Posts by Nelson Méndez P.

Opinión: "Dicen… " – Mensaje desde Venezuela a esa izquierda latinoamericana ciega, sorda y muda

 
Andrés Yarzábal
 
Dicen que los medios de comunicación internacional mienten sobre Venezuela. Que son instrumentos del imperio norteamericano. Que están creando una matriz de opinión internacional para dar una visión tergiversada de la realidad actual de nuestro país. Que lo hacen para justificar el “golpe suave” que está en marcha. O peor aún: para justificar una posible intervención del Imperio.
 
Dicen que mis vecinos, esos que saludo a diario –profesores, médicos, ingenieros, periodistas, estudiantes, amas de casa o universitarios como yo- son oligarcas apátridas, burgueses pitiyanquis. Dicen que son ellos los guarimberos violentos, los terroristas, los responsables de la actual crisis social y política que vive Venezuela. Dicen que son ellos los causantes del desabastecimiento terrible que sufrimos todos los venezolanos. Unos amargados que no permitieron que el pueblo disfrutara (rumbeara!)  durante las pasadas vacaciones de Carnaval.
 
Dicen que esos muchachitos de mirada transparente y sincera, esos que veo cada día, los hijos adolescentes de mis amigos, son “paracos” asesinos contratados por Álvaro Uribe para desestabilizar al país y tumbar al Presidente legítimo. Que Leopoldo López y los demás escuálidos esponsables de toda esta tragedia los controlan y les dan las órdenes desde Caracas para mantenerse firmes, al pié de las barricadas que construyen a diario, esas con las que remplazan las que la Guardia Nacional Bolivariana desmonta a sangre y fuego –literalmente- cada noche.
 
Dicen que los colectivos de motorizados armados no deben ser demonizados, que su motivación principal es el amor y la construcción de la Patria linda, del hombre nuevo. Que las potentes armas que disparan a diario hacia las Residencias donde viven mis compadres –por poner un ejemplo- no existen, que son un invento más de los medios de comunicación controlados por la burguesía internacional. Dicen que el asedio que sufren esos edificios desde hace varias semanas tampoco es cierto, que es un invento de las redes sociales, de Twitter y Facebook.
 
Dicen –y lo reafirma Ignacio Ramonet (así que DEBE ser verdad!)- que las fotos de heridos y muertos no se corresponden con la verdad, que son montajes de Photoshop en los que la oposición emplea antiguas fotos de activistas revolucionarios heridos por las balas de la extrema derecha.
 
Dicen que toda esta inmensa cantidad de gente que protesta no merece el mismo trato que les dio Dilma a los brasileños, cuando hace un año incendiaron las principales ciudades de Brasil. No! Que a pesar de que entre quienes protestan se encuentran los sociólogos, historiadores, filósofos y politólogos más prestigiosos del país, los científicos de mayor renombre y proyección internacional, los poetas y novelistas más destacados, todos ellos son unos disociados, infectados (así dicen!) por la propaganda que emana desde la sede de la CIA y la NSA.
 
Dicen que los ataques a civiles desarmados, esos que cada noche puedo ver desde la ventana de mi apartamento, no son más que mentiras emanadas de laboratorios de guerra mediática. Dicen que, en el peor de los casos, son la consecuencia de ajustes de cuentas entre bandas de narcotraficantes.
 
Dicen que los gritos de angustia de mis vecinos ante el ataque –días atrás- de los “colectivos del amor” no son reales. Que la destrucción de las instalaciones del edificio en el que habito, de los vehículos de mis vecinos, es un invento. Dicen además que la presencia de una banqueta de la Guardia Nacional Bolivariana, esa que pude ver estratégicamente estacionada detrás de los atacantes, es un montaje fotográfico. Dicen incluso –lo afirmó un Ministro!- que ese ataque no existió.
 
Dicen que la angustia y desesperación de mi esposa, sus gritos de pánico ante la posible invasión de nuestro hogar una tarde de Febrero, es un exabrupto mediático. Que las miradas de terror de mis dos hijos ante el caos reinante esa misma tarde, su llanto al escuchar las detonaciones cercanas, no son más que una fantasía ideada por los fascistas representantes de la IV República, esos que nunca más volverán a  gobernar este país.
 
Eso dicen…Eso y mucho más…
 
Y tú, que –al igual que yo- eres latinoamericano, universitario, progresista, antiimperialista, simpatizante de la izquierda ilustrada, les crees. Porque lo dice un gobierno de “izquierda”, un gobierno “socialista”. Les crees… ¿Porque es tu deber?
 
[Tomado de http://www.brunner.cl/?p=9351.]
 
 


Opinión: “No es dictadura, no es democracia, no es comunismo. Es un desastre”

 
 
María Pilar García Guadilla
 
Esas palabras, aunque las hubiera pensado, no hubiera sido capaz de pronunciarlas. Pero alguien las mostró sin decirlo. Un señor mayor -con lentes, bigotes blancos, una franela amarilla, y un sombrero enorme- llevaba una gran pancarta con ese lema en una de las marchas de la oposición, durante el mes de Marzo del 2014.
 
De Venezuela es difícil opinar, me dicen algunos amigos de afuera. Sin embargo, los amigos latinoamericanos de izquierda, no tienen problemas en tomar posición: “estoy de acuerdo con el chavismo porque soy de izquierda” y punto. Un amigo brasileño de izquierda me dijo una vez, “estoy con Chávez, pero es verdad que no me gustaría eso para mi país”.
 
“Izquierda/derecha”, “fascistas/revolucionarios”, “chavistas/opositores”, “oligarcas/pueblo”; “patriotas/traidores”; dicotomías repetidas incansablemente desde hace 15 años, y al final alguien dice, “Venezuela no es ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario”. La división del país que ha rendido tantos beneficios a este gobierno, hizo difícil entender la complejidad.
 
Pero más lamentable es cuando la izquierda latinoamericana académica asume también esta conceptualización dicotómica y no es capaz de aplicar a la realidad venezolana lo que pregona en las cátedras, apelar a la transdisciplinariedad en la comprensión de los procesos. Como dice uno de nuestros grandes poetas: “el pluralismo vive amenazado por los fanáticos de toda calaña” (Rafael Cadenas).
 
Sin embargo, no todos los chavistas son de izquierda, y no todos los de oposición, por serlo, son de derecha. Entre los chavistas -que se autodefinen como revolucionarios- además de un gran contingente de población objeto de su política redistributiva, y que es la clave de su estrutura clientelar, se encuentran: a) un sector corrupto y oportunista que se ha hecho millonario y que aquí llamamos los “boliburgueses” (burgueses bolivarianos); b) un grupo de resentidos, viejos marxistas que no entienden que la URSS resultó un fracaso; c) lo que podríamos denominar la izquierda asistencialista, que recibe privilegios que antes no tenía; y d) un sector que honestamente sigue creyendo que es sostenible indefinidamente el modelo económico que el Gobierno administra a su antojo con el ingreso de la renta petrolera.
 
