miércoles, 4 de noviembre de 2015

GANE QUIEN GANE...

Otra vez votaciones. Nada nuevo bajo el sol, los nuevos y entusiastas votantes se van preparando para ser lo que quizás ya sean sus padres o abuelos: esos ciudadanos que dicen «yo no lo voté» u «otra vez me cagaron, yo no confío más en nadie», aunque se olviden y vuelvan a votar para ser nuevamente “traicionados” en las próximas elecciones.

Ya está clarísimo cuáles son las concordancias entre los dos candidatos disponibles en el balotaje del 22 de noviembre. Scioli y Macri, candidatos a presidir el poder ejecutivo durante los siguientes cuatro años, cuentan con el aval del Council of Americas (1), son aliados del conservadurismo católico, tienen un enfoque represivo ante el conflicto social y demás características propias de quienes aspiran a gobernar a una población. No hace falta ser intelectual, abnegado militante o insufrible comentador de Facebook para darse cuenta. Si se busca en este texto una crónica ácida de las elecciones, una exhortación sentimental acerca de lo bien que nos fue con el “modelo” o un frío oportunismo para darte razones, convencerte o recomendarte que votes en blanco, podes seguir de largo, la razón de estas líneas es otra.

Porque hay elecciones no podemos olvidarnos que el Capital y todos sus Estados nos explotan y oprimen día a día ¡si las elecciones son justamente parte importantísima de toda esa explotación y opresión!

Desde una perspectiva de lucha que oriente sus fuerzas a acabar con los problemas de raíz, resulta muy preocupante cómo en cada una de las últimas elecciones aumenta la participación de explotados en escoger a sus verdugos. De la apatía y el “voto bronca” en 2001, hoy nos encontramos en una circunstancia en la que cada ciudadano siente una profunda responsabilidad ante la urna. Votar no sería ya una obligación impuesta por el Estado sino un profundo deber cívico y ético, una responsabilidad individual que cambiaría drásticamente el rumbo de nuestras vidas. Así, en estas elecciones, muchos van a votar “con la nariz tapada” lo que suponen es el mal menor. Entre ellos, muchos se horrorizan de quienes no votan y los incitan a hacer “algo importante” cuando su propuesta es meter un papel en una urna.

Ayer a quienes se oponían a todo este entramado de muerte –incluyendo las elecciones– se los reprimía ferozmente. Hoy la represión física no está en desuso, pero se la acompaña de métodos más sutiles. No se busca simplemente apalearnos, sino producirnos como “sujetos políticos”, dándonos una identidad política para fragmentarnos como clase explotada. Así habría buenos ciudadanos que votan y, por otro lado, “extremistas”, “funcionales a la derecha”, etc.

A los votantes de Scioli, dentro de su propio discurso, no tenemos argumentos para darles. Porque rechazamos de cuajo la idea de que las soluciones vengan del Estado, no comulgamos ante ninguna vieja novedad, ninguna promesa, ningún progresismo, ninguna “nueva” izquierda, ningún «desde el Estado se puede» que se nos ha impuesto a los explotados de todo el mundo a sangre y fuego durante décadas.

Es necesario comprender que los proletarios no quedamos a merced del Capital y el Estado porque los gobernantes sean cada vez más de derecha, sino que éstos son de derecha porque previamente fuimos quedando a su merced. A su vez, cuando candidatos de izquierda tienen posibilidades de ganar las elecciones no significa que estamos avanzando. A muchos “expertos de la revolución” les encanta decir que las disputas electorales son un reflejo de la conciencia del proletariado. En realidad, son siempre un ataque contra el proletariado, y si algo ha reflejado el avance de la izquierda en la historia es la necesidad de poner un freno a las luchas de nuestra clase. La oposición entre lo “regresivo” y lo “progresivo” juega un papel fundamental en nuestro sometimiento.

Uno de los dos va a ganar, es inevitable, pero eso es posible porque antes ya ganó la burguesía. Ganó con su ideología, ganó cuando destruye el mundo con su modo de producción. Ganó antes de contar el primer voto, con sus separaciones, con sus falsas críticas.

