COLUMNA Morsi, mal presagio para Egipto Por Emile Nakhleh
SERVICIO DE COLUMNISTAS DE IPS WASHINGTON, abr (IPS) - El programa de gobierno del presidente Mohammad Morsi y la Hermandad
Musulmana en Egipto es decepcionante. Su compromiso con una democracia
genuina es vacilante, y aún faltan esfuerzos para la inclusión y la
tolerancia política.
Las acciones de Morsi contra el comediante egipcio Basi Yusif
contradicen sus declaraciones iniciales apoyando la tolerancia, la
inclusión y la libertad de expresión. El humor es la columna
vertebral de una democracia madura. Amordazar las voces de disenso es
un augurio de una dictadura en ciernes.
Esas acciones lamentablemente confirman las sospechas de muchos
secularistas árabes, liberales y ciudadanos en general que no
simpatizan con la Hermandad Musulmana de que, una vez que esa
organización llegara al poder a través de elecciones, minaría la
democracia y la reemplazaría con su versión de un régimen teocrático
o de un "hukm" (orden divino).
Muchos temían que, una vez que un partido islámico fuera electo a
través del sistema de "una persona, un voto", transformaría la máxima
del proceso en "una persona, un voto, una sola vez", y asfixiaría el
impulso democrático.
La intolerancia de Morsi hacia los laicos, las mujeres, los
cristianos e incluso hacia los jueces liberales genera temores en
Egipto y en otros lugares de que ese país reemplazó la dictadura
secular de Hosni Mubarak por una autocracia teocrática.
El régimen de Morsi no permite una diversidad de opiniones, y la
interpretación de la Hermandad Musulmana del papel que tiene la
religión en el Estado emergió como el principio guía para gobernar
Egipto.
Este fenómeno preocupante no es un buen presagio para el Islam
político, especialmente cuando partidos musulmanes se convierten en
mayorías en varios países árabes y mahometanos.
Durante años, yo y mis colegas estábamos convencidos de que, al
llegar al poder, los partidos políticos islámicos se enfocarían en
asuntos cotidianos y básicos y relegarían su ideología religiosa.
Creíamos que sus inquietudes políticas superarían a su ideología.
Como socios minoritarios en coaliciones de gobierno en Egipto,
Líbano, Kuwait, Bahrein, Jordania, Marruecos, Yemen, Malasia e
Indonesia, los partidos musulmanes se concentraron en promover leyes
que respondían a las necesidades de sus votantes, referidas a
comercio, transporte, energía, precios de los alimentos y otros temas
de preocupación ciudadana.
Por lo general, no eran electos o reelectos debido a sus credenciales
islámicas. Promovían plataformas moderadas en las campañas
electorales, y generalmente se aliaban con sectores responsables en
sus respectivos parlamentos.
Cuando se lo explicábamos a altos dirigentes políticos, les
subrayábamos la diferencia entre los partidos políticos predominantes
-incluyendo a la Hermandad Musulmana y sus ramificaciones en
Jordania, Palestina, Marruecos y otros lugares- y los grupos
islámicos radicales, que no creían en la democracia ni en un gobierno
inclusivo.
En aquel entonces, todos esos partidos eran minoría. También creíamos
que, cuando algunos de ellos se convirtieran en mayoría, mantendrían
las mismas tendencias democráticas e inclusivas.
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Turquía, que se
convirtió en el primer partido sunita en llegar al gobierno en la
región, emergió como modelo de nuestras evaluaciones.
El AKP gobernó en forma democrática, defendió el secularismo y
estimuló la inclusión en la vida económica y política de Turquía. A
pesar de sus raíces islámicas, el partido apoyó el concepto
democrático de separar la religión de la política.
Muchos esperaban que la Hermandad Musulmana aplicaría un modelo
similar en Egipto. De hecho, esa fue la promesa del presidente Morsi
tras su triunfo electoral.
En los primeros 100 días de gobierno, Morsi se dedicó a consolidar su
poder, pero desde entonces comenzó a apuntalar su control de formas
antidemocráticas sobre la base de una Constitución que impuso
rápidamente y sin mucha discusión pública.
¿Cómo puede ahora Morsi recuperar la democracia y llevar a Egipto en
la dirección correcta?
En primer lugar, anulando esa farsa de Constitución y reemplazándola
con una que refleje las diversas ideologías políticas en la sociedad
egipcia.
En segundo lugar, incluyendo a los secularistas, a las mujeres, a los
cristianos y a los líderes islámicos que no pertenecen a la Hermandad
en altos puestos de gobierno, promoviendo un programa nacional de
tolerancia hacia esos grupos y castigando a los que cometan crímenes
de odio por motivos de secta o género.
En tercer lugar, convocando a elecciones libres y abiertas para
conformar el próximo parlamento, con procedimientos de voto más
simples y directos y sin favorecer a la Hermandad Musulmana.
Cuarto, creando un gran fondo de apoyo a los jóvenes en iniciativas
empresariales y tecnológicas, con el objetivo de desarrollar la
economía y crear empleos. Las nuevas generaciones deben tener
incentivos tangibles para apostar a la sociedad y así ayudar a
construir un futuro próspero.
En quinto lugar, convocando a una serie de reuniones de alto nivel
entre líderes, tanto hombres como mujeres, de todos los sectores de
la sociedad egipcia: los negocios, el turismo, la banca, la industria
tecnológica, la sociedad civil y la academia, así como de diferentes
ideologías políticas, sociales y religiosas, para discutir el futuro
inmediato de Egipto y diseñar estrategias específicas.
La Hermandad Musulmana no tiene el monopolio del futuro de Egipto. Si
Morsi es el presidente de todos los egipcios, entonces debe dar pasos
concretos para aliviar la preocupación de sus ciudadanos sobre su
liderazgo, crear empleos para los jóvenes y asociarse con líderes de
diferentes vertientes ideológicas para construir un Egipto más
democrático.
Egipto está dotado de una rica cultura y de un tejido social diverso,
pero no tiene posibilidades de prosperar bajo una teocracia. Poner al
país en el sendero correcto debe ser el mayor legado de Morsi.
*Emile Nakhleh fue alto funcionario de inteligencia y es profesor de
la Universidad de Nuevo México y autor del libro "A Necessary
Engagement: Reinventing America’s Relations with the Muslim World and
Bahrain: Political Development in a Modernizing Society" (Un
compromiso necesario: Reinventando las relaciones de Estados Unidos
con el mundo musulmán y Bahrein. Desarrollo político en una sociedad
que se moderniza).
(FIN/2013)
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