Por el lado de la oposición, además de una derecha radical (que ha hecho mucho daño a la oposición democrática), se encuentran también: a) una clase media laboriosa que cree en la meritocracia como una forma legítima de progresar en la sociedad; b) un sector empresarial que entendió la importancia de la responsabilidad social; c) un sector que se ha ubicado históricamente en la izquierda y que incluye: una parte importante de los sindicatos, las universidades públicas autónomas, gran parte de los artistas, y la mayoría de los investigadores más productivos en todas las ramas del conocimiento. Por otro lado, la Oposición está integrada por una diversidad de partidos políticos, entre ellos algunos de izquierda, así como movimientos sociales, comunitarios, ONGs, Fundaciones, que no son de derecha. También están en la oposición personajes emblemáticos con intachable trayectoria de izquierda y de lucha política por la democracia. Podrían considerarse otras categorías, pero lo que quiero ahora es resaltar la diversidad de lo que desde fuera de Venezuela es visualizado en el reduccionismo de las categorías dicotómicas, enfoques binarios ya superados que desdibujan la particular complejidad de la difícil situación venezolana.
 
Pero aparte de lo anterior, la izquierda académica latinoamericana nunca ha tenido interés en preguntarse: ¿por qué gran parte de la izquierda académica venezolana tiene serias críticas a este proceso, tal y como se está desarrollando? Pues así como la izquierda académica venezolana está siendo crítica del “pensamiento único” chavista, también ha sido muy crítica -y continúa siéndolo- del “pensamiento único” del neoliberalismo.
 
Es de interés que la academia latinoamericana aborde la complejidad de la realidad venezolana. Hace falta descongelar la ausencia de comunicación y entendimiento para llegar a una comprensión más completa de una realidad que está muy lejos de presentarse en blanco y negro.
 
Contribuir al diálogo desde la academia para aportar conocimientos en aras de crear puentes entre los sectores democráticos del chavismo y la oposición es más urgente que escribir declaraciones que potencian la polarización. En especial, me estoy refiriendo a la Declaración de un organismo latinoamericano de ciencias sociales. Esa Declaración más que de un organismo de ciencias sociales, parece la declaración de un partido político. Se toma posición tajante por el gobierno, sin considerar las investigaciones realizadas en Venezuela, incluso por investigadores miembros del propio organismo. Investigaciones que han puesto en evidencia muchas de las debilidades y errores de este gobierno. Pero además, su estilo se asemeja a un partido político poco democrático, pues la solicitud de derecho a réplica realizada por un grupo de investigadores latinoamericanos miembros de ese organismo, no fue puesta en el sitio de internet donde está ubicada la Declaración de la directiva, a pesar que fue solicitado por el grupo que firmó la solicitud de réplica (http://polisfmires.blogspot.com/2014/02/solicitud-de-derecho-replicas-de.html).
 
Me pregunto si lo presentado es pertinente en un organismo regional de ciencias sociales que debería ser plural, tal como ha sido el comportamiento histórico de este tipo de organismos en América Latina, respetando con ello las diversas corrientes de pensamiento que en su seno se expresan.
 
Esas declaraciones, repito, en nada ayudan a avanzar en la comprensión de la complejidad de lo que sucede en Venezuela. Todo lo contrario, potencian la polarización y la imposibilidad de descongelar los pensamientos únicos. Sin darse cuenta, tal y como están las cosas en Venezuela, que los escenarios pueden ser dramáticos, siendo los más extremos:
- un gobierno chavista más autoritario conducido a reprimir la mitad del país que no es chavista;
- un golpe de Estado;
– una guerra civil.
 
[Tomado de http://carmengguadilla.com/2014/03/13/venezuela-no-es-dictadura-no-es-democracia-no-es-comunismo-es-un-desastre-por-cgg/.]
 
 


Economía en crisis y violencia disparan el éxodo de venezolanos

 
Agencias
 
La crisis económica que no da respiro, el asfixiante clima de violencia y las faltas de perspectivas de desarrollo impulsan un éxodo de venezolanos, cuyas cifras subieron más de un 26% en promedio en la última década. Según una investigación de la Universidad Católica Andrés Bello, una de las más importantes, entre 2005 y 2010 al menos 143.000 venezolanos dejaron su patria y sus principales destinos fueron Estados Unidos y España.
 
El informe indica que para los jóvenes universitarios la posibilidad de emigrar es una de sus mayores preocupaciones. Dos cifras contrapuestas subrayan la magnitud de la “fuga”: en 2005, había 380.000 venezolanos viviendo en el exterior. Pero en 2010 el número de quienes habían decidido mudarse subió a 530.000. Las razones para irse o quedarse forman parte de la habitual discusión política en este polarizado país de 28 millones de habitantes, una crispación social que es otra de las razones enumeradas por quienes se alejan de Venezuela, según Anitza Freitez, de la Universidad Católica, autora del trabajo en cuestión titulado “La emigración en Venezuela durante la última década”.
 
La académica explicó que había recogido los datos de emigración de 70 países y de diversos organismos nacionales o internacionales, como el Banco Mundial. En su estudio, la especialista descubrió que incluso en países muy lejanos como Australia el número de emigrados se había duplicado de 1116 a 2102 migrantes.
 
Estados Unidos con algo más de 170.000 y España con alrededor de 160.000 fueron los destinos favoritos según Freitez, directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB. Pero la académica advirtió que el número de emigrantes podría ser incluso superior pues muchos venezolanos poseen pasaportes europeos no incluidos en los registros oficiales.
 
En los últimos tiempos, otros trabajos conocidos confirman la tendencia hacia la emigración. Autor de estudios sobre la diáspora intelectual en el país, el investigador de la Universidad Simón Bolívar, Ivan de la Vega, indicó que en la última década miles de jóvenes se fueron “ahuyentados por la inseguridad, el desempleo, los bajos salarios y la falta de oportunidades”. En su más reciente trabajo, elaborado el año pasado sobre una muestra de 1.200 universitarios de diferentes carreras en cuatro centros caraqueños, los jóvenes colocan la cuestión de la violencia en primer lugar. “El primer gran flagelo de Venezuela del año 2010 a la actualidad en los estudiantes del último año de carrera es la inseguridad, en promedio entre el 61% y el 71,2%. El segundo es el político y el tercero el mercado laboral y los bajos salarios”, indicó De la Vega.
 