La precarización que vivimos acaba precarizando nuestras rebeliones, nuestros deseos. Lleva a tantos y tantas a soñar con un empleo estable y un salario correcto. Esos sueños caben en las urnas porque son promesas que algún gobierno puede llegar a cumplir para algunas personas, son las salidas individuales, el sálvese quien pueda propio del capitalismo, y no del menemismo o de la década del 90 que son simplemente momentos en la historia del Capital.

En ese mismo camino van todas las “conquistas” que supo conseguir esta década kirchnerista. Nos quieren hacer tragar que una mejor vida es posible gracias a más leyes y más cuotas. Nos quieren hacer tragar que una mejor vida es posible gracias al amparo de la ley y al consumismo. Que en la Argentina se dio una reconstrucción de lazos sociales destruidos durante la dictadura cívico–militar y el menemismo. La confianza en el Estado, la fe en la democracia y el anhelo de acceder a más mercancías no es la reconstrucción de una sociabilidad más humana, sino todo lo contrario.

En esa misma lógica nos dicen que Videla es peor que Menem, que es peor que Macri que es peor que Scioli. Cada mal mayor es menor en comparación con otro, y así hasta el infinito… Pero no se trata de males menores y mayores que se desconocen uno al otro, no se trata de momentos extraordinarios, progresivos o regresivos, sino de la misma sinfonía capitalista con sus necesarias e inevitables variaciones.

En este balotaje uno de los dos candidatos va a ganar, y lo que hemos planteado hasta aquí no tiene solución ni en esta ni en las próximas votaciones, porque no tiene solución en el voto. Tampoco hay solución a corto plazo, no tenemos promesas que hacer porque no somos políticos de ningún tipo. Tampoco ocultaremos la dificultad que obviamente supone una revolución total de las condiciones existentes, ni mucho menos la presentaremos como la necesidad de un “cambio” de esos que nada cambian, tan a la moda hoy. La necesidad de revolución es tan vieja como la explotación y la opresión, y sólo puede ser obra de los mismos explotados, no de una vanguardia ni de un grupo mesiánicamente autoproclamado. Si de dar un pequeño paso se trata, este sería quizás empezar a dejar de confiar en quienes pretenden representarnos, y asumir que éstos no hacen más que cumplir roles en la dominación capitalista. Para acabar con todo esto hay que comenzar a buscar y enfocarse en la raíz de los problemas: el Capital y su Estado. Y ninguna coyuntura debe hacernos olvidar que jamás habrá coincidencia entre los intereses de los explotados y los explotadores.


Notas:
(1) El Consejo de las Américas está conformado por las principales empresas internacionales de la banca y las finanzas, servicios de consultoría, productos de consumo, energía y minería, manufactura, medios de comunicación, tecnología y transporte. Con monstruos de la talla de: Barrick Gold Corporation, BlackBerry, Cargill, Coca–Cola, Exxon, Ford, General Electric Company, Goldman Sachs, Google, Hewlett Packard, IBM, Johnson & Johnson, Kraft Foods, Mc Donald, Microsoft, Monsanto, Pepsico o Visa, entre tantas otras.

HABLANDO CON LAS PAREDES: «NO REGALEMOS EL ESTADO»

Los inconformes hacen hablar a las paredes para reflexionar, para agitar, para sorprender al transeúnte distraído. Nosotros queremos hablar con las paredes para profundizar lo que gritan.

Mientras los izquierdistas más refinados discuten acerca de modelos económicos y políticas de Estado, al ciudadano promedio se lo trata de convencer con todo tipo de bajezas como «poder cambiar el auto», «poder seguir viendo los goles antes de las 9», o un supuesto «seguir aumentando los salarios».

Para pensar acerca del fondo de toda esta lógica macabra, en las paredes nos topamos también con la frase «No regalemos el Estado». Dejando ridiculeces e hipocresías de lado, este discurso sigue apelando a la idea bastante común de que el Estado es una herramienta neutral que podríamos usar a nuestro favor de alguna manera. Idea que tanto ha debilitado históricamente a la lucha de nuestra clase. En esta ocasión, recordamos una vez más que:

«El Estado no es un enemigo por razones de gusto, afinidad moral o antipatía ideológica. Lo es en tanto estructura de poder fundamental que garantiza nuestro sometimiento al trabajo asalariado, que permite y defiende la destrucción de la naturaleza en pos de la producción económica y garantiza la guerra como método de reorganización económica y de control social.

