PATRIA AZUL: Isla de Aves, punto de vida y soberanía
Isla de Aves, una especie de
Antártida para
Venezuela, es un laboratorio a cielo abierto, cuya pureza se refleja una y otra vez en las diferentes publicaciones científicas venezolanas que navegan el ciberespacio científico internacional. En las coordenadas 15°40′18″
N, 63°36′59″O, Isla de Aves es una pequeña y remota isla venezolana, ubicada en el mar
Caribe al oeste de las islas de Sotavento, a
110 km al oeste de
Guadalupe y
Dominica.
Tiene una longitud que no excede los 375 m y nunca más de 50 m de ancho, su punto máximo de altura es de 4 metros en un día calmo. En algunas ocasiones, durante fuertes tormentas, la isla queda sumergida completamente.
La Isla “Es un lugar de descanso y reproducción para las aves marinas migratorias en la región y para la tortuga verde (
Chelonia mydas). La isla está compuesta de arena y alguna vegetación escasa (verdolaga). El zona de por sí, es peligrosa para la navegación y muchos barcos han naufragado en su costa, desde tiempos inmemorables. Isla de Aves ”Es una
Dependencia Federal de Venezuela, al igual que Refugio de
Fauna Silvestre desde su proclamación mediante el Decreto N° 1069 del 23 de agosto de
1972, en ella se ha instalado una base científico-militar por parte de la
Armada venezolana y la misma esta levantada sobre pilotes para protegerla de la fuerte marea de la zona. Ciertamente es un paraíso, sin embargo para nuestra especie humana se torna inclemente si no se posee los avances tecnológicos en los que el ser humano se rodea hoy día.
La Isla hasta hoy día, es parte de la seguridad del Estado
Venezolano y ocupa un lugar preponderante en la agenda del mismo tanto en las relaciones bilaterales como multilaterales en el denominado
Gran Caribe. En este quehacer nacional, la comunidad científica y tecnológica ha pasado de ser de un simple grupo calificado para hablar de ciertos asuntos con trascendencia internacional, a ser un elemento y actor importante a la hora de entender las relaciones internacionales contemporáneas.
Es en estas circunstancias que el desarrollo de una diplomacia científica, como instrumento de innovación en la escala de las políticas regionales de ciencia y tecnología, se hace preponderante y de ahí la diplomacia de extremo, donde el funcionario debe de ponerse su traje de neopreno, y poner en juego su capacidad de insertarse en un mundo dominado por la ciencia y presenciar el mismo in situ para luego diseñar estrategias de negociación viables, basadas en los desarrollos de la ciencia y la tecnología creando así una verdadera ventaja competitiva.
Es en las referidas Campañas Científicas a Isla de Aves, donde la diplomacia venezolana mediante la activa participación de quien escribe estas líneas, diplomático de carrera y de oficio, esta dando sus primeros pasos hacia la implementación de una diplomacia de campo en la intrínseca agenda científica y tecnológica que se a llevando a cabo en la
Isla y que involucra al Estado y a numerosas instituciones estatales y privadas, como universidades, fundaciones, centros de investigaciones y desarrollo tecnológico, investigadores independientes y entre otros.
Por esta razón la alianza estratégica entre ambos, diplomacia y ciencia se impone con carácter prioritario, teniendo en cuenta que gran parte de las decisiones científicas terminan siendo de carácter político, frente a esta situación salta a la vista la urgente necesidad de incluir a los científicos en el servicio diplomático y a los diplomáticos al servicio científico.
En definitiva, el diplomático de hoy día, “debe ante todo ser el apoyo fundamental del conocimiento científico, mediante una gestión transparente y decidida, a su vez el científico debe argumentar con tal solidez, la viabilidad de las gestiones, que comprometan a la ciencia y a las innovaciones tecnológicas en el plano internacional.”
Este documental fue filmado durante la
VII campaña cientifica en Isla de Aves 2014.