Sorteando la distancia y los aislamientos, aca nada ha acabado…Todo Continua.
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El martes 27 del pasado octubre asistimos al plenario donde se discutió sobre la petición de prórroga de nuestra prisión preventiva realizada por la fiscalía. Dicha sesión se llevó a cabo en las nuevas instalaciones de la Audiencia Nacional caracterizadas por su tecnología punta, su pulcritud y cierto aire de solemnidad. Al parecer ese era el primer día de su funcionamiento, es decir, estábamos inaugurando esas dependencias judiciales que fueron acompañadas de una serie de problemas técnicos que ridiculizaron tanta pretensión tecnológica.
Sentados frente a los jueces, a la fotografía del rey y a la bandera española, escuchamos la exposición de la fiscal cuando nos llevamos una gran sorpresa; a los hechos por los cuales estamos imputados desde hace dos años se añadía uno más: asesinato en grado de tentativa bajo la modalidad de terrorismo*. Esto por la persona que sufrió heridas leves en uno de sus oídos a causa de la explosión en el interior de la Basílica del Pilar. Evidentemente responde a una estrategia de la fiscalía para asegurar nuestra estadía en prisión otros dos años más junto con aumentar el peso jurídico y mediático a la acusación.
Otra de las “sorpresas” fue enterarnos que los jueces que componen la sala, pasando por encima de su venerada legalidad, han realizado labores de instrucción de la causa al requerir diligencias a un juzgado de Zaragoza, actividad que no les compete. Por lo tanto, la decisión de prorrogarnos la prisión preventiva ya estaba tomada con anterioridad. Ahora lo que viene es la petición fiscal**, que se refiere a los años que pretenden encerrarnos, y luego juicio.
El sustento inquisitorial del Estado Español es manifiesto como lo pudimos apreciar en la sesión. La herencia de Torquemada impresa a sangre y fuego sigue vigente en la acción punitiva de la sociedad democrática embobada por el espejismo ciudadano que suplica por el fortalecimiento del Estado y sus Derechos. La renuncia de ideas y prácticas junto con el claro interés que otorga el Estado Español al arrepentimiento y a la petición de clemencia son expresiones de esta tradición que busca aniquilar la voluntad de lucha de sus enemigos; representa en definitiva una perversa y sutil manera de eliminar todo intento de disidencia y enfrentamiento.
El encierro en módulos de aislamiento es, según pienso, otra expresión inquisitorial ya que corresponde a una estrategia del poder referida al intento de quebrar personalidades, aniquilar convicciones e identidades. Se aísla a los individuos en cárceles dentro de cárceles con la pretensión de que rompan con sus espacios afines y nieguen finalmente las ideas que lxs han llevado a prisión. La desconexión crea capas de silencio mezcladas con la multiplicidad de interpretaciones que se van acumulando una tras otra provocando ensimismamientos y confusiones en el/la individuo aislado que intenta hacerse un panorama respecto de una u otra situación en la soledad de las cuatro paredes que, por cierto, son muy malas consejeras. Leer más…