Es nuestro enemigo, no porque quienes detentan el poder sean malas personas o estén motivados por ciegas ambiciones; es nuestro enemigo porque organiza y ordena el sometimiento de nuestras vidas en armonía con el Capital ¡porque es el gobierno del Capital!» (Cuadernos de Negación Nro. 4)

MEMORIA: AGRUPACIÓN «LOS AMIGOS DE DURRUTI»

«Somos anarquistas. Queremos la emancipación absoluta de la clase trabajadora. Recogemos el espíritu de nuestro camarada Buenaventura Durruti y el ambiente revolucionario del 19 de julio. Somos enemigos de la burocracia, de los privilegios y de los entorchados. Somos luchadores de la revolución… No idolatramos a ningún camarada. Pero Buenaventura Durruti, es uno de los valores más positivos de la revolución. Por su recuerdo y por nuestros ideales, siempre adelante.» (Balius, citado por Miquel Amorós en La revolución traicionada). Con estas palabras se presentaba la agrupación nacida al calor de la lucha revolucionaria en la región española, durante 1937. Su constitución respondía a la necesidad de un grupo de proletarios por combatir el decreto de militarización de las milicias dictado por el gobierno colaboracionista, en el que participaba la CNT, «porque —según Balius— éste entregaba por entero las milicias al control del Estado capitalista y entregaba los mandos a los militares de profesión, casi todos ellos desafectados a la revolución que anhelaba el proletariado español, y gran parte de ellos de dudoso antifascismo.» El 4 de noviembre de 1936 la CNT había pasado a ocupar cuatro carteras en el Gobierno de la República, completando el proceso de restauración del Estado emprendido por el socialdemócrata Largo Caballero (PSUC). Esa misma noche Durruti pronunció por la radio un discurso que mantuvo en vilo al proletariado catalán. «Las palabras de Durruti —escribiría Balius— que resonaron con intensa emoción en el firmamento barcelonés, encarnan el genuino pensamiento de la clase trabajadora. Durruti afirmó rotundamente que los anarquistas exigimos que la Revolución tenga un carácter totalitario. Y que los camaradas que con tanto tesón se enfrentan al fascismo en los campos de batalla, no están dispuestos a que nadie escamotee el contenido revolucionario y emancipador de la hora presente.» (en Miquel Amorós). «Que la Revolución fuese totalitaria, en lenguaje anarquista de la época, significaba que debía afectar a todos los aspectos de la vida social y económica. Días más tarde, tras ese discurso que su muerte convirtió en testamento, Durruti recibía un tiro en Madrid.» (Miquel Amorós) El Amigo del Pueblo, órgano de difusión de Los Amigos de Durruti creado después de mayo del 37, publicaría en el nro. 11 de su periódico, un fragmento de un artículo anónimo sobre Durruti: «Cayó en Madrid, [con] el corazón atravesado por una bala facciosa —o supuesta amiga—. ¿Quién disparó? El asesino sabía en uno u otro caso, que al buscar el gran corazón de Durruti, buscaba el propio corazón de la revolución.» (en Miquel Amorós). Fue su posicionamiento revolucionario, expresado en sus últimas palabras delatoras de la labor contrarrevolucionaria que estaba llevando adelante el gobierno colaboracionista, lo que impulsó a la Agrupación Los Amigos de Durruti a resistir y oponerse a esa contrarrevolución que derrotaría finalmente al proletariado ibérico en armas. Así, ya antes de las jornadas de mayo del 37, en las que se consumaría esta derrota, la Agrupación había anticipado la urgencia de sustituir el gobierno burgués de la Generalitat de Cataluña por una Junta Revolucionaria de los trabajadores. En esos momentos «la superioridad de Los Amigos de Durruti sobre el resto de la oposición anarquista —según Amorós— radicaba en el hecho de que éstos, frente a las claudicaciones de los dirigentes, no sacaban a relucir los principios, sino que oponían un programa revolucionario a un programa capitulador». Este programa se sintetizaba en sus concisas octavillas que se repartían por doquier y arengaban al proletariado sublevado a seguir luchando:

«Agrupación de Los Amigos de Durruti. A la clase trabajadora:
1. Constitución inmediata de una Junta Revolucionaria integrada por obreros de la ciudad, del campo y por combatientes.
2. Salario familiar. Carta de racionamiento. Dirección de la economía y control de la distribución por los sindicatos.
3. Liquidación de la contrarrevolución.
4. Creación de un ejército revolucionario.
5. Control absoluto del orden público por la clase trabajadora.
6. Oposición firme a todo armisticio.
7. Una justicia proletaria.
8. Abolición de los canjes de personalidades.

