aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800


 
El miedo al dolor
01-noviembre-2012
Comentarios: 27        Lecturas: 3120

Tenía en mente otros temas para hoy, pero ayer fui al dentista y mientras estaba ahí con la boca abierta pensé lo siguiente: En otras ocasiones me habían hecho los trabajos dentales sin anestesia, se trataba de caries superficiales, así que no era nada intolerable. De hecho siempre que me preguntaban si quería o no la anestesia, respondía que mejor no.

En esta oportunidad no hubo pregunta. No era una opción: va la anestesia y ya. De hecho asumen que uno no quiere sentir dolor y más aún que uno no quiere sentir nada. (¿Qué tal si yo fuera masoquista y con la anestesia me hubiesen quitado el placer). Ahí me vino la pregunta: ¿por qué el miedo al dolor? Porque duele, ya lo sé, porque no es agradable. Pero más allá de esta lógica respuesta, queda claro que en estos nuestros tiempos el ser humano se ha puesto como objetivo erradicar el dolor de la vida humana.

 
Las memorias y la verdad
25-octubre-2012
Comentarios: 19        Lecturas: 8317

Hace unos días, antes de dormirme leí un fragmento de Fuego, el diario amoroso de Anaïs Nin que comprende sus escritos de entre 1934 y 1937. Esta autora nació en París en 1903 y vivió, además de esta ciudad, en La Habana, Nueva York y Los Ángeles. Su vida fue muy interesante y una lectura de sus diarios revela a una mujer de un pensamiento libre y curioso ante el ser humano, sus sentimientos y pasiones.

Resulta también llamativo que lo mejor de la literatura de esta escritora está en sus diarios y no en alguna de sus novelas. Uno pensaría que un diario es un texto que, debido a su escritura rápida, casi automática, carece de rigor literario. Y sin embargo Anïs Nin dio lo mejor de su prosa en estos párrafos breves en los que desgrana su vida diaria y cuenta aspectos íntimos de sus relaciones sociales y amorosas.

 
La felicidad está en los genes
18-octubre-2012
Comentarios: 16        Lecturas: 13585

La ciencia ha cambiado la forma en que nos concebimos como seres humanos. Aunque la realidad es que seguimos atados a creencias que nos han servido durante siglos para entender cómo somos. Por ejemplo, de modo casi natural sabemos que vivimos una lucha diaria entre lo que queremos y lo que debemos. Queremos comernos una, dos o hasta tres donas de chocolate; sabemos que no debemos, que a la larga nos afectará a la salud. ¿Quién gana en esta lucha? Bueno, si observamos a nuestro alrededor nos daremos cuenta de que el ganador es el deseo. La razón es débil si se le compara con todo la información que casi a manera de instinto nos impele a hacer cosas placenteras.

Jonathan Haidt, autor de La hipótesis de la felicidad, describe el comportamiento anterior con la metáfora de un elfante guiado por un conductor. El conductor es el que hace uso del raciocinio, de la planeación, es el que dice: “esas donas te darán placer ahora pero te causarán problemas de salud en unos años”. El elefante ha aprendido a lo largo de miles de años de evolución que si hay alimento hay que aprovecharlo y lo hará, aunque el necio conductor le diga que no.

 
El poder de una historia
11-octubre-2012
Comentarios: 20        Lecturas: 18533

Imagínate lo siguiente: estás de viaje en un país extraño, de pronto una bomba estalla en una plaza y causa muertes y daño. Tú has sido testigo de todo ello. Fin de la historia.

Si bien la anterior narración tiene elemento interesantes, la impresión o la sorpresa están colocadas al final. No produce tensión alguna sino tan sólo un terrible descenlace.

 
¿Y dónde está el autor?
04-octubre-2012
Comentarios: 38        Lecturas: 23761

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara comunicó hace unas semanas que otorgaría el Premio de Literatura en Lenguas Romances a Alfredo Bryce Echenique. En mi opinión es un gran autor que, tan sólo por la novela La vida exagerada de Martín Romaña merecería se reconocido por su aportación a la literatura en lengua española.

El problema es que Bryce Echenique fue acusado y encontrado culpable de plagio (él ha explicado que no ha sido tal y que va ganando los juicios), el delito habría ocurrido en diversas ocasiones, por lo que se puede inferir que se trata de un comportamiento común en él. Lo que sucedió, creo, es algo común entre quienes son requeridos por diversas publicaciones para colaborar. Al final (y no lo justifico sino que lo explico) la carga de trabajo es tan grande que sólo tienen dos opciones: el plagio o los escritores negros.