Venezuela es uno de los países más violentos del planeta con 75 muertes por cada 100.000 habitantes. El promedio mundial es 5. Según organismos privados, en el país hubo el año pasado 25.000 homicidios, mientras que el gobierno sólo reconoce 11.000. El Observatorio de la Violencia indicó que la cifra se cuadriplicó desde que el chavismo llegó al poder hace 15 años. Según el investigador Trino Márquez, de la Universidad Central, en Venezuela hay 8 millones de jóvenes entre 15 y 35 años. De cada 100 personas asesinadas, 65 se encuentran en esta edad.
 
Pero la economía y la falta de futuro también empuja el éxodo. Según el Instituto Nacional de Estadísticas, el desempleo ronda el 9%, pero en el rango de entre 15 y 35 años es de 18%. Y otro factor que afecta a la juventud es la deserción escolar, que se duplica después del sexto grado, dijo Márquez.
 
El fenómeno de la emigración puede verse en la aparición de páginas en Internet que ofrecen consejos e información sobre los principales destinos y el tema ha comenzado a ser discutido incluso en colegios y universidades. A mediados del 2012 apareció el documental “Caracas ciudad de despedidas”, en el que varios adolescentes de clase acomodada plasmaban sus deseos sobre la posibilidad de vivir o no en Venezuela. Desde entonces se hizo famoso el latiguillo “me iría demasiado”.
 
 


El anarquismo estadocéntrico del Poder Popular


Rafael Uzcátegui


A petición de los compañero/as de Ekintza Zuzena, escribimos por segunda vez sobre el concepto “Poder Popular” que, en América Latina, promueven algunas iniciativas que se reclaman libertarias. Pero antes de entrar en materia, describiremos el lugar desde donde se realiza nuestra argumentación y, a grandes rasgos, el contexto que la perfila. Desde el año 1995 participamos en un grupo de afinidad anarquista que, en la ciudad de Caracas, entre otras actividades ha editado el periódico El Libertario, quizás la actividad más conocida. A partir del año 1998 antagonizamos con el proceso político denominado “revolución bolivariana” por tres grandes razones: La primera, la profundización del modelo extractivo-minero en sintonía, y sin contradicciones, con la globalización económica capitalista, lo cual ha incluido -a pesar de la retórica-, amplias garantías a la inversión transnacional energética (Por ejemplo, en el año 2009 Repsol anunció el descubrimiento en el golfo de Venezuela de la mayor reserva de gas natural de su historia). La segunda razón, por el proceso de estatización, militarización y fragmentación del movimiento social del país surgido a raíz del levantamiento popular del Caracazo, 27 de febrero de 1989, y cuya capacidad de movilización fue decisivo para el recambio burocrático experimentado en 1998, fecha de la primera victoria electoral de Hugo Rafael Chávez Frías. La tercera es que, a pesar de contar con la mayor bonanza económica de los últimos 30 años, el gobierno bolivariano no ha transformado las causas estructurales de una de las más injustas tasas de reparto de la riqueza en el continente –recordar que el país posee las mayores reservas energéticas de la región-, cuyos datos y testimonios pudimos plasmar ampliamente en el libro Venezuela: La Revolución como Espectáculo. Una crítica anarquista del gobierno bolivariano que, en el caso de la península ibérica, fue coeditado y distribuido por la editorial-librería La Malatesta de Madrid. Esta introducción es pertinente porque en el proceso de institucionalización y homogeneización del movimiento social que permitió su victoria en las urnas, el gobierno bolivariano pasó, a partir de marzo del 2009, a denominar por decreto a todas las instituciones con el adjetivo “poder popular”. Por ejemplo “Ministerio del Poder Popular para la Defensa”, que coordina a las Fuerzas Armadas del país. El caso venezolano sería entonces una evidencia clara de los derroteros estatales del concepto.

La segunda aclaratoria previa tendría que ver con el anarquismo en el cual creemos, pues complejiza el maniqueísmo y simplificación de la discusión que los promotores del Poder Popular “libertario” (PPL) aluden en su discurso. Cultivamos un anarquismo que necesita de sus grupos de afinidad para el intercambio y construcción de lo que nos es más próximo, pero cuyo referente y ámbito de actuación no es otro que los movimientos populares, autónomos, de base y necesariamente plurales, para el cambio en un sentido libertario. Reivindicando y aprendiendo de la historia, así como de las tradiciones de lucha que nos precedieron, nuestro anarquismo debe responder a un contexto en permanente cambio, signado por la globalización económica, informacional y tecnológica, el cual ha dejado atrás el culto a la razón positivista que influyó en los pensadores antiautoritarios de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Además, es un anarquismo que debe ser expresión de las particularidades culturales que nos definen como latinoamericanos, sin perder su perspectiva universal e internacionalista. Esta reflexión hemos intentado plasmarla en nuestra publicación El Libertario, cuya línea editorial actual, en un escenario de estatización y polarización de las iniciativas populares, es la de promover los mayores niveles posibles de autonomía en las organizaciones sociales de nuestro entorno, en el entendido que mientras no exista un espacio de emprendimientos políticos diversos de base, beligerantes e independientes, los valores que defendemos como anarquistas no podrán tener la posibilidad de expandirse y ser vividos por amplios sectores de la población.



Una camisa prestada

El surgimiento de la propuesta del PPL no puede comprenderse de manera separada de lo que algunos analistas denominan “el giro a la izquierda” de América Latina. Incluso afirmamos que el momento de mayor impulso de esta propuesta coincidió en el tiempo que los gobiernos autocalificados como “progresistas” generaban amplias expectativas entre los sectores de izquierda y revolucionarios de todo el mundo. El razonamiento de fondo era, simplificando, que era necesario mimetizarse con las mayorías que apoyaban a las izquierdas en el poder, haciendo alianzas con algunos sectores y, desde adentro, “radicalizar” dichos procesos con la propuesta del PPL. Tras varios años en la presidencia, el entusiasmo por estos gobiernos ha disminuido, por un lado. Por el otro, han sido suficientemente conocidas sus contradicciones así como todos los mecanismos desplegados para criminalizar a los líderes populares que, refractarios a sus políticas, han continuado movilizándose. Los gobiernos de Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Uruguay y Nicaragua ya poseen un expediente de sindicalistas, líderes indígenas y barriales de diferentes ámbitos asesinados, encarcelados y sometidos a juicios bajo leyes antiterroristas influenciadas por, paradójicamente, los organismos multilaterales que tanto adversan en las palabras. Lo curioso es que son iniciativas “libertarias” de países con gobiernos conservadores (Colombia y Chile, por ejemplo), los que han intentado “capitalizar” este pretendido giro progresista y han tenido mayor protagonismo mediático en la difusión de los postulados del PPL. Ni ayer ni hoy el debate generado alrededor este tema ha sido central en el universo ácrata latinoamericano, aunque sus apologistas hayan intentado, grandielocuentemente, presentarlo así. (“Este debate es uno de los núcleos fundamentales de la izquierda latinoamericana”, según la Federación Anarquista Uruguaya).