Atención trabajadores: nuestra agrupación se opone a que la contrarrevolución siga avanzando. Los decretos de orden público, patrocinados por Aiguadé no serán implantados. Exigimos la libertad de Maroto y otros camaradas detenidos. Todo el poder a la clase trabajadora. Todo el poder económico a los sindicatos. Frente a la Generalidad, la Junta Revolucionaria.»

Sin embargo, eran días de desmoralización entre los trabajadores, el primero de ese mayo barcelonés del 37 fue un día laborable más, el malestar era palpable y se podía oler el duro golpe que daría dos días después el gobierno republicano, al tomar la Telefónica, bastión, hasta el momento, de los proletarios. «El lunes 3 —relata Amorós—, hacia las tres de la tarde, el comisario general de Orden Público, Rodríguez Salas, miembro del PSUC, se presentó ante el edificio con una orden firmada por el consejero de Seguridad Interior, Artemio Ayguadé, acompañado de tres camiones de guardias de asalto, y conminó a los trabajadores a que mantuvieran los brazos en alto mientras procedía a desarmarlos. Los obreros de los pisos superiores se defendieron de inmediato y los atacantes quedaron en el primer piso. La noticia se difundió como un relámpago por toda la ciudad… Pocas horas después toda Barcelona estaba en armas. A las siete de la tarde la huelga era general… El día 4 por la mañana, toda Barcelona estaba en manos de los obreros menos el centro… Los comités Regionales de la CNT y la FAI no hacían otra cosa que dirigirse desde la radio a los combatientes pidiéndoles que depusiesen las armas sin más garantía que la buena fe de los gobernantes… la voz de García Oliver causó estupor. Hubo quien disparó contra el aparato de radio y quien, avergonzado por lo que oía, rompió su carnet sindical. El presidente del Sindicato de la Madera, Manuel Hernández, puntal de la socialización del ramo, exclamaba: “¡Otro Judas! ¿De qué sirve recordarnos que estamos en guerra? Eso tendría que haberlo pensado mucho antes […] y habernos dejado seguir con la revolución que es lo nuestro. ¡Como si la guerra significara algo si no podemos hacer la revolución al mismo tiempo!”» La Agrupación Los Amigos de Durruti que durante los combates ocupó la primera línea, la noche del 4 al 5 redactó una octavilla en la que llamaba a la Revolución Social: « ¡TRABAJADORES! Una Junta Revolucionaria – Fusilamiento de los culpables – Desarme de todos los Cuerpos armados – Socialización de la economía – Disolución de los Partidos políticos que hayan agredido a la clase trabajadora – No cedamos en la calle – La revolución ante todo – Saludamos a nuestros camaradas del POUM que han confraternizado en la calle con nosotros. VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIAL… ¡ABAJO LA CONTRARREVOLUCIÓN!»

El día 7, Los Amigos de Durruti tuvieron que hacer frente a la cruda realidad: las barricadas eran abandonadas definitivamente por los trabajadores. Durante los siguientes días, las noticias de las atrocidades cometidas en los pueblos contra miembros de las colectividades y de la CNT fueron en aumento. Los alrededores de Barcelona se poblaron de cadáveres, víctimas de las que los estalinistas se deshacían descuidadamente. Mientras tanto, en el periódico de la Unión General de los Trabajadores, se acusaba al POUM y a Los Amigos de Durruti de agentes provocadores en el movimiento obrero, a la vez que pedía un acuerdo del Comité Regional de la CNT para expulsar a Los Amigos de Durruti por incontrolados.

La experiencia de Los Amigos de Durruti, como minoría revolucionaria que fueron, así como la derrota que sufrió todo el movimiento proletario de la región ibérica, tiene que dejarnos, cuanto menos, una base desde donde pensar la revolución. Si seguimos reflexionando es porque entendemos que a pesar de tantos fracasos, de tantas vidas que se dejaron en la lucha, la revolución sigue siendo posible. Si rescatamos las experiencias de esta Agrupación es porque nadó contra la corriente, en el momento preciso en que esa oposición era lo más urgente y necesario, aunque no suficiente para triunfar. Es porque expresó un posicionamiento revolucionario de clase que debemos retomar, no para santificar, sino para apropiárnoslo y, con todas las críticas que le caben, utilizarlo en la práctica comunista de abolición del capitalismo. Porque, con Los Amigos de Durruti creemos que «las revoluciones sin una teoría no siguen adelante. Los Amigos de Durruti hemos trazado nuestro pensamiento, que puede ser objeto de los retoques propios de las grandes conmociones sociales, pero que radica en dos puntos esenciales que no pueden eludirse. Un programa y fusiles».

* * * * * * 

El viernes 6 de noviembre a las 19 hs contaremos con la visita de Miquel Amorós, que compartirá con nosotros una charla sobre la Agrupación Los Amigos de Durruti. ¡Quedan todo invitados!

Miquel Amorós (Valencia, España – 1949) es un historiador, teórico y militante anarquista. En la década de 1970 participó en la fundación de varios grupos anarquistas, entre los cuales figuran Bandera Negra, Tierra Libre, Barricada, Los Incontrolados y Trabajadores por la Autonomía Obrera y la Revolución social. Antes de exiliarse a Francia pasó algún tiempo en las cárceles franquistas. Posteriormente, entre 1984 y 1992, formó parte del equipo redactor de la revista Encyclopédie des Nuisances. Durante la transacción democrática mantuvo posiciones asambleístas en favor de la autonomía obrera.

Ha escrito numerosos artículos en la prensa libertaria. También ha pronunciado varias conferencias sobre cuestiones sociales, en particular sobre la ideología del progreso y los perjuicios que ocasiona. Algunas de sus obras son La Revolución traicionada. La verdadera historia de Balius y Los Amigos de Durruti (2003), Durruti en el laberinto (2006), José Pellicer. El anarquista íntegro, vida y obra del fundador de la heroica Columna de Hierro (2009), Maroto, el héroe, una biografía del anarquismo andaluz (2011), Salida de emergencia (2012), 1968. El año sublime de la acracia (2014), Rock para principiantes (2014) y este año ha lanzado Los incontrolados de 1937. Biografías militantes de los Amigos de Durruti.

En la actualidad es coeditor de la revista antidesarrollista y libertaria Argelaga. Junto a Joan B. estarán dando una serie de conferencias por la región uruguaya y argentina.

jueves, 1 de octubre de 2015

CONTRA LA DEMOCRACIA

Ahondando en la probable falta de originalidad vamos a analizar la palabra democracia y su significado.

Rompiendo algunos mitos y muchas falsificaciones históricas y lingüísticas, se ha de señalar que la palabra democracia no viene de dos palabras (demos, que supuestamente significaría “pueblo”, y cratos que supuestamente significaría “poder”, dando lugar así al término “el poder del pueblo”). La palabra democracia deriva de tres palabras: demiurgos o artesano, geomoros o campesino y cratos o Estado (en griego arcaico, y no “poder”, significado que, por razones políticas, va a adquirir más adelante, en la época clásica, para justificar el orden social vigente). De la fusión de las dos primeras palabras demiurgos y geomoros surgirá una nueva, demos, que va a aparecer en la época clásica, siendo por tanto un neologismo que no existía cuando se funda este orden socio-político. Con este juego de palabras entre artesano y campesino se formará la palabra “pueblo” para justificar el nuevo aparato estatal y refrendar el orden social impuesto. Claramente el pueblo son los artesanos, comerciantes y campesinos y para ellos está hecho el nuevo régimen. Quienes no formen parte de estas clases no serán parte del pueblo. Así pues, nos encontramos con que democracia no significa «el poder del pueblo», sino el «Estado de los artesanos y los campesinos».