 
Ecce Homo: He aquí el... ¿arte?
27-septiembre-2012
Comentarios: 30        Lecturas: 26055

 
 

Una anciana de la ciudad de Borja, España, realiza la restauración de un mural que tiene como tema el Ecce Homo, es decir el momento señalado en la Biblia en que Poncio Pilato muestra a Cristo como prisionero frente a la multitud. Del mencionado momento hay infinidad de pinturas y grabados. Pinturas como la que esa mujer tenía frente a sí. De esa antigüedad hay cientos en el mundo, no se trata de un trabajo importante por esa razón. Hay que agregar que no se trata de una especialmente buena, ni de un autor conocido. Tan es así que el párroco le permite restaurarla como le diría a alguien que sí, si le ofrece podar un árbol del jardín sin cobrar por hacerlo.

El resultado es extraño: el rostro de Cristo queda irreconocible y poco a poco se comienza a correr la voz de que la señora ha destrozado una pintura antigua y la ha convertido en algo que es difícil describir. Las fotos comienzan a circular en internet y el hecho, nimio inicialmente, degenera en escándalo. En España la crítica seria es hacia los mecanismos del cuidado del patrimonio cultural antiguo. Se habla de corrupción, de falta de control, etc. Pero la gente comienza a llegar cada vez más a esa iglesia de Borja para ver en vivo lo que las fotografías ya han difundido tanto.

 
Los tecnofóbicos
20-septiembre-2012
Comentarios: 23        Lecturas: 25865

Últimamente he leído libros acerca de los cambios que las nuevas tecnologías han traído a nuestras vidas y, sobre todo, los que traerán. Parta quienes les interese, se trata de Radical Evolution, de Joel Garreay y The Singularity is Near, de Ray Kurzweill. En ambos se habla ampliamente de cómo la tecnología cambia y nos cambia, pero además se hace énfasis en la creciente velocidad a la que esto ocurre y seguirá ocurriendo. Y así es, ni dudarlo, el cambio es exponencial, porque lo que antes tardaba una década en suceder, ahora tiene lugar en un par de años. Pensemos en cómo el teléfono ha evolucionado en unos cuantos años para convertirse ya en una pequeña computadora y ha suplido a cuatro o cinco aparatos.

Con un celular podemos, además de llamar, tomar fotos, grabar, ver y publicar cosas en internet, enviar textos breves, hacer presentaciones de Power Point, buscar sitios en mapas, ser guiados en la ciudad e incluso, si contamos con un equipo muy moderno, bajar aplicaciones (apps) que nos ayudan a controlar las calorías que comemos, monitorean nuestro sueño, y casi todo lo que se nos ocurra. En fin, que todo esto suena muy padre y, por extraño que parezca, nos resulta absolutamente natural. A veces creemos, sobre todo los de menos edad, que siempre fue así.

 
Del arte a la realidad, ¿o al revés?
13-septiembre-2012
Comentarios: 22        Lecturas: 25934

Hace unos días vi El Infierno, una película del director Luis Estrada. No la vi en su momento, hace dos años, porque la temática y la crudeza de algunas imágenes que prometía me repelieron un poco. Después de verla confieso que cualquier foto de diario o revista amarillista me parece más fuerte en términos de exhibición de la crueldad. En todo caso me puso a pensar que estamos rodeados del género violento. No sólo en cine, sino también en la televisión, la literatura y prácticamente cualquier producto cultural. La violencia es uno de los grandes temas de nuestro tiempo.

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Lo pregunto porque a veces tengo la impresión de que no es el arte lo que copia a la realidad, sino que la realidad se nutre de lo que al arte y otros productos culturales le ofrece. ¿Qué fue primero, la Reina del Sur o la Reina del Pacífico? Me da por pensar que ya cuando un personaje está instalado en el pensamiento colectivo es más fácil “crearlo” en la realidad. Vaya, que cuando aparece un nuevo capo uno piensa que sí, que ése es, que tiene exactamente la características del gran capo que ya conocíamos. Que de hecho no conocíamos pero que sí conocíamos porque ya estaba creado en nuestro imaginario por las películas, los comics, etc.

