Agricultura haitiana bajo riesgo permanente Por Patricia Grogg, enviada especialPUERTO PRÍNCIPE, abr (IPS) - En Haití, a diferencia de muchos otros países, un aguacero común puede
causar inundaciones devastadoras debido a la falta de mecanismos
naturales de contención y absorción de las lluvias. Este y otros eventos
meteorológicos cada vez más frecuentes imponen desafíos a la seguridad
alimentaria del país.Estos riesgos de origen natural, en los que el cambio climático tiene
gran responsabilidad, figuran entre los retos mayores en el
desarrollo de una agricultura sostenible, admite Philippe Mathieu,
exministro de esa cartera y actual asesor del Programa Mundial de
Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas (PMA).
El experto considera necesario anticiparse y ayudar a los campesinos
a disponer de variedades más resistentes y sistemas de producción
resistentes al cambio climático, así como para afrontar problemas
como las sequías y las tormentas tropicales. "También debemos
trabajar con la comunidad, capacitarla para prevenir los problemas",
indica en entrevista con IPS.
Wilson Sanon, educador popular y funcionario de la Plataforma
Haitiana para la Defensa de un Desarrollo Alternativo, coincide en
este punto con Mathieu.
"Para adaptarse a un cambio climático que puede agravar los problemas
del sector agrícola se debe formar a los productores y productoras en
buenas prácticas agroecológicas y realizar intercambios de
experiencias a nivel local, regional e internacional", dice a IPS.
Pero Sanon también consideró que su país requiere formación de
técnicos, reforma agraria, acceso a créditos en condiciones
favorables y capacitación para el campesinado, centros de
conservación y transportación de granos y demás, mercado seguro y un
aumento de 30 a 35 por ciento de las tarifas aduaneras para proteger
la producción nacional de la invasión de importaciones a bajo precio.
"Hay que fortalecer las capacidades de los campesinos. Es una mezcla:
en las grandes parcelas fiscales se puede hacer agricultura
intensiva, mientras se incentiva a los productores de pequeña escala
a ser más eficientes, combinando cultivos para consumo propio y para
vender o exportar, insiste Mathieu.
Según un informe de Oxfam América, el sector agrícola en Haití
retrocedió cuatro por ciento entre 2000 y 2010 a causa de la erosión
del suelo, las inversiones insuficientes en materia de irrigación y
de insumos agrícolas, y por el impacto creciente de los cambios
climáticos.
La tala indiscriminada de árboles llevada a cabo en el último medio
siglo es causante directa de la degradación de alrededor de dos
tercios de las tierras cultivables. No hay foresta ni raíces en las
montañas y cuando llueve la tierra se desmorona pendiente abajo. El
gobierno espera elevar de dos a cinco por ciento la masa boscosa en los próximos tres años.
Para afrontar el desafío de desarrollar el sector agrícola en
condiciones tan adversas, Mathieu considera que lo "más importante"
es llevar adelante programas que incluyan la preocupación ambiental,
incluida la reconstrucción de los suelos, y la atención de la
productividad.
"No se produce lo suficiente para el consumo del país", advierte.
Según sus datos, 55 por ciento de los alimentos que consume la
población local son importados, una directa consecuencia de la
política de apertura de fronteras y liberalización del mercado
aplicada desde 1983 por el entonces dictador Jean-Claude Duvalier
(1971-1986).
Vigente hasta hoy, esa política neoliberal se tradujo en un descenso
de la producción nacional y de los ingresos agrícolas, según
explicaron varias fuentes consultadas por IPS.
Para elevar la producción, Mathieu recomienda cultivos favorables
para la época de menor peligro de tormentas y huracanes, de junio a
noviembre, e introducir variantes de sembrados y tecnologías en las
pequeñas fincas que ayuden a mitigar los riesgos, como la irrigación
gota a gota y el cultivo en invernadero, entre otras.
En su opinión, los mayores esfuerzos deben enfocarse en producir más
en todas las cadenas, comenzar con aquellas en que se aprecia un
"cierto nivel de competitividad", en tubérculos como la yuca o el
boniato, por ejemplo, y luego integrar la producción en un sistema
que ayude a proteger al ambiente, "principalmente" los sistemas
agroforestales.
"Desde mi punto de vista, lo primero es aumentar el rendimiento y, al
mismo tiempo, desarrollar una agricultura que proteja el entorno.
Asegurado eso, un reto mayor apunta a dar valor agregado a los
productos, cuyo beneficio debe llegar a los campesinos", puntualiza a
modo de resumen.
El experto indica que están en marcha algunos esfuerzos en ese
sentido, con experiencias que caminan bien, pero advierte que se
necesita integrarlas en una política estatal clara, que no existe.
"El Ministerio de Agricultura tiene documentos sobre política
agrícola, aunque en el terreno no hay nada concreto", señala.
También es necesario, añade, aumentar en la población la percepción
del peligro que significa el cambio climático para un país
extremadamente vulnerable a eventos meteorológicos extremos y
elevados niveles de pobreza. "La gente está mal armada para afrontar
desastres que pueden ser mayores en el futuro", opina.
En ese sentido, considera que la educación ambiental debe estar
enfocada hacia el cambio climático y los retos que impondrá.
"Cuando la gente debe hacer frente a tantos desafíos para sobrevivir
cada día es difícil hablarles de retos que tendrá que afrontar dentro
de 50 años, como el aumento del nivel del mar. Alertar y anticiparse
a lo que vendrá corresponde entonces a la parte organizada de la
sociedad y también del Estado", puntualiza.
(FIN/2013) Envíe sus comentarios | © Reproducir este artículo
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