Estos dos estamentos iniciaron hacia finales del siglo V a. C. una rebelión contra la monarquía Ática, a la que, en una época convulsa y confusa y mediante un proceso y por unas causas no muy conocidas, derrocarían para instaurar el nuevo modelo. Pero además conviene hacer una nueva aclaración. La sociedad ateniense en el momento inmediatamente anterior a la instauración de la democracia estaba compuesta por tres clases o estamentos sociales: los eupátridas, en la cima de la pirámide, que eran los nobles y el estamento del que salía el monarca; los demiurgos, que eran los artesanos y comerciantes, pero no unos artesanos cualquiera, sino los maestros artesanos y dueños de los talleres (es decir personas con esclavos y asalariados que dirigían la producción y el comercio al servicio de los eupátridas); y los geomoros o campesinos, campesinos propietarios de tierras y dueños de esclavos. Estos tres eran los estamentos entre los hombres libres, estamentos subdivididos a su vez según rango, riqueza y posición social. Después en la escala más baja de la pirámide estaban los metecos o hijos de padre ateniense y madre extranjera (que solían ser los asalariados o los ayudantes de demiurgos y geomoros), hombres libres pero que no tenían los mismos derechos que los atenienses libres, y más abajo aún estaban los esclavos. Aparte estaban las mujeres que no sólo no gozaban de la condición de “ciudadanos” sino que ni tan siquiera alcanzaban la categoría de “personas”.

Es con estas características y en este contexto que nace la democracia. Al principio de una forma tosca, después, a casi un siglo de su fundación, Pericles la perfeccionará aún más. El funcionamiento democrático iba a ser relativamente sencillo. Los atenienses mayores de edad (hombres libres con propiedades) se reunían en el ágora o plaza en representación de sus familias (mujeres, hijos y esclavos) y allí escogían un número limitado de magistrados por un periodo de dos años. Cada magistrado tenía una función específica. Unos serían jueces, otros gobernantes, otros controlarían al gobierno, otros funcionarios, etc. En las asambleas del ágora, que eran relativamente periódicas, los propietarios delineaban las líneas generales de la dirección de la polis y la política de la ciudad y los gobernantes se encargaban de ponerla en práctica con un margen de maniobra bastante amplio, pero ciñéndose a lo decidido por las asambleas. La mayoría de las veces funcionaban mediante simples referéndum o eligiendo entre propuestas presentadas por los magistrados o las comisiones elegidas para algún asunto específico. Los referéndum solían ser bastante generalistas, quedando la aplicación de las decisiones, las modalidades y los tiempos en manos del gobierno. Lo que un gobernante no podía hacer era saltarse a la torera las decisiones asamblearias u obrar fuera de las directrices (bastante amplias) marcadas. Claro que las intrigas, conspiraciones y manipulaciones preexistían en bastantes siglos a la democracia con lo cual siempre podía aplicarse alguno de estos corrientes métodos políticos para justificar lo que fuera. En caso de duda o falta de acuerdo, tradición, oráculos y sacerdotes (lo que venía a ser más o menos la misma cosa) se encargaban de “aclarar” la incertidumbre.

Es importante señalar el hecho de que las magistraturas, elegidas por períodos anuales o bianuales, no eran cargos remunerados, con lo cual se limitaba aún más el acceso a las mismas (¿quién podía permitirse el lujo de desatender sus actividades o negocios durante uno o dos años para cumplir con la patria sin arruinarse?).

Este “paraíso” social construido sobre la sangre de esclavos y mujeres quedaría sólo reducido para la hermosa ciudad de Atenas. Para el resto sólo quedaba el vasallaje, pues Atenas fue un imperio tanto comercial como militar que sometió a sus vecinos y derrotó en tan enconadas como duraderas guerras a todos los demás imperios regionales rivales (a sus vecinos del sur, los lacedemonios -espartanos para la posteridad-, o a sus menos vecinos del este, los persas). Atenas llegó a liderar un auténtico imperio comercial, político y militar basado en ligas y federaciones en las que imponía su hegemonía, que se extendería, sin necesidad de la típica invasión militar al uso, desde la actual Turquía a Girona a lo ancho, y desde la actual Eslovenia a Túnez a lo largo. 


Nota:

Este artículo es un extracto del libro de los Grupos Anarquistas Coordinados (región española) titulado Contra la democracia, más precisamente del capítulo El surgimiento de la democracia: la antigua Grecia. La tenencia de dicho libro fue uno de los motivos que el juez Bermúdez consideró relevantes para ordenar la entrada en prisión preventiva de siete presuntos integrantes del GAC durante la instrucción judicial de la Operación Pandora en diciembre de 2014.
 
