Su padre, también llamado
Jean, fue escultor, y decidió instalarse en San Petersburgo con su familia para trabajar en la obra de la iglesia Saint-Issac. Su madre,
Geneviève Eugénie Jacquin, elevó dos muchachas,
Adrienne y
Estelle a las que se unieron Jean y
Mélanie el 12 de enero de 1849.
A la muerte de su marido, cuatro años más tarde, la Sra. Béraud regresó a
Francia acompañada por sus cuatro hijos, y se instaló en
París. Inicialmente,
Jean Béraud no parece seguir los pasos de su padre puesto que, tras pasar su adolescencia fue al colegio
Bonaparte (rebautizado hoy colegio Condorcet) y se inscribió en la facultad de Derecho de París.
Tras acabar sus estudios, empezó a trabajar como abogado. Sin embargo la llegada de los Prusianos a la capital y posterior ocupación de la ciudad truncaron su carrera profesional
..
En 1872, decidió acudir a las clases de
Léon Bonnat, uno de los artistas más influyentes del momento ocupando un taller en el barrio de
Montmartre. Al año siguiente, deja el taller para exponer en "el Salón", la gran cita anual del arte. Hace sus primeros armas con retratos de hombres, mujeres y niños antes de arriesgarse en 1875 con un tema mitológico con una Léda. No es aún más que un retratista entre otros.
Necesita esperar a 1876 para que su obra empiece a destacar.
Debe el éxito, a un cuadro sobre una escena de calle parisiense.
La Vuelta del Entierro tiene a la originalidad del tema: después de la ceremonia fúnebre, padres y amigos del difunto dan la vuelta a sus asuntos, un hombre encendiendo un puro, los otros charlando. La vida reanuda su curso.
En 1886 su madre fallece en París. Al año siguiente, fue nombrado Caballero de la Legión de
Honor. Expone cada vez más a menudo fuera de "El Salón": en el Círculo de la
Unión artística, en la
Sociedad de aquarellistes francés, en la Exposición
Universal de 1889. Muy activo en el medio del arte, participó en 1890 a la creación de la Sociedad
Nacional de las
Bellas Artes, en compañía de
Rodin, Meissonier y
Puvis de Chavannes.
Preocupado de renovar su arte, causó sorpresa presentando
La Madeleine en el Pharisien, dónde se mezclan figuras bíblicas y personalidades contemporáneas como
Ernest Renan o Eugène Chevreuil. Rompiendo con las escenas del París moderno, propuso con audacia una lectura del Evangelio adaptada a la sociedad de su tiempo.
Este cuadro, que desconcertó a la crítica, fue el primero de una serie, extendida sobre varios años, de cuadros religiosos. En 1894, fue ascendido a funcionario de la Legión de honor. Expone entonces generalmente en el extranjero.
En febrero de 1897,
Marcel Proust le pidió ser uno de sus testigos para un duelo cuyo oponente era el escritor
Jean Lorrain (la razón estaba en un artículo juzgado abusivo).
A principios del
Siglo XX se centró en sus actividades en la Sociedad Nacional de las Bellas Artes, y también sus múltiples Comités de organización de exposiciones, y de jurados, concediéndole menos tiempo para su propia pintura. En
1909, falleció Coquelin Mayor uno de sus grandes amigos.
Falleció el 4 de octubre de 1935 a su domicilio parisiense y fue enterrado en el cementerio de
Montparnasse, en los numerados de su hermana gemela Mélanie, desaparecida en
1927, y de su madre. A partir del año siguiente, el Museo Carnavalet le rindió homenaje.
- published: 30 Oct 2009
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