Sede del Museo del Estanquillo, vestigio del México del siglo XIX
Qué tal amigos:
Hoy regresamos al
Centro Histórico para hablar de uno de los museos más recientes de nuestra
Ciudad, así como del edificio que lo aloja. Me refiero al
Museo del Estanquillo.
Ubicado en la esquina de las actuales calles de Madero e
Isabel La Católica, los orígenes del edificio se remontan a finales del siglo
XIX, cuando durante el porfiriato la
Ciudad de México se modernizaba y afrancesaba, surgiendo nuevos y lujosos comercios, en donde la aristocracia y una escasa clase media mexicanas nutrían el estilo de vida al que aspiraban.
En
1864, durante el
Imperio de Maximiliano, en la esquina de las entonces calles Plateros y
Espíritu Santo fue fundada la joyería “
La Esmeralda”, como una sucursal o corresponsal de una joyería parisina, en donde con los años fue ganando fama y distinguida clientela; hasta que en 1890 cerró temporalmente para remodelar su local, mudándose frente a la iglesia de La Profesa.
Los dueños, los señores Hauser y Zivy, le encargaron las obras al arquitecto mexicano Eleuterio Méndez, quien diseñó un fastuoso edificio de estilo ecléctico; desafortunadamente murió antes de terminar el proyecto, por lo que se le reasignó al ingeniero
Francisco Serrano, quien respetó el diseño original, surgiendo así un suntuoso edificio que mezcla elementos del neoclásico, el barroco francés y el art nouveau.
Fue también uno de los primeros edificios en
México construido con una estructura interna de hierro; y también uno de los primeros edificios privados en integrar un reloj a su fachada, cuando eso era exclusivo de edificios gubernamentales; además, el propio personal de La Esmeralda colocó relojes en otras fachadas, como en el vecino edificio de Seguros La
Mexicana.
Las obras se concluyeron y el nuevo edificio de La Esmeralda Hauser-Zivy y Compañía fue inaugurado el 27 de noviembre de 1892 por el presidente
Porfirio Díaz, y en la flamante nueva sede se podían adquirir selectas obras de arte, joyas, relojes, cajas de música y finísimas piezas decorativas, pues era además la agencia de orfebrería Christoffe y de la cristalería Bacarat.
La compañía ocupaba todo el edificio, distribuyéndose de la siguiente manera: en la
Planta Baja se encontraba el despacho y local de la joyería; el entresuelo estaba dedicado a la exposición de bronces y otros objetos de arte; y en la Planta
Alta habitaban los dueños y los empleados de mayor jerarquía; todo en un edificio con una de las fachadas más bellas de la Ciudad, tanto por los materiales con que se construyó, como por su elegancia decorativa; y que afortunadamente se sigue conservando.
Fue la más importante joyería del México de principios del siglo XX y funcionó hasta los años 50; después tuvo diversos usos como oficina gubernamental, sucursal bancaria e incluso la discoteca “La Opulencia”. Ya en el siglo
XXI, el edificio fue rescatado y restaurado por el Fideicomiso del Centro Histórico para convertirlo en un nuevo museo, que alojaría la colección particular del escritor
Carlos Monsiváis.
Fue inaugurado el 23 de noviembre de
2006, buscando plasmar la particular identidad mexicana, creando exposiciones originales que muestren la vida cotidiana de México desde una perspectiva diferente. Monsiváis lo bautizó como el “Museo del Estanquillo”, porque su colección abarca objetos muy diversos, y en honor a las pequeñas tiendas de los barrios y colonias capitalinas, donde se puede encontrar casi de todo, llamadas precisamente “estanquillos”.
Hoy, a
123 años de su edificio sede y a 9 de su inauguración, el Museo del Estanquillo es visita obligada para conocer una cara distinta de nuestra Ciudad; por lo que vale la pena conocerlo.
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