No queremos olvidar tampoco el carácter social de la democracia, su íntima relación con el mercado. «Ese símbolo de la democracia que los griegos nos legaron, aplaudido tanto por políticos conservadores como por los apologistas del asambleísmo, el ágora, hacía de mercado. La democracia se generalizaba allí donde se generalizaba el dinero.» (Cuadernos de negación nro.9)  

Hoy como ayer, la democracia es la opresión de unos pocos sobre el resto, es la forma de organización social que adquiere el poder de los explotadores, la misoginia en acción, la preservación de la esclavitud y la propiedad privada. Esta no es una “falsa democracia” ¡esta es la verdadera democracia!

INSEGURIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN

No sabemos si reír o llorar… el pasado 10 de septiembre, el señor Sixto Irrazábal, secretario general de la UOCRA, le exigía a los gobernantes rosarinos que le expliquen «qué proyecto tienen y qué están haciendo para que la gente vaya a trabajar sin tener que estar pensando si vuelve o no a su casa». ¿Es un chiste? nos preguntamos muchos… ¿Estamos hablando del mismo mafioso que para arriar a los obreros hacia alguna manifestación, se pasea por las obras en construcción tirando tiros al aire cuando algún trabajador no quiere sumarse? Sí, y no es un chiste. Es un sindicato. Un sindicato que siempre demostró claramente su función reformista y reaccionaria —en acuerdo con la patronal y el Estado— que, de todos modos, es la única función a la que está llamado a desplegar en esta miseria de sociedad.

El detonante de la movilización, en la cual se concentraron dos mil trabajadores de la construcción para exigirle al gobierno “acciones concretas” para frenar hechos de robo y violencia en Rosario, fue el crimen del arquitecto (¡y no el de miles de obreros!) Sandro Procopio. Parece que la vida de un arquitecto vale más que la de miles de albañiles. Y no es que ambas vidas deberían valer lo mismo ¡los seres humanos no deberíamos tener precio!
A la protesta se sumaron además excusas, como el robo de motos, bicicletas, herramientas, materiales y agresiones a los obreros de la construcción, como fue la perpetrada a un joven albañil que quedó ciego tras ser baleado en una obra.

No somos obtusos, no desestimamos los hechos: robos, delitos y agresiones ocurren en todos lados y a todas horas. De hecho, nos roban cada día, cada mañana desde que nos levantamos para ir a trabajar hasta que salimos del yugo, a veces además nos roban la bicicleta al volver… parece que al primer robo ya estamos acostumbrados, mientras nos sigue horrorizando el robo “a mano armada” por parte de algún delincuente.

Lo que estas consignas y movilizaciones hacen no es otra cosa que dirigir y limitar la lucha de los trabajadores a través de la más torpe y enajenada denuncia ciudadanista de la inseguridad, poniendo el foco en una situación aislada, que además se espera que los políticos resuelvan de inmediato. ¡No se va a resolver mientras exista propiedad privada! Y, por supuesto, no se va a resolver con más policías, porque la policía es el Estado, es lo que sustenta el estado de cosas actuales, los mercados negros, el narcotráfico y el delito. Es el sistema social que perpetúa la división de la sociedad en clases, perpetúa la pobreza, el desamparo, la miseria y, más que nada, ¡el robo! Y también es lo que asegura que una clase deba trabajar (si es que accede a este mercado) o perecer, que deba venderse al mejor postor para poder sobrevivir, que deba ir al trabajo que sea, y si es necesario morir por él.

La construcción es justamente el tercer sector de actividad más riesgoso, en el cual más trabajadores se accidentan y trabajan en condiciones de precariedad extremas; en el cual más se enferman o mueren a causa de las exigencias que las empresas y la actividad misma tienen para con los trabajadores. Los arquitectos y contables de este sector toman a los trabajadores muertos como un gasto más de producción. En muchos casos, estos gastos son menores que los que supondría la introducción de medidas de prevención.

No es que necesitemos reforzar estos argumentos con estadísticas (que sabemos de sobra de donde provienen), pero no está de más responder a tantas estupideces con cifras contundentes (que, recordemos, sólo tienen en cuenta a los trabajadores formales): según la OIT, el trabajo cobra más víctimas que las guerras, más de 2,3 millones de trabajadores mueren por año a causa de accidentes o enfermedades laborales.

