El terroso acento húmedo de un carpaccio de hongo portobello, cuyas finas láminas gratinadas con la fortaleza láctea del queso parmesano al encuentro de una vinagreta de paprika, apenas perceptible, exaltando la fusión con un magnífico vino italiano, que marcó la bienvenida a una agradable velada en DAmico.
Quedando cautivada al primer sorbo de una copa de vino tinto del Piamonte, un Nebbiolo Perbacco 2009 de Vietti, que transformó instantáneamente mi rostro y el de mis cómplices de correrías gastronómicas en una apacible sonrisa, que nos hizo olvidar las congestionadas calles de Polanco un viernes por la noche; agradeciendo la elección entre una abultada carta de caldos de las diferentes regiones de Italia.
Un fusilli allAngelo con camarones, calamar, robalo y espárrago finamente picado en salsa rosa con base en jitomate, donde la acidez del vegetal al mezclarse con el reconfortante gusto de la pasta, el gusto marino del marisco y el delicado toque amargo de la verdura, hubiera llegado a su plenitud gustativa al apostar por una sazón más sutil.
Un tiradito de robalo con delicada frescura marina, me hizo agradecer la bienvenida en una tarde soleada, donde el aliño cítrico, para mi gusto un poco excesivo, al encuentro con finas rebanadas de picante cebolla morada y chile verde de retrogusto herbáceo, espolvoreado con el sutil sabor de semillas de ajonjolí como complemento. Un vino blanco de uva Albariño neutralizó magistralmente la acidez de este refrescante plato.
Esa tradición del pizarrón implementada por el bristot franceses, donde promueven las sugerencias de la casa y que cautivó hace más de una década a los capitalinos con la llegada de este concepto de cocina del día, se transforma al gusto local en Sobrinos como parte de una propuesta de cocina de barrio.
El chicharrón de atún es un obligado en este restaurante, la calidad y frescura del pescado cocinado a altas temperaturas en aceite para presentar esa corteza crujiente sazonada con dominio, que sirven con frijoles negros enteros y guacamole fresco de suave textura, que al mezclarse en paladar envuelto en pequeñas tortillas de maíz de nixtamal hechas a mano y bañado con salsa verde, se convierte en un bocado sublime.
El aroma de la hoja santa enmarcó una tarde inolvidable, donde el gusto lácteo y salino del encuentro de quesos: Oaxaca y cabra al mezclarse en paladar con la plácida acidez de una salsa de tomate verde exaltada por el sutil acento picante del chile meco, me transportó a los sabores de mi infancia como preámbulo de una exquisita comida en compañía de mis queridos hermanos.
Los Danzantes fue testigo de este fraternal encuentro, donde afloró la genética gustativa de una cocina familiar sazonada con ingredientes veracruzanos enaltecidos por el sabor de la hoja santa o acuyo y los quesos, herencia europea, que en mi tierra fusionaron el paladar italiano con el afro-mestizo y prehispánico para regalarnos una exquisita y variada gastronomía.
Alfredo y Olivia se dejaron llevar por la plática salpicada de recuerdos de familia, aderezados con una exquisita entrada de taquitos de pato bañados con una salsa de chile pasilla, espolvoreados con cebolla, cilantro y aguacate, picado.
Para que un corte grueso de sashimi de atún aleta amarilla te cautive es indispensable la frescura y calidad del pescado, cuya delicada textura similar a la del aguacate, exalta ese delicado y delicioso sabor marino, que al sumergir en la salinidad de la salsa de soya mezclada con un pequeño trozo de picante japonés te transporta a un mundo de sabores y sensaciones orientales, que vale la pena experimentar.
Nagaoka es un restaurante sin pretensiones que sirve una cocina casera auténtica, se ubica en la colonia Nápoles y aunque sus instalaciones requieren una manita de gato, su cocina conserva la calidad que lo convierte en uno de los establecimientos favoritos de la comunidad japonesa en la ciudad de México.
El sashimi de salmón es otra delicia, que vale la pena pedir por la frescura y excelente manejo de este pescado de agua fría que concentra su sabor marino, de ligero acento aceitoso que al ser bañado en la potencia salina de la salsa y el picante nipón, despierta los sentidos.
Alambre de res sobre pincelada de guacamole, delicados dados de pimientos de acento dulce en contraste con el suave picante de rebanadas de cebolla y chile serrano, que al encuentro con la salinidad de un crocante de queso y una lámina de piña asada, cuya acidez complementa esta agradable creación en una cortesía del chef Arturo Fernández; bienvenida a un menú degustación de 10 tiempos.