 
Las lecciones del Guernica de Picasso
06-septiembre-2012
Comentarios: 45        Lecturas: 26372

 
 
El Guernica, de Picasso. Museo Reina Sofía.
Se trata de un momento detenido, unos segundos hechos imagen, una imagen plasmada por virtud de la luz que ya casi se escapa. Es una pintura asombrosa, tuve la fortuna de verla alguna vez en el Museo Reina Sofía. El asombro no sólo viene de sus dimensiones, 3.50 por 7.80 metros, sino porque al observarlo uno se convierte en el espectador de un instante cargado de significados. Es un instante en el que la luz eléctrica está por desparecer, así lo atestigua el resplandor del único foco que cuelga del techo, pero también lo corrobora la vela que, por la derecha, alguien introduce desde una puerta o ventana. Lo señalan también los colores, esa elección de tonos de grises. Uno no quiere parpadear, se imagina que si lo hace, al abrir de nuevo los ojos aquello será un espacio habitado por el negro o, quizás, por la leve luz de una vela.

El instante es también el de la vida que apenas lo es. Presenciamos el último hálito vital de cada uno de los personajes que aparecen. Dentro de un segundo, a lo mucho, quizás todos estarán muertos. De ahí el asombro mayor, de ahí el horror, porque la presencia de la muerte, de lo muerto, de algún modo nos obliga a aceptar el hecho, pero no es así cuando ese ser todavía vive y somos testigos de su vulnerabilidad. Del lado derecho viene una mujer, la posición del cuerpo y su gesto indican su prisa, su intención de ayudar, de detener lo que ha sucedido, pero, igual que nosotros, se ha quedado petrificada frente a la destrucción y la muerte que le seguirá. Detrás de ella, un personaje eleva las manos al cielo, pide clemencia hacia lo alto, una clemencia que no ocurre puesto que su gesto de dolor y la tensión en sus brazos señalan que eso que trataba de evitar con sus palabras ya ha ocurrido.

En la parte central del cuadro, en el suelo, un hombre yace, sin duda ya muerto; en su mano derecha sostiene la empuñadura de una espada rota. Ha caído del caballo, su arma se ha partido en dos y, sin embargo, no la ha soltado. La flor que parece surgir de entre la palma de la mano y la espada se empecina en permanecer viva, bella, ignorante de todo lo que ocurre alrededor. El caballo, despavorido, saldrá a todo galope dentro de un segundo, no sabemos si lo consiga o si la muerte, en la forma de una bomba, acabe con sus intenciones.

 
Pos... modernos
30-agosto-2012
Comentarios: 14        Lecturas: 25868

Cuando tenía unos 6-7 años, recuerdo, el año 2000 era una fecha cargada de significados. Curiosamente, no se trataba del fin del mundo como uno lo podría pensar hoy en día desde este presente en el que el mundo se está acabando, ya se acabó o está por acabarse cada cinco minutos. No, en esa época, a mediados de los años 70, el año 2000 era la meta del progreso.

Recuerdo que había libros, seguramente de esos publicados por Time Life o Selecciones, en los que se ahondaba en cómo sería la vida en el inicio del segundo milenio. Eran esos libros grandes (o quizás me lo parecían porque yo era chico) profusamente ilustrados y en ellos se desglosaba cada rubro de la vida humana en un tiempo que no estaba tan lejos, pero tampoco tan cerca. Recuerdo coches y trenes que volaban, ciudades de altos y delgados edificios. Túneles transparentes que conectaban desde lo alto edificios de sueño. Además la ciencia estaría adelantadísima, tanto que ya no habría enfermedades y todos viviríamos en una especie de Arcadia, nada más que ésta, a diferencia de la imaginada por los poetas, que estaba caracterizada por la armonía entre el hombre y la naturaleza, estaría hecha totalmente por el ser humano y su capacidad de convertir el conocimiento en ciencia y tecnología. De la naturaleza en esas ilustraciones no había ni la más remota imagen.



       SIGUIENTES 10
 
 
Acerca del autor
 
Alberto Castillo Pérez

Alberto Castillo es originario de la Ciudad de México, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y de la Universidad de Amsterdam (Holanda). Ha ejercido como periodista cultural en Estados Unidos, Holanda y México. Está convencido de que es necesario conectar al público con las manifestaciones culturales; el arte no es espontáneo, sino resultado de decisiones tomadas por la sociedad. Tiene la teoría de que en México hay actualmente un divorcio entre espectadores y autores; fenómeno que está provocando la extinción de los creadores y el resentimiento del público.

En este espacio desea eliminar la sensación de que el arte y los artistas pertenecen a un mundo de iniciados.

Síguelo en http://twitter.com/Metacultura

 
Escribele  haz click!
 


Calendario de búsqueda