de Platón. Al llegar a Colono y visitar la tumba de Müller no pude dejar de pensar en cuánto le habría gustado a Camús llegar hasta allí, en lo que en su época no habría dejado de ser un viaje remoto, apto sólo para viajeros. FRANCISCO GARCÍA JURADO


Prof. Dr. Francisco García-Jurado

Profesor de filología latina en la Universidad Complutense de Madrid, acreditado para catedrático desde 2010. Dirige el Grupo UCM de investigación "Historiografía de la literatura grecolatina en España"

More Posts

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *