[Chile] Una izquierda libertaria de intención revolucionaria
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Monday October 21, 2013 20:33 by Arturo López - Perspectiva Diagonal
Lo que se presenta a continuación es un breve artículo que pretende seguir profundizando el necesario y acalorado debate político al interior de la izquierda libertaria. Es un artículo que no se detiene en caracterizaciones puntuales de la realidad nacional, ya que en lo grueso hay consensos ya establecidos, más bien es un artículo que intenta instalarse en el orden estrictamente conceptual.
Una izquierda libertaria de intención revolucionaria
“Se ha dicho, con acierto, que un resultado esencial radica en demostrar ante el pueblo una perspectiva de victoria, un camino de esperanza, de confianza en la posibilidad de un cambio profundo, revolucionario”
FAU-OPR33
Lo que se presenta a continuación es un breve artículo que pretende seguir profundizando el necesario y acalorado debate político al interior de la izquierda libertaria. Es un artículo que no se detiene en caracterizaciones puntuales de la realidad nacional, ya que en lo grueso hay consensos ya establecidos, más bien es un artículo que intenta instalarse en el orden estrictamente conceptual.
Las “cuatro fuentes” del socialismo libertario.
Se ha dicho con justa razón que el problema del poder es decisivo si se quiere transformar y superar de forma radical la sociedad de clases, se plantea también que éste solo puede resolverse adecuadamente a través de una adecuada lucha política. Tales afirmaciones por lo menos deben intentar resolver –construir- política y programaticamente los diversos recipientes (sociales y políticos) y domicilios ideológicos (partido) de las franjas más activas del movimiento popular. Con esto queremos plantear que los sectores populares deben ser capaces de construir por un lado una política amplia de unidad orgánica y programática con las diversas constelaciones sociales y política del pueblo, nos referimos a la idea de un bloque para la izquierda socialista revolucionaria, que logre expresar por el lado de la izquierda libertaria, dos necesidades políticas:
La idea que las grandes transformaciones sociales y nacionales son parte de un largo esfuerzo de articulación de fuerzas políticas e ideológicas de las distintas corrientes de izquierda que, desde los procesos de lucha, contempla sus complejidades y contradicciones de conformación. Diversidades y mixturas ideológicas por otro lado, inevitables y necesarias en el marco de la participación de las organizaciones políticas y populares para construir e impulsar el programa del pueblo. Luego es importante concretar y darle un recipiente orgánico a las fuerzas vivas de la izquierda de intención revolucionaria desde el imaginario político libertario. Este recipiente de variedad ideológica, es la instrumentación estratégica de
un nuevo bloque histórico popular, que necesariamente nace de la musculatura social.
Por tanto para lograr concretar la unidad programática a nivel político, es de orden fundamental articularla con las organizaciones populares, en un embase que contenga a las diversas organizaciones sociales, a sus sectores mas avanzados. Sólo desde la unidad multisectorial de las organizaciones del activo popular, es posible armonizar una estrategia de articulación en común con el resto de las organizaciones políticas de izquierda, ya que esta unidad de hecho en el movimiento popular puede delimitar los niveles de acuerdo y lograr por tanto dar un cuerpo coherente a un proyecto político de ruptura que vincule y coordine a los frentes de masas con los frentes estrictamente de orden político.
Otro embase necesario para vehiculizar lo político, es de una naturaleza estrictamente organizativo-partidario, cuya tarea pasa por lograr sintetizar un imaginario político propio, es decir la construir de un universo ideológico que condense una cultura, una doctrina, estilos de construcción y proyecto revolucionario, es decir, lograr darse un cuerpo de representación política para diseñar las coordenadas y diseños ideológicos (táctico-estratégico) hacia el conjunto del movimiento obrero y popular. Nivel de constitución que supone la materialización de un partido revolucionario de la clase trabajadora y del pueblo.
Y por ultimo un cuarto embase donde concretar las disputas de un proyecto de ruptura, es estrictamente político-militar. Con esto queremos sostener en términos programáticos, que “
el problema del poder se resuelve con una ajustada línea de práctica de la violencia o sea con una adecuada línea militar… dicho de otro modo, ninguna organización es revolucionaria hasta que no se plantea y resuelve los problemas del aspecto violento militar de su practica política.” (FAU. Copey .72”).
En este sentido, todo proyecto de liberación social y nacional de las clases populares inexorablemente conduce a un enfrentamiento y disputa político-militar, las tareas previas o preparatorias de las organizaciones políticas deben ajustar una adecuada línea en este terreno, evitar este espinoso tema, es de alguna manera dilatar el problema de la organización y el poder.
Ruptura democrática, ese oscuro objeto libertario.
“La practica electoral, al margen de las intenciones, trasfiere el centro de la preocupación al ámbito estéril de las combinaciones con reformistas…Sectores erigidos ahora en protagonistas del momento culminante de un proceso, en cuyo desarrollo solo ocuparon, en la realidad, el mas que secundario papel de oscuras comparsas”
G. Gatti
Ahora estos cuatro recipientes estrictamente políticos y conceptuales obedecen a, y no pueden estar descontextualizados, de la realidad nacional. En este sentido, las coyunturas por venir y el comportamiento del movimiento popular y sus diversas expresiones en lo político en estos próximos meses deben lograr visualizar -dentro de una estrategia de construcción de alternativas de poder a largo plazo-, lo antes señalado. Es decir, organizar un partido para las transformaciones sociales y locales de Chile, exige o demanda la instrumentación de las herramientas populares existentes, estamos hablando de dotar de una táctica y una estrategia permanente la articulación sectorial de las organización sociales protagonistas del reame orgánico de la clase trabajadora del país. Y solo el camino que señalice la maduración siempre compleja de los organismos de masas, o por lo menos de sus sectores mas dinámicos y combativos, indicará los tiempos y ritmos de articulación con el resto de la un todavía dispersa izquierda clasista.
La maduración de un nuevo bloque social que contenga y exprese a las constelaciones sociales del activo popular solo es realizable sobre la base de la conjunción de fuerzas en torno a un programa mínimo a todo nivel, y éste adquiere sentido y coherencia
en tanto habilita luchas en que se abren perspectivas para una experiencia amplia de acción a nivel de masas (G. Gatti)
Si no se logra madurar o desarrollar en estos dos niveles (frentes de masas y frentes políticos), se cae inevitablemente en el cortoplacismo propio del electoralismo y de posiciones apresuradas o aventureras de orden militar. Sobre todo en este periodo, en que el país ha entrado en un nuevo ciclo de lucha de clases, protagonizada y dinamizada por diversas experiencias territoriales, sindicales y estudiantiles[1]. En la actual coyuntura nacional, es donde aparecen nuevamente sectores de la izquierda, que si bien han promovido posiciones y prácticas de ruptura, también sostienen ahora, la posibilidad de una disputa electoral. Esto marca claramente un retroceso respecto al nivel y decisión de lucha alcanzada, sobre todo en lo que respecta a la acción de masas, y de las principales directrices políticas. En esto hay que ser claro y categórico, en el marco de la formación social del Estado capitalista en Chile, en un sentido estructural y político, toda reforma que posibilite la transformación parcial aunque sustancial del actual patrón de acumulación y de su blindaje institucional[2] demanda la organización ininterrumpida y permanente de las fuerzas sociales de cambio.
Por tanto las elecciones en este caso no ayudan a crear conciencia, confunden, no promueven la lucha, todo lo contrario la paralizan tras un espejismo. No apunta directamente al logro de conquistas, sino que la deriva sustituyendo la movilización popular por un oscuro juego parlamentario.
De ahí que la señal que se advierte, a nuestro gusto, es contradictoria. Algunas lecturas y propuestas del campo libertario revolucionario, bajo las conceptualizaciones de
ruptura democrática y de unidad de la izquierda (como frente) en el actual escenario electoral, asimilan mecánicamente (en tanto argumentación) procesos sociales muy diversos, como el proyecto bolivariano o la situación actual de la izquierda abertzale en el país vasco o mirando segadamente la constitución histórica de frentes de izquierda, como el caso del frente amplio uruguayo. Estas argumentaciones comparativas
ad hoc, solo desvirtúan e instalan cortapisas programáticas a lo ya acumulado en términos sociales, señalando que es posible conquistar y tensar mediante el voto programático lo que la lucha popular en los sindicatos, en los territorios, en las comunidades y en el movimiento estudiantil no ha podido conseguir. Por tanto el resumen político que se hace de las próximas elecciones en términos conceptuales y puntuales hacia las amplias franjas movilizadas del pueblo- sintetizado en la contradictoria idea de
ruptura democrática- es que el vehículo de transmisión popular en términos políticos, en la actual coyuntura, se traduce en lo concreto, en el
movimiento todos a la moneda, frente de masa electoral instrumentalizado por el partido humanista de Chile. Partido que no merece por ahora, ninguna “atención analítica”.