Los promotores del PPL se han diseminado en varios países latinoamericanos, aunque no son un grupo homogéneo ni coinciden en los énfasis de sus estrategias. Como el resto de la familia, han sufrido sus propias divisiones, disoluciones, fragmentaciones y tensiones por el protagonismo de un alegato apenas en construcción, siendo dos de sus nodos intelectuales más visibles Brasil e Irlanda (sí, Irlanda). Un inventario de los grupos, publicaciones y literatura demuestra que ni cualitativa ni cuantitativamente, hasta ahora, ha sido el sector “predominante” en el anarquismo suramericano, a lo sumo y generosamente una tendencia más. Sin embargo, han intentado sobredimensionarse en internet reduciendo la diversidad del movimiento en la región en dos bandos, ellos y, en la otra acera, la tendencia insurreccionalista (“un grupo minoritario y aislado de la base”, como la simplifica Felipe Correa de la Federación Anarquista de Río de Janeiro). Por estas artes del lenguaje, los PPL serían el “anarquismo organizado” (como en algún momento se definió la Red Libertaria de Buenos Aires) vinculado a los sectores excluidos, antagonizando a un anarquismo autorreferencial, de clase media, disociado de su contexto y anclado en el pasado, que seríamos el resto. Y este debate tramposo expresa a su vez la naturaleza de las alianzas que el PPL desea establecer con ciertas izquierdas: Mercadearse como el “anarquismo bueno”.

Ni Dios, Ni Amo Ni Coherencia

Para los teóricos del PPL la noción del “poder popular” sería un concepto “en disputa”, y su trabajo sería resignificarlo a la luz de una interpretación anarquista. A pesar de algunos malos intentos de corte y costura para demostrar que clásicos como Bakunin y Malatesta lo que querían era decir “poder popular” en todos sus escritos (prolijamente refutado por Patrick Rossineri en sus textos para el periódico Libertad! de Buenos Aires), ante la ausencia de una genealogía antiautoritaria del término reconocen, a regañadientes, que su origen no proviene del campo ácrata. Se ha convertido en un lugar común de su literatura las citas al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) de Chile como pioneros en su uso del término en 1970, haciendo malabares históricos para demostrar que esta organización marxista-leninista era, en el fondo, bastante anarquista. No importan 4 décadas de uso, interpretación e implementación autoritaria del término, así como la capitalización política y legitimación burocrática de varios gobiernos progresistas del continente (Sólo el venezolano gastó oficialmente según su Ley de Presupuesto 65.304.634 dólares en propaganda en el 2013): mientras 4 gatos anarquistas lo reivindiquen seguiría siendo “un concepto en disputa”. Todo un detalle que sea este y no otro la nomenclatura en litigio. Si por ejemplo democracia significa “gobierno del pueblo y para el pueblo”, ¿no deberían utilizar las mismas energías para reconceptualizarla anárquicamente? Felipe Correa llega al extremo en esta tesis, pues hasta “anarquismo” sería, según él, un “concepto en disputa”.

Esta pérdida de personalidad al utilizar un discurso de otros para expresar valores que tienen términos nítidamente libertarios, como autogestión por citar un caso, tiene como objetivo no espantar a sus nuevos “compañeros de ruta”. Y no es un problema de etiquetas. Esta difuminación de lo que específicamente nos hace “anarquistas” hace que algunas iniciativas del PPL hagan demasiadas concesiones en su apuesta por una plataforma política de actuación. Por ejemplo, el de las publicaciones “libertarias” con alegorías en portada a cualquiera de los santos del panteón marxista latinoamericano –cuando ya hay tantas publicaciones ajenas que lo hacen- o los llamados al “voto crítico” por candidatos presidenciales nacionales o regionales “de izquierda”. El resultado, como lo demuestran una vez quienes en Venezuela se hacen llamar “anarcochavistas”, es una pérdida absoluta de la identidad política y la asunción de una nueva impuesta desde arriba que intenta ser hegemónica. Esto genera múltiples consecuencias, algunas tan graves como la ausencia de cualquier atisbo de crítica a viejos y nuevos gobiernos “de izquierda” en la región, como el cubano, el boliviano o el venezolano, cuando no el apoyo velado o explícito a organizaciones autoritarias como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Poder Popular: Dos problemas

Como lo ha sugerido Rossineri, la ofensiva comunicacional del PPL tiene como objetivo naturalizar el uso del término “poder” entre los anarquistas. Las mejores argumentaciones de sus entusiastas aluden a su naturaleza polisémica y su división entre el “poder hacer” (capacidad de realizar cosas) y el “poder sobre” (dominio sobre otros). Sin embargo, salvo consignas, no hay un mayor desarrollo de cómo impedir que capacidad se transforme en dominio. En este punto es importante recordar que un sector del marxismo latinoamericano, conocido como autonomista (John Holloway quizás el más conocido), han abandonado dicha pretensión y han afirmado, a secas y sin medias tintas, que el mundo debe ser cambiado “sin tomar el poder”. Y esto es porque la falsa tensión entre el “poder hacer” y el “poder sobre” no ha sido resulta en 40 años de uso autoritario de poder popular porque, sencillamente, aluden a dos situaciones diferentes. Este es el primer problema del PPL, a que tipo de “poder” se refiere: Poder en política siempre aludirá a “poder sobre”. En castellano, un idioma generoso, no existen sinónimos literales sino palabras diferentes que matizan situaciones. Pensemos en un carpintero que domina las técnicas de construcción en madera. Si usted se refiere a él como un “carpintero con poder” la mayoría le entenderá –salvo los del PPL- como alguien con dinero o influencias políticas, y no como diestro en el arte de la construcción con madera. Así, los del PPL zanjan esta discusión con tres consignas y con afirmaciones aventureras: “Los anarquistas no estamos contra el poder sino contra la dominación”, sin importar que más de 100 años de historia libertaria demuestren que estamos contra ambas cosas. El 98% de quienes en América Latina utilizan en su estrategia política el concepto “poder popular”, buscan legitimar hoy la racionalidad que ayer se contenía en el concepto “dictadura del proletariado”, el arribo de una nueva burocracia en los estamentos de mando.

