Ayar Blasco dibuja un mundo absurdo, lisérgico y postapocalíptico
El dibujante y cineasta Ayar Blasco es el autor de "El sol", una
película de animación que se estrena este jueves y que describe un
mundo absurdo, lisérgico y post apocalíptico en el que se asiste al
fin de la humanidad y al comienzo de una nueva realidad en la que los
últimos hombres conviven con mutantes, enanos y papas radioactivas.
"Mi intención era hablar y mostrar del fin de la humanidad de una
manera más positiva. Después todo eso se cambió y no supe muy bien de
qué estaba hablando.
Debe haber muchas cosas inconscientes que están
en la película y todavía no pude analizar demasiado", reconoció Ayar
Blasco.
En una entrevista con
Télam, el director -que debutó en el
largometraje en
2001 junto a
Juan Antín con "Mercano, el marciano"-
señaló que "el fin de la humanidad es un tema que siempre se explotó
por el lado de la acción o de la comedia, pero nunca se lo usó de
alguna manera diferente. No sé si mi película es una comedia, porque
en realidad no sé muy bien qué es".
"El Sol", que pasó por festivales como
Rotterdam, Varsovia,
La Habana
y Bafici, entre varios otros, se sitúa en un mundo devastado tras una
guerra nuclear, a la que se llega -según queda claro en la primera
secuencia- a partir de la mala onda que existe entre los seres
humanos, que se agreden permanentemente y por cualquier motivo.
En ese espacio post apocalíptico,
Once y La Checo, dos jóvenes
marginales que sobreviven como pequeños delincuentes y saqueadores,
transitan varias situaciones inauditas -alocadas y sumamente
divertidas- para tratar de encontrar las últimas zonas pobladas por
seres humanos entre las ruinas y el desierto en que se convirtió el
planeta.
Con las voces de
Sofía Gala Castiglione,
Jorge Sesán, el inefable
Tangalanga,
Divina Gloria,
Luciana Condito y
Martín Piroyansky, "El
sol" desarrolla un humor bizarro y lisérgico para aludir a temas de
gran actualidad como la ecología, el armamentismo y la influencia de
la tecnología y de internet en los hábitos de las personas y su
convivencia.
Blasco detalló: "Me había enterado que después de una guerra atómica,
internet seguiría funcionando y me preguntaba qué pasaría si tuviera
personalidad propia. También qué pasaría si los ecologistas se cansan
de ser buenos y empiezan a hacer terrorismo ecológico y su principal
objetivo fuera terminar con la raza humana".
Creador de la serie "
El Niño Malcriado" y de la página de internet
www.chimiboga.com, en la que ofrece animaciones de humor negro y
absurdo, el director ganó con "El sol" el premio
Hubert Bals Fund al
desarrollo de proyectos y una mención en el work in progress del
Festival de Cine de
Mar del Plata 2009.
"Hace más de cinco años que vengo trabajando con la peli. Estuve muy
tranquilo, me tomé mi tiempo, lo que más trabajé y reelaboré fue el
guión. Tardé mucho tiempo porque estuve muy tranquilo, me distraía
mucho, arrancaba, la dejaba y la retomaba. Pude haberla hecha en un
año pero me llevó cinco por distraído", señaló.
Según Blasco, "fue una película de muy bajo presupuesto, mucho más
bajo que `Mercano, el marciano`. Eso estuvo bueno porque cuando hay
poca plata sabés que podés hacer lo que querés, mientras que cuando
hay mucho dinero siempre hay presiones para que hagas algo o lo otro".
"Quería saber si se puede hacer una película tal cual como uno quiere
y en este caso era un delirio, una cosa muy loca que fue un placer
haber hecho", agregó el dibujante, que eligió el programa
Flash de
animación en dos dimensiones, una tecnología que casi ningún animador
utiliza y que le otorga a la película una imagen y una estética
particulares.
"La diferencia con `Mercano` fue que aquella vez hubo un equipo de 50
personas trabajando, dibujando, escaneando y coloreando. En esta
película lo hicimos todo en flash directamente en la computadora, con
un equipo de cuatro o cinco personas
. Es una animación muy limitada,
una técnica muy poco usada que está más cerca de la historieta que de
la animación", explicó.
Para Blasco, la película "fue como un experimento por el lado de lo
que quise comunicar y de la forma de narrar. La pude haber contado de
una manera más tradicional, pero por eso mismo me propuse hacer algo
más absurdo y raro. Quería ver algo así en el cine desde hace mucho:
jugar con el absurdo y tratar de tener un estilo propio más o menos
fuerte".
"En la forma de narrar, yo tenía el guión escrito y muy trabajado,
pero a la hora de grabar las voces me tuve que adaptar a las cosas que
surgían espontáneamente en cada momento. La película fue cambiando de
rumbo y se fue adaptando a las voces de los actores, porque quería que
vayan para donde querían ir y fueran más naturales", rememoró.