CHARLES GOUNOD.- Misa solemne en Honor de Santa Cecilia
CHARLES GOUNOD.-
Misa solemne en
Honor de
Santa Cecilia
Soprano:
Barbara Hendricks
Tenor:
Laurence Dale
Barítono:
Jean-Philippe Lafont
Órgano: Jean-Louis Gil
Coro y Orquesta
Novel de
Radio Francia
Director:
Georges Pretre
Las composiciones religiosas de
Charles Gounod (1818-1893) fueron una constante durante su vida, así lo demuestran sus veinte misas, cerca de cien motetes y cánticos religiosos.
La Misa solemne en honor de Santa Cecilia (1855), pese a su popularidad, es de una grandiosidad teatral que en algunos fragmentos parece algo vacía de contenido misterioso y trascendencia religiosa, inclinándose a un concepto más plano y oficialista.
Gounod poseía una poderosa vocación sacerdotal, tal es así, que estuvo a punto de cumplimentarla en su juventud, no es de extrañar el concepto, religioso ortodoxo, plano y nacionalista que infundió a su obra.
El autor, nos
Habla convencido desde una sinceridad interior, anteponiendo al texto la estructura musical, texto al cual da una importancia autosuficiente, empleando una medida austeridad musical.
Después de ganar el Premio de
Roma en 1839, Gounod pasó mucho tiempo en la
Capilla Sixtina estudiando las obras de los maestros del siglo
XVI. Fue compuesta en su residencia de verano cerca de
Avranches durante el verano de 1855. Mientras trabajaba, escribió a su madre que durante las tardes suelo ir a la montaña y leer las selecciones de mi querida
Santa Agustina. Después de reflexionar, compongo mi misa.
Aunque hoy es sobre todo conocido por sus óperas, obras de Gounod para la iglesia son mucho más numerosas que sus 13 óperas y continuó ocupando su atención durante mucho tiempo después de este estreno. De hecho, Gounod se refirió a sí mismo durante un tiempo como el abate Gounod.
Pero la Misa de Santa Cecilia es la obra por la que Gounod es más recordado como compositor de música eclesiástica. La fue ampliando y revisando hasta el 1874.
Estaba escrita en un estilo florido y al mismo tiempo más operístico, que ya había anticipado en la Méditation sur le 1er Preludio de piano de S.
Bach (1853), que más tarde sirvió de base para las múltiples versiones de su Ave
María. Esto contrastaba con la austeridad de sus primeras misas. De hecho, esta obra no sigue de manera estricta el texto del ordinario, lo que hace pensar que no estaba pensada específicamente para la liturgia. Efectivamente, Gounod se tomó algunas libertades con el texto litúrgico de la misa. En el
Agnus Dei, cambió un poco las palabras, y añadió la
Domine Salvum, que se repite por tres veces a la conclusión. A raíz de toda la vida del compositor, la referencia al emperador
Napoleón III fue cambiada a Domine salva fac Republicam (Señor, libera tu pueblo).
En el estreno, Saint-Saëns comentó que la aparición de la Misa de Santa Cecilia le había causado una especie de shock. Esta simplicidad, esta grandeza, esta luz serena que se alzó ante el mundo musical como una aurora de última hora. Concluyó diciendo: Al principio estaba cegado, a continuación, encantado, y luego conquistado.