El segundo problema tiene que ver con la noción “popular”, un término que según la lógica PPL también debería estar “en disputa”. ¿Qué es popular y qué no lo es?, ¿Cuándo algo deja de serlo? Lo considerado “popular”, ¿es intrínsecamente bueno? Lula da Silva, ¿fue un presidente del “poder popular”? Rafael Leonidas Trujillo, ¿fue un militar del “poder popular”? La anterior mitificación parecía superada tras los aportes, entre tantos otros, de Michael Foucault. Sin embargo lo que nos sugiere su uso es que mientras un sector del marxismo latinoamericano evoluciona asumiendo posturas libertarias –los autonomistas-, como singular contrapeso otro sector del anarquismo regional involuciona reivindicando lógicas propias de los partidos comunistas más stalinistas de este lado del mundo.

Nuestra agenda

La estrategia del “poder popular”, como demuestra el caso venezolano, no conduce a otro destino sino al Estado, a oxigenar la gobernabilidad democrática en tiempos de crisis de la representatividad y globalización económica. Además, posee dentro de su lógica la estrategia de “acumulación de fuerzas” que debe negociar con el resto de los aliados de su plataforma planteamientos radicales y de fondo en aras de la convivencia y, valga la redundancia, “popularidad”. Fieles a la vocación de poder, de mercadearse ante el mundo y especialmente ante sus aliados como el “anarquismo bueno”, algunas de las iniciativas más conocidas del PPL reproducen en micro lo que cualquiera detesta de la gran política: las componendas, conspiraciones y descalificaciones contra quienes asumen eclipsar y neutralizar: En primer lugar no al gran capital sino a los otros anarquistas. Cuando aclaraba que esta era la segunda vez que reflexionábamos sobre el tema buscaba reflejar lo siguiente: muchos hemos optado por no caer en las luchas intestinas en los contornos planteados por el PPL, una estrategia pensada, entre otras cosas, para legitimarse ante sus aliados “de izquierda” en el continente. Nuestros esfuerzos siguen estando en la construcción de una alternativa social libertaria, donde –insistimos- los valores que defendemos como antiautoritarios sean vividos por la mayor cantidad de personas.

Es falso que el anarquismo latinoamericano pueda dividirse, únicamente, en las tendencias plataformista (donde se ubicaría el PPL) e insurreccionalista. En el medio de ambos extremos hay una diversidad de grupos, emprendimientos e individuos, con escasa o nula relación orgánica entre sí, que por la diversidad de temas y situaciones que enfrentan sí podrían ser calificados como el sector “mayoritario” del movimiento, pero que sencillamente no tienen ánimo ni tiempo para pensarse en esos términos. Si hay algún tema medular hoy en Latinoamérica, que no es el PPL, es el extractivismo y la lucha por los bienes comunes, que cualquiera que revise el mapa de los actuales conflictos sociales en la región podrá constatar que la causa de las movilizaciones indígenas y campesinas contra gobiernos “progresistas” y conservadores que actualmente se llevan a cabo. Dentro de las luchas por la defensa del Tipnis (Bolivia) y el Yasuni (Ecuador), contra las Minas de Conga (Perú), la explotación del carbón en la Sierra del Perijá (Venezuela) y el Fracking en los acuerdos Chevron-YPF (Argentina), por recordar los más conocidos, hay mucha gente libertaria poniendo el pecho, que ha posicionado el debate sobre otros modelos de desarrollo dentro de coaliciones sociales diversas sin perder identidad, intentando que las iniciativas no tengan como referente al Estado sino a la expansión de las propias capacidades colectivas autogestionarias. Pero también existen otras búsquedas y espacios de confrontación contra los poderes establecidos, de las cuales me limitaré a describir las que nos son más cercanas.

En Venezuela la recuperación de los niveles de autonomía y beligerancia de los movimientos sociales tiene uno de sus principales contrarios al poder popular estatizado y militarizado promovido por el gobierno bolivariano. Y ante la capacidad propagandística del “socialismo petrolero” (como una vez lo definió el propio Hugo Chávez) no hay alternativa sino pensar en otros referentes. Como anarquistas acompañamos, participamos y difundimos en diferentes luchas, como el movimiento contra la impunidad y el abuso policial y militar desarrollado en el estado Lara, en donde han surgido organizaciones independientes de víctimas que han denunciado la complicidad de altos y medianos funcionarios en los crímenes del gatillo fácil. De este conflicto es Mijaíl Martínez, el videoactivista asesinado en el año 2009 por sicarios contratados por la Policía de Lara. En esta zona se desarrolla la experiencia cooperativa más grande y antigua del país, Cecosesola, 30 años y 20.000 afiliados, cuyo funcionamiento asambleario y horizontal la convierte en la experiencia concreta de inspiración libertaria más importante del país, y que por autogestión ha construido un hospital de tres pisos en la zona oeste de Barquisimeto, corazón de los sectores menos privilegiados de la ciudad, siendo uno de los emprendimientos nacionales emblemáticos de participación comunitaria en el ejercicio del derecho a la salud. A la lucha contra la explotación del carbón en el estado Zulia, que ha dejado como saldo el asesinato del líder yukpa Sabino Romero, se suma nuestra intervención activa en la recomposición del movimiento indígena venezolano, tras años de cooptación, que pasa por la recuperación de sus organizaciones tradicionales sobre la base de la autonomía. En años anteriores estos mismos esfuerzos se colocaron en el sector sindical, donde surgió un intento de refundación del gremialismo venezolano en el Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (FADESS), que no prosperó en la dirección deseada debido a la electoralización de su agenda y el canibalismo de los viejos partidos políticos. El FADESS denunció los 17 meses de cárcel contra el sindicalista Rubén González, la criminalización de la protesta en el país y los asesinatos de los sindicalistas Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena, en el 2008, que hoy se mantienen en impunidad. 

Los retos que los anarquistas latinoamericanos tenemos por delante son múltiples y exigentes. Fortalecer nuestros grupos de afinidad y organizaciones específicas. Participar en conflictos reales y movimientos sociales para elevar sus niveles de autonomía, independencia y capacidades autogestionarias, reactualizar nuestros postulados reinventando lo que haga falta y expandir nuestros valores, que no nuestras etiquetas, entre amplios sectores de la sociedad que paulatinamente están descubriendo que los gobiernos progresistas son la misma opresión de siempre con diferente fachada, y que fieles al espíritu rebelde de la naturaleza humana, buscarán otras alternativas. Entre nosotros el eclipse del “progresismo” en el poder abre similares oportunidades, de orden teórico y práctico, que para los movimientos emancipatorios europeos tuvo el desplome del Muro de Berlín. Y para esto es necesario no el esteticismo pseudolibertario de lo caduco, sino la apuesta por una cultura política nueva basada en la justicia social y la libertad.

[Artículo originalmente publicado en el # 41, marzo 2014, de Ekintza Zuzena.]

