Salvador Seguí: obrero, organizador de obreros
Salvador Seguí Rubiñals, conocido como "el Noi del
Sucre" (el chico del azúcar), en memoria de su pasado como niño esclavizado, nació en
Lérida el 23 de diciembre de 1890, y representa la figura de un militante de una gran personalidad humana y política. En él se unirán en síntesis admirable, la lucidez y el espíritu revolucionario, la ponderación más sobria, y un gran amor al
Ideal. Hijo de pobres, obrero, pintor de brocha gorda. Pobre entre los pobres, destacará en seguida, no como pensador ni por lo que escribió, que fue poco, sino por sus dotes excepcionales para organizar a los obreros, para la oratoria y la estrategia, campos en los que no tuvo rival.
Seguí era de complexión alta, fuerte, y de carácter simpático y franco.
Según testimonios hasta de sus más cercanos enemigos, suscitaba afecto, admiración y respeto en cuantos le trataban. Desde aprendiz militó en el movimiento obrero de
Cataluña. A los 17 años fue encarcelado por primera vez por sus actividades en el Sindicato de Pintores de
Barcelona. En 1910 participa en el congreso fundacional de la
CNT, desde donde comenzará a destacar. En
1915 organizará como presidente del Sindicato de la Construcción de Barcelona, una huelga general que terminó con un éxito rotundo.
Uno de los rasgos más importantes de su lucha fue la UNIDAD. Fue constantemente vínculo de unidad dentro de su propio sindicato, teniendo muchas veces que enfrentarse abiertamente con los sectores más exaltados. En cierta ocasión puso término a la hostigación de un grupo de rivales y enemigos de su propia organización al proponer, en una habitación cerrada, apagar las luces y acabar la discusión a tiros, en plena oscuridad. Indudablemente llegaron a un acuerdo. Unidad Sindical, siendo Seguí uno de los artífices de los sindicatos de clase, fórmula (aún vigente hoy en día) del Sindicato
Único, frente a los sindicatos de ramo u oficio. Esto marcará el tránsito de la lucha sindical local y dispersa, a la lucha nacional, internacional y global.
UNIDAD, incluso entre todos los pobres. Así, Seguí y Pestaña por la CNT, y Besteiro y Caballero por la
UGT, lanzarán el manifiesto publicado por las dos grandes centrales sindicales en
1917, y antesala de las huelgas más ejemplares del movimiento obrero universal: la de agosto de 1917, y la de
La Canadiense de
1919. Por ellas fue encarcelado de nuevo en varias ocasiones, y a pesar de todo, Seguí siempre adoptó una actitud prudente y moderada. UNIDAD de los pobres, frente al capitalismo y al nacionalismo. En 1919, invitado por la casa del pueblo socialista de
Madrid a pronunciar unos discursos, les dirá a los obreros madrileños, que el problema de Cataluña es el mismo problema que el de Madrid: un sistema injusto que condena a los pobres a la miseria. Siendo Secretario
Nacional de la CNT llegó a postular la unión CNT-UGT.
Nunca cobró del sindicato, y recorrió toda
España viajando en tercera, propagando el
Idea. Sólo en
Andalucía pronunció 102 mítines y actos públicos.
Al irrumpir en Barcelona la época del pistolerismo entre las bandas financiadas por la patronal catalana de Sindicatos
Libres y sectores exaltados confederales, condenó el uso del crimen político e hizo todo cuanto estuvo en su mano para poner fin a los derramamientos de sangre. A principios de marzo de 1923 sus futuros asesinos le enviaron el siguiente anónimo: "Reunidos los elementos del Sindicato
Libre, hemos acordado asesinarte a ti y a Pestaña, entre otros. Esta vez no escaparéis ninguno, aunque tú serás el primero". Sus verdugos cumplieron la cobarde amenaza. Al atardecer del 10 de marzo de 1923, el Noi sel Sucre fue acribillado a balazos en la calle de la Cadena de Barcelona.
El asesinato de Seguí fue deplorado por todos los españoles honrados, sin distinción de partidos ni ideologías. Periódicos de derechas, como el
ABC o La correspondencia de España, escribieron: "El Noi del Sucre, no incluyó jamás entre sus predicaciones el derramamiento de sangre ni la violencia y ello unido a la firmeza de sus convicciones, basta para que, aun distantes de su credo político, lamentemos la sangrienta asechanza que le ha deparado el destino".
Su muerte no fue sólo un crimen, sino una tragedia para el futuro de la CNT, y quizá de España. Seguí reunía todos los elementos ideales para haber puesto fin a los desbordamientos de la violencia y al sectarismo que se fue agudizando en el anarcosindicalismo, y para haber dado al movimiento obrero español la autoridad moral y la eficacia orgánica que tan necesarias eran en aquella encrucijada decisiva de nuestra historia. Un militante diría de él: "Se le tenía por un hombre conservador dentro de las agrupaciones de la extrema izquierda.
Pero Seguí era el verdadero tipo del revolucionario consciente, sin prisas y sin desmayos; cada día daba un paso hacia delante".