¿De qué seguridad estamos hablando señor Sixto Irrazábal? ¿De la que ni se preocupa por denunciar cuando se producen 8.489 accidentes laborales registrados en un sólo año? Aclaremos que a la UOCRA no le estamos exigiendo que luche por los intereses de los trabajadores, porque sabemos que a lo sumo luchará por un ajuste de salario, porque vive de ello. Veamos quiénes se encontraban a su lado el día de la manifestación: representantes de entidades como la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), la Asociación Empresaria de la Vivienda (AEV) y el Colegio de Arquitectos… Los patroncitos, esos mismos con los que acuerda cada año el techo salarial, la tasa de explotación… «La comunidad de la construcción: obreros, profesionales arquitectos, ingenieros, técnicos constructores y desarrolladores de obras sentimos la imperiosa necesidad de reunirnos frente a la obra en la que murió uno de nuestros colegas realizando su trabajo…» decía el texto de la convocatoria firmado por el sindicato. Esa comunidad ficticia a la que se refiere es la comunidad del dinero y no expresa más que la intención de negar el antagonismo que hay entre las clases, entre el explotado y el que le da órdenes y se llena los bolsillos a costa de la explotación programada. Esto no es comunidad, esto es capitalismo, es trabajo asalariado y explotación.

No es a los sindicatos a los que hay que exigirles nada; somos los mismos trabajadores los que deberemos salirnos de estos cercos, de las anteojeras de la ideología dominante si queremos realmente cambiar nuestras condiciones de vida. Porque como ya decíamos en La Oveja Negra nro.25: «mientras exista dinero, propiedad, Estado, policía y un culto al progreso individual que se caga en los demás, no habrá bienestar ni felicidad. Y junto a millones en todo el planeta y desde hace siglos esa lucha no se detiene.»

HABLANDO CON LAS PAREDES: «SOMOS LAS NIETAS DE LAS BRUJAS QUE NO PUDISTE MATAR»

Los inconformes hacen hablar a las paredes para reflexionar, para agitar, para sorprender al transeúnte distraído. Nosotros queremos hablar con las paredes para profundizar lo que gritan.

Nos encontramos con una frase que, como un reto, mezcla de ira y nostalgia, recita: «Somos las nietas de las brujas que no pudiste matar».
 
¿Por qué nos identificaríamos con aquellas brujas? ¿Cuál es el sentido de sentirnos parte de su misma resistencia? No es casualidad que la «caza de brujas» haya sido fundamental en el proceso de acumulación originaria del Capital. Este proceso de separación entre producción y reproducción, entre productores y medios de producción, supuso la creación de una clase proletaria desposeída, en cuyo seno las mujeres, a diferencia de los hombres, fueron puestas al margen de los salarios y forzadas así, en una sociedad cada vez más monetarizada, a una pobreza crónica, a la dependencia económica y a la invisibilidad como trabajadoras.

Esta nueva profundización de la división sexual del trabajo confinó a las mujeres a la esfera del trabajo reproductivo. La caza de brujas, como explica exhaustivamente Silvia Federici en El Calibán y la bruja, intentó destruir todo un mundo de prácticas femeninas, relaciones colectivas y sistemas de conocimiento que habían sido la base del poder de las mujeres en la Europa precapitalista, así como la condición necesaria para su resistencia en la lucha contra el feudalismo.

Se trató además de destruir el control que las mujeres ejercían sobre su función reproductiva. Es por esto y no casualmente que fueron parteras y ancianas las primeras sospechadas de brujas, dejando para la posteridad un nuevo modelo de femeneidad, un nuevo lugar para la mujer en la sociedad y la ciencia médica y sus mutilaciones.

Aún hoy la lucha en el terreno de la reproducción sigue siendo fundamental para las mujeres, así como un nexo de unión con la historia de las brujas. Sus luchas contra la separación de sus conocimientos de sus cuerpos y prácticas, son también nuestras luchas, no sólo en tanto mujeres, sino y sobre todo, en tanto proletarias. Son parte de la lucha histórica de nuestra clase contra la enajenación y la mercantilización de nuestras vidas y nuestros cuerpos. Porque también somos los nietos de las obreras y «de los obreros que nunca pudisteis matar». Es la lucha de hombres y mujeres por la destrucción de este sistema.