L@s anarcosindicalistas en el 22M de Madrid (Video)


Compa Cenetista desde Madrid

La CNT participó en la convocatoria y en el desarrollo de las Marchas de la Dignidad que culminaron en la capital del reino de España el pasado sábado 22 de marzo de 2014.

La presencia de la anarcosindical fue muy, muy numerosa, como no se veía desde hace muchos años. Compañer@s de fuera de la ciudad se fueron sumando a las distintas columnas que confluían en Madrid, y los demás fuimos convocados a una columna propia que salió de la céntrica plaza de Tirso de Molina. L@s compañer@s que acudieron a este punto de encuentro, recogieron imágenes con las que han montado un vídeo que se puede ver en este enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=DNs3rpzyfUQ



Ayer, hoy y mañana


Mariana

El ser humano es social porque solamente juntos se pueden satisfacer todas las necesidades y aspirar a superar esas necesidades para alcanzar mejores niveles de vida tanto material como espiritualmente. Cuando las actividades en las colectividades alcanzaron cierto grado de complejidad y conflictividad, hace unos 7.000 años, la raza humana, por razones que no vamos a tratar aquí, optó por considerar que la fuerza y el poder eran la solución (una idea a la que el anarquismo se opone) y dio así origen al Estado en sus diferentes formas (al que también coherentemente el anarquismo se opone) como la instancia que mediante el miedo y la sumisión resolvía las diferencias.

Muchas han sido las maneras que el Estado se ha desarrollado en estos miles de años, pero en casi todos ellos se han mantenido dos características principales: el poder (especialmente la fuerza encarnada en grupos armados) concentrado en pocas manos, y segundo, lo ha hecho en propio beneficio y no en el de la gente a la que supuestamente debía servir. Así lo denunciaba Bakunin cuando decía todo gobierno tiene un doble objetivo: uno el dominio sistemático y legalizado de la clase dirigente sobre el pueblo explotado. El otro es la conservación de sus privilegios estatales exclusivos y de su personal. Como el poder no se dispersa sino que  se concentra y cuando, en ejercicio de lo que La Boetie llamó la servidumbre voluntaria, se lo entregaron al Estado no cabe esperar sino lo que Bakunin nos señaló hace un siglo y medio atrás.


Sin embargo, como consecuencia de las largas y cruentas luchas sociales de los siglos XIX y XX los estados, especialmente los de signo capitalistas, se vieron obligados a hacer concesiones a favor de los principios que guían la unión delo humanos, satisfacer necesidades y promover el bienestar en todos los órdenes. Esto se tradujo en que ciertas modalidades estatales, no todas, brindaron algunos beneficios a la población como mejoras en las retribuciones, facilitar el acceso a bienes materiales, mejoras en los servicios de salud y educación. La segunda mitad del siglo XX vio incrementar estos avances también como una manera de evitar los excesos de los intereses del Estado que habían conducido a las guerras mundiales con regímenes totalitarios como Mussolini, Stalin, Hitler. Pero estas mejoras fueron pocas en este lado del mundo, siempre oscilando entre ineficaces gobernantes carismáticos y caudillescos y gobiernos militares corruptos y autoritarios.

Lo peor de dos mundos

Venezuela, por obra de las mayorías, logró lo peor de dos mundos: líder carismático ineficiente encabezando un gobierno militar ultra corrupto, el más de la historia sin dudas. Hubo un ámbito en el que hubo logros en estos últimos 15 años de decadencia y fue la propaganda. Apoyado en la tradición judeo-cristiana que hace 20 siglos promete bienes terrenales y salvación celestial que nunca llega, pidiendo a un Dios que nada le da y esperando el cielo al que nadie sabe si alguien llega, Chávez montó el gobierno de la promesa. Como cuando termina la misa y se dice Amén, un así seaque nunca ha sido ni es ni será, así podría haber terminado Chávez sus discursos. No es la promesa de Mac Arthur en Filipinas que repetían los adecos, we will come back y volvieron. No, es la promesa que, cuando se la cree, no requiere paso ulterior y está realizada plenamente. La promesa chavista se agota totalmente en la promesa misma. Tan así que, cuando uno escucha las voces de quienes lo defienden, esgrimen como logros (participación en las decisiones, vivienda, trabajos con buenas remuneraciones, inclusión, abastecimiento, salud, educación) lo que nunca pasó de discursos y palabras al viento y que, a ojos vista y con datos en la mano, nunca llegaron a los hechos.

Pero, como el cielo cristiano al que no es necesario llegar, basta con prometerlo y que crean la promesa, así pasaba con Chávez mientras la realidad se derrumbaba. Pero como pasa que cuando la gente sabe no cree porque se cree en lo que no se sabe, entonces mantener la ignorancia, mentir, engañar, ocultar la verdad se hicieron moneda común. Por esos Chávez tuvo que popularizar como estilo político el trato chabacano de los cuarteles, el hablar golpeao sin dar razones, el no ocuparse de buscarlas y la fuerza como única ley y derecho. Lo dejó claro el actual Ministro de Educación, (ex de Deportes) cuando declaró que no iban a educar a los niños para que se hagan opositores porque el que sabe no cree, sabe.

Tan no dar razones es que el chavo-madurismo ni siquiera logró, y tampoco se preocupó, delinear una ideología que lo arropara, porque del socialismo del siglo XXI ya casi ni se habla y, cuando se hablaba, no había nada que decir. Salvo alguna izquierda caviar europea y latinoamericana (como la multimillonaria Cristina o la ultracapitalista Dilma o el olvidadizo Mujica) y cuyo símbolo es Ramonet que también buenos millones ha recibido, nadie piensa en este lado del mundo que el chavomadurismo es alguna forma de socialismo. Estos encumbrados neosocialistas como se dice en El Libertario # 72, hablan como Marx, gobiernan como Stalin y viven como Rockefeller tal como lo promovieron Fidel y Hugo.

Venezuela, desde los 60, siempre tuvo gobiernos socialistas (socialdemócratas o socialcristianos) y los partidos de derecha fueron inexistentes (lo más derecha fueron liberales) pero ahora, debido al abuso chavista y a quienes lo apoyan, decirse socialista genera burla o repudio. No hay un solo personaje del socialismo estatista que sea públicamente reconocido salvo la comparsa que acompaña a Chávez. Ni siquiera los defensores de la teología de la liberación, que los hubo con fuerza, hablan de socialismo. Los que lo hacen buscando el favor de Chávez, como E. Dussel o Ramonet, reciben suculentos premios por ello, lo que despierta las mismas fuertes sospechas de su honestidad intelectual que los socialistas estatistas chilenos, brasileros, franceses o españoles. Pareciera que disfrutar de las mieles del poder acentuó todas las contradicciones o borró toda convicción.