Solo un diagnóstico apresurado, un oportunismo debido a un “seguidismo” de masas, propio todavía de la inmadurez y de la composición pequeñobuguesa y estudiantil del mundo libertario, puede instalarse como furgón de cola del partido humanista. Ya que en todo caso, si bien las elecciones en otras circunstancias políticas del país y de otros países, pueden llegar a ser un batalla táctica dentro de una estrategia de poder popular (como por ejemplo la conquista de reestablecimientos mínimos democráticos frente a una dictadura militar), este no es el caso. Aun mas, situarse en un frente que no condensa ni articula a las franjas clasistas y de intención revolucionaria, que no marca ni levanta un programa socialista revolucionario, llegar a acuerdos con profesionales de la política, que se sitúan entre gallos y medianoche como representantes del campo popular, solo habla del largo camino todavía a recorrer y a fortalecer. En todo caso esta “conveniencia”, este suspiro reformista se entiende, en tanto que los sectores más dinámicos y dispuestos hacia la lucha de trabajadores/as, de pobladores/as y de estudiantes no han logrado construir y visualizar todavía, los espacios y vehículos de participación y de representación políticas propias e independientes. De todas maneras, también entendemos con cierta desazón, que hoy la lucha de ideas es insuficiente frente a algo que solo la lucha de masas remediará.
Hacia la maduración de una estrategia libertaria
El proyecto político de la izquierda libertaria,
nuestra vía chilena hacia el socialismo, poco y nada tiene que ver con las disputas o batallas electorales, ni frentes políticos “heterodoxos”, aunque no somos indiferentes. La concepción táctica-estratégica del socialismo libertario militante se encuadra en dar vida y fuerza a los recipientes de unidad popular que emergen todavía dispersos, a lo largo y ancho del país. Una concepción estratégica de las reales transformaciones que solo se habrán de conquistar a través de la lucha prolongada a todo nivel. Esto implica la integración armónica de la acción directa organizada y del trabajo genuino a nivel masas. Acción directa en una larga y prolongada lucha capaz de disputar el poder, de señalar un camino de victoria. Su procesamiento debe ser sin prisa, pero sin pausa, las condiciones sociales y políticas de Chile, los contornos y dispositivos políticos de las clases dominantes, sus enclaves autoritarios y políticas sistemáticas de represión por parte de las distintas fuerzas contra el pueblo chileno y el pueblo mapuche, la historia reciente y contemporánea de resistencia de los sectores populares y fuerzas políticas de izquierda, obligan y demandan a las corrientes revolucionarias, y en particular al campo libertario, a dar vida a las organizaciones de defensa y de combate de los trabajadores. Tarea insustituible para conquistar las demandas del periodo, tarea que debe ser articulada y tejida internamente con las tareas propias de la revolución socialista, si se quiere pasar a una nueva etapa de la lucha entre las clases sociales en el país. Para construir y cuidar los instrumentos de alianza con el resto de la aún dispersa izquierda de intención revolucionaria, el aporte debe darse desde una profunda experiencia a nivel social, elemento que hará gravitar, crecer y multiplicar genuinamente las fuerzas activas de los trabajadores y sectores subalternos.
La unidad orgánica y programática de la izquierda debe estar acompañada de un largo proceso de acumulación de fuerza en un sentido combativo[3]. La estrategia ahí procesada es resultado de los distintos momentos y etapas de las diversas y parciales luchas de los trabajadores, por tanto meter los pies en el barro significa ante todo, seguir un camino de construcción de un bloque social revolucionario[4] que debe pelear durando en un horizonte de lucha de gran alcance, tejiendo la telaraña social fundamental para el cambio social; un gran partido revolucionario, frentes sociales y frentes políticos, como también la impostergable acción directa a todo nivel, empujando así un programa de transformaciones sociales ancladas éstas últimas en el imaginario profundo del socialismo y la libertad, real alternativa política para el pueblo.
[1] Nos referimos sobre todo a las movilizaciones sociales que han sucedido en todo el país, Arica, Freirína Aisen, Magallanes etc. A las instancias organizativas de articulación, como el congreso por un nuevo sindicalismo, el congreso social por un proyecto educativo etc.
[2] Hablamos en términos gruesos de industrializar el país, nacionalizar el comercio exterior, e instituir los órganos de dualidad de poder (democracia obrera y popular).
[3] No puede suceder lo que le pasa al frente de izquierda de los trabajadores –FIT- en la Argentina. Luego de tres años de constitución del frente (PTS-PO-IS etc.): recién este año el PTS en resolución de congreso exige al resto de las fuerza políticas del FIT ponerse de acuerdo en cómo actuar en conjunto, en el medio obrero y popular, y no ser solo una herramienta electoral. Ver. “Estrategia internacional” N28. Pág. 183
[4] Bloque social histórico que expresé una correlación de fuerza positivas para las franjas clasistas, es decir, donde el núcleo hegemónico este dirigido por concepciones de ruptura y de intención revolucionaria.