Carentes de ideas nuevas, los socialistas estatistas creyeron ver en Chávez su tabla de salvación (y de recursos). Pero han sido muchos los fracasos de los que siguen a esta izquierda que busca el poder del Estado, renegando de sus principios y escondidos detrás de cualquiera bandera sea el ecologismo, el multiculturalismo, la reivindicación indígena, el ambientalismo, la antitécnica, el tercermundismo, el populismo, la dependencia atacando al imperio. En Latinoamérica negados a reconocer al fracaso del castrismo, terminaron apoyando otro fracaso como el que se expresa, en este mundo que se concibe como una tecnoestructura resultado del saber y la inteligencia en el ministro de educación de Maduro, o en la represión despiadada de las FF.AA., todo por un puñado de dólares. Clavaron un clavo más en el ataúd del socialismo estatista. Brasil tiene tantas o más revueltas que Chile, Argentina se une a la UVA (Ucrania, Venezuela, Argentina) como los países de peor desempeño económico en el planeta, Cuba vive de la limosna venezolana y Venezuela arde en llamas de guarimbasy con una represión que no le envidia a la de Stroessner o Somoza.

Ayer, hoy y mañana

Quizás por eso, los anarquistas, que durante estos años hemos levantado nuestra críticas al chavismo desde el socialismo antiestatal, a pesar de que pocos obreros escucharon ni tampoco lo hicieron los habitantes de los barrios (los más perjudicados pero ahítos de promesas), ni los movimientos estudiantiles, ni los habitantes de la urbanizaciones sean una de las pocas opciones socialistas, sino la única, con propuestas y temas para discutir y con la dignidad para sostenerlas. Si algo hemos de agradecer al imperialismo cubano y a su colonia venezolana es que pusieron en evidencia lo que Bakunin decía hace más de siglo y medio atrás, y que está encerrado en la misma noción de Estado.

 La opción es enfrentar, debilitar, oponerse al Estado en cualquiera de sus formas hasta que desaparezca con su cohorte de inútiles, ladrones y opresores. Porque, pregunto, más de un mes de revueltas, mártires, presos, heridos, torturados  y sufriendo el salvajismo militar, ¿Pasaron, si es que pasa, para que se encumbren Capriles y la MUD, o un generalote, o cualquier otro a repetir la historia, como lo hizo Chávez en su momento? Porque lo seguro es que, cuando esto pase, si pasa, ellos estarán listos para recoger los frutos, como cuando se escondieron el 4F para aprovecharlo con Caldera primero y Miquelena-Rangel para montar al fracasado Chávez después.

No olvidar el hoy cuando se haga ayer si no queremos equivocarnos mañana.


7 razones para el antimilitarismo


Redacción

El afiche que reproducimos se publicó originalmente en las páginas centrales del # 34, septiembre-octubre 2003, de El Libertario. De nuevo lo difundimos por la innegable vigencia que cobra en la actual situación venezolana.

LIBERTAD: ¿Qué es? ¿Para tod@s o para quien la merezca? ¿Vale la pena luchar por ella?


Alfredo Vallota [Fragmentos tomados del libro Bitácora de la Utopía, Caracas, UCV, 2001.]

De, para y con la Libertad 

El término libertad encierra numerosos equívocos que permiten que todos la usen para los fines más variados. Así, la política económica de algunos gobiernos que padecemos apoya un mercado libre de la interferencia estatal, cuando otros propician Estados interventores que libraran al pueblo de la codicia de los empresarios. Hay libertad de expresión pero el gobierno y los propietarios de los medios censuran los mensajes para liberarnos de la difusión de ideas contrarias al orden reinante.

De manera que es bueno hablar de la libertad y exponer algunos de nuestros puntos de vista para destacar porque no compartimos del todo la libertad de esta democracia en que vivimos. Ante todo, es preferible no hablar de la libertad como algo sustantivo, sino que preferimos referirnos a la cualidad de ser libre. Tampoco nos interesa preguntarnos si el hombre es libre, porque preferimos preguntarnos si tú, Pedro, Alicia o yo, somos libres. El hombre en general tiene tantos matices, diferencias y aun contradicciones, que bajo su amparo se admiten las más variadas respuestas.

Vamos a acercarnos al problema estableciendo algunas distinciones. Se puede ser libre de, libre para y libre con. El primer caso, libre de, es lo que se llama libertad negativa. Significa falta de coerción, de impedimento, de oposición, que puede ser de variado tipo. Por ejemplo, no somos libres de no comer por una coerción biológica. Pero en el ámbito político, cualquier régimen puede decir siempre que sus ciudadanos son libres de algo. Somos libres de comprar lo que queramos, aunque el Estado también es libre defijar sueldos mínimos de miseria; somos libres de cambiar de empleo, aunque haya desocupación; somos libres de estudiar, aunque no haya cupo en las instituciones escolares; etc. Es bueno aclarar que la coerción no es siempre externa sino que puede ser interna, promovida a través de la educación de deseos, de prejuicios, de temores. Liberarnos de nuestros propios impedimentos es el primer paso para ser libres.


Sin embargo, si bien una amplia libertad de - ausencia de coerción - es necesaria, ella no es suficiente y debe complementarse con la llamada libertad positiva, libertad para, que es la que da significación y fundamento. Libertad para comprometernos, para fijar metas, para completarlas, para pensar y decir lo que pensamos, para sentir y actuar. Ser libre de elegir no es el fundamento de ser libre si cada uno de nosotros no elige también las alternativas. ¿Somos libres si elegimos un presidente entre dos candidatos que nos imponen y que luego no podemos ni juzgarlo, ni sacarlo, ni cambiarlo, ni protestar? Precisamente es esta libertad para la que no tenemos y la que todo régimen estatal se cuida bien de que no tengamos, aunque podamos disfrutar de mayor o menor libertad negativa. Ya Aristóteles decía que el hombre es libre si es libre para determinar su vida y sus acciones, a diferencia del esclavo a quien son otros los que le determinan su vida y sus acciones.

El tercer aspecto está muy unido a la libertad positiva ya que para hacerla efectiva debemos ser libres con otros humanos. Lo social es inherente a nuestra especie, por lo que las potencialidades de cada uno sólo pueden concretarse viviendo en relación con sus semejantes. La libertad no es un don, un regalo, sino algo que hay que hacer y, para lograrla, es menester ser con los demás y todos juntos hacernos libres. Siendo egoístas podemos alcanzar la libertad negativa. La libertad para hacer algo sólo es posible con otros, solidaria y fraternalmente unidos. 

Libertad e Igualdad: fundamentos del anarquismo
 
Una de las habituales preguntas a un anarquista es: ¿A favor de que están Uds.? Porque son buenos críticos destructivos pero lo constructivo no se les ve por ningún lado. Sin embargo no es el anarquismo un simple dar golpes a la piñata y su crítica ha sido siempre clara y precisa para quien quiera entenderla y reflexione acerca de ella, porque el anarquismo es una verdadera filosofía social y política.

Si tratamos de caracterizar a esa filosofía social y política que es el anarquismo, debemos comenzar por señalar como rasgo más destacado su íntima vinculación con una determinada ética. Es tal este enraizamiento ético que se podría decir que lo social y lo político se disuelven en lo ético-moral, y son los valores ético-morales los que se elevan por encima de todo valor pragmático. Contrariamente a lo que se dice, el anarquismo es una filosofía, quizás la única, que concibe a la sociedad como estructurada sobre valores éticos.

De los valores ético-ontológicos en los que se apoya esta filosofía destacan dos principales: la Libertad y la Igualdad. De ellos habla todo Occidente, pero no como lo hace el anarquismo, para el cual no son valores opuestos, ni contrarios, ni yuxtapuestos, ni siquiera complementarios, sino valores idénticamente necesarios el uno para el otro. No se puede ser libre sin ser igual y no podemos ser iguales sin ser libres. No podemos afirmar la libertad de nadie, y menos la nuestra, sin afirmar la igualdad de todos, y a su vez para que todos seamos iguales es necesario que afirmemos la libertad de todos y de cada uno.

Otros sistemas sostienen también ambos valores pero no les asignan la importancia que les asigna el anarquismo. El capitalismo afirma la Libertad pero lo hace sacrificando la Igualdad. Defiende la libertad del opresor pero negando la libertad del oprimido. Prueba de ello son las voces que cada tanto, cuando las diferencias se hacen muy marcadas, se alzan reclamando más democracia social y económica, es decir más Igualdad. En otras palabras, en el capitalismo hay Libertad pero no para todos, porque no todos somos iguales.

Los “socialismos reales” pecan en el otro extremo. La Libertad es algo que se puede suspender, algo derivado, algo provisional, algo que podemos dejar de lado por tiempo indeterminado. El valor supremo es la Igualdad y por ella se sacrifica a la Libertad, o al menos eso dicen intentar. A la larga, la ausencia de Libertad conlleva la aparición de nuevas desigualdades.

Para el anarquismo, Libertad e Igualdad tienen idéntico valor, ambas son igualmente necesarias, no es ni puede ser la una sin la otra, ninguna es sacrificable, ni postergable, ni segunda. En caso contrario, no hablamos de Libertad sino de explotación o no hablamos de Igualdad sino de opresión. De esta concepción ética es que emerge esa manifestación del anarquismo que es la oposición a todo tipo de poder permanente, al Estado y al Gobierno. Pero éste será tema de otro día.
 
De la libertad y la determinación

El tema de la libertad es, en la teoría y en la práctica, central en la preocupación de los anarquistas. Sin embargo no por ello es algo agotado y, por el contrario, debe ser motivo de permanente reflexión y discusión, para ir conformando lo que entendemos y anhelamos como libertad. No en vano se han registrado más de 200 significados para la palabra, y se parece al amor en tanto que ambos se enmascaran de algo distinto cada vez que nos acercamos a ellos.

Tratando de dar sentido a las afirmaciones de un compañero, he creído encontrar en él una identificación, en lo que se refiere a la conducta esperada de otra persona, entre libertad e indeterminación. En otros términos, reclamar a alguien el compromiso voluntariamente contraído que determine una conducta, exigir el cumplimiento de la palabra empeñada que determina sus acciones, o en caso contrario exigirle explicaciones, sería un acto autoritario que coartaría la libertad de ese otro.

Estimo que entender la libertad como conducta incoherente es quedarse muy corto. Más aún, esta interpretación se funda en entender al mundo como algo predeterminado, como teniendo un destino fijado de antemano por Dios, o por fuerzas místico-naturales incontrolables e insondables. En ese mundo de futuro preestablecido, la misión del anarquista (fracasada de partida) es oponerse ciegamente a toda legislación, a toda norma, convención, regla, acuerdo o expectativa. El anarquista se concibe a sí mismo como un héroe individual y trágico, libre porque se enfrenta a toda coherencia y fracasado porque la coherencia está predeterminada.

Pero si bien la contingencia, el azar, es una condición necesaria para ser libre, se queda pequeña porque no es suficiente. La indeterminación es posible porque no hay predeterminación. En consecuencia abre espacios para la libertad, pero no los llena porque es necesario determinarnos. La incoherencia rompe las ataduras de la determinación, pero con ello no basta si desconocemos para qué queremos desatarnos. Si, como decíamos arriba, se concibe al futuro como establecido e inexorable, predeterminado aunque no sepamos cuál es, el para qué no tiene sentido y debemos dedicarnos a romper sin esperanzas con el porvenir. En cambio si el futuro es pensado como algo que hay que determinar, construir, crearse entre todos, entonces la indeterminación sólo puede ser condición para determinarnos y hacernos responsables de esa determinación.

La construcción del futuro requiere de una voluntad firme, pero ello por si mismo no determina el curso de la acción, solamente nos mantiene en él. La edificación de la casa que habitaremos no es posible si a la indeterminación del futuro le sumamos la indeterminación de nuestra conducta, e interpretamos que poner un ladrillo en su construcción es quitarnos la libertad de no ponerlo. Entender que todo reclamo a nuestras incoherencias con respecto a la palabra empeñada o el compromiso adquirido es coacción o intento de arrebatarnos libertad, es equivalente al reclamo por poner un ladrillo. Es imposible dar forma al incierto porvenir fundados en la inconsistencia personal o en la falta de autodeterminación de nosotros mismos, que no es otra cosa que asumir razonadamente un comportamiento coherente y con intenciones definidas. Ser libres es ser responsables de nosotros mismos con nosotros mismos y con los demás.


Foucault o la ética y la práctica de la libertad. Dinamitar espejismos y propiciar insumisiones

Tomás Ibáñez[Nota de El Libertario: Este texto (resumen de una conferencia dictada recientemente en la Universidad de Barcelona) nos ha sido remitido por su autor a través del común amigo y compañero Octavio Alberola. Agradecemos a ambos por la …

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Teoría de la estupidez (para entender en lo posible a políticos, partidos, militares y demás tumores inherentes al Estado)

Revista Al Margen (Valencia, península ibérica)[Nota de El Libertario: la primera parte de este texto reproduce buena parte del Editorial del # 88, invierno 2013, de Al Margen. La segunda, es el artículo titulado “Teoría de la estupidez”, incluido…

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