Raíz, Cocina de Estaciones es el nombre de este restaurante de diseño contemporáneo con cocina abierta, que te transporta a la Barcelona vanguardista, donde este cocinero mexicano ha montado junto con el Instituto Culiniario Coronado un verdadero templo del buen comer en la Colonia Arboledas.
Canutillo de untuoso aguacate relleno de camarón al mojo de cilantro, transformando el acento marino la herbácea sensación en paladar, que al integrarse con el picante del chile serrano y la cebolla morada, contrasta con la acidez del jitomate y el miltomate, fusionándose con un baño líquido elaborado con chauchas de tinta de sepia, cautivando con la sutil sazón mi paladar y el de mis cómplices de correrías gastronómicas.
Una pizza recién salida del horno, humeante, con queso mozzarella derritiéndose y ese gusto lácteo mezclado con la exquisita acidez de frescas rebanadas de jitomate horneadas, la perfumada presencia de hojas de albahaca y orégano, y la dulzura del ajo rostizado, que al encuentro con la masa crujiente de reconfortante gusto a trigo, me hizo olvidar un día lleno de actividades y estrés.
La lonchería Olivia está ubicada en la terraza exterior del Hotele Brick en la colonia Roma, cuyo diseño interior contemporáneo enaltece la exquisita construcción de principios del Siglo XX, haciendo que pasado y presente se fusionen con un encanto particular, transformando este lugar en uno de los más cool de la ciudad de México.
Como todo amante del arte de la mesa, disfrutó una comida en compañía, más cuando mis cómplices de correrías gastronómicas cuentan con esa sensibilidad indispensable para disfrutar una sencilla ensalada confeccionada con ingredientes frescos, como la exquisita Nicoise que al estar preparada con dominio, transforma una simple ocasión en un momento innolvidable.
Espárragos con aromas de campo que confieren el gusto de la clorofila herbácea con esa frescura rociada por el perfume de pétalos de flores, trozo de frutos secos de gusto almendrado, agradable lámina de ligera acidez al fundirse con delicado aderezo, provocando en paladar una explosión de sabores al fusionarse con la burbujeante frescura de un Mistinguett Brut, de la región del Penedés en España.
Esta agradable experiencia la disfruté en uno de los mejores restaurantes de México y del mundo: Biko, que conjuga ese encanto de la alta cocina, donde servicio y propuesta gastronómica son de aplaudirse por la sutileza y creatividad de sus preparaciones.
El cremoso de txipirones ibéricos espolvoreado con textura de arroz inflado resultó una reconfortante combinación del grano en tinta de calamar con un ravioli confeccionado con la carne del molusco, que funge como relleno en una agradable mezcla caramelizada que al encuentro con una salsa de jamón serrano integra el retro gusto rancio del embutido en reconfortante combinación, que exaltamos con la refrescante potencia de un Izadi, fermentado en barrica, de las Bodegas Izadi, de la región de la Rioja Alavesa.
Imagina una copa de Chardonnay 2011 de Monte Xanic, cuya refrescante acidez resultó perfecta para una langosta al estilo Puerto Nuevo, su carne blanca de gusto marino sazonada con maestría y cocinada el tiempo justo para aflorar esa firme delicadeza cocinada en manteca de cerdo, que al encuentro con una tortilla de harina recién echa, frijoles bayos, arroz rojo y una salsa picosita como contraste, me hizo chuparme los dedos.
Este exquisito maridaje lo disfruté durante las Fiestas de la Vendimia y la celebración del 25 aniversario de Monte Xanic, bodega mexicana pionera en apostar por la producción de vinos Premium en el país, cuyo sueño de cinco amigos: Hans, Ricardo, Eric, Manuel y Tomás, es hoy realidad, pasando de 125 mililitros el consumo per cápita anual logrando posicionar, junto con el apoyo de otras casas vitivinícolas nacionales, el consumo de esta bebida en 500 mililitros en los últimos 10 años.
Una apuesta que ha rendido frutos y que los obliga a seguir innovando, ahora como nueva generación a cargo de Hans J. Backhoff Jr., heredero de la sensibilidad enológica de su padre Hans Backhoff, quien con pasión y entrega junto con sus socios posicionaron el vino mexicano entre los mejores del mundo, haciendo que consumiéramos caldos nacionales de calidad con ese sello de elegancia que caracteriza a la casa.
Uno de mis restaurantes favoritos de cocina mexicana es El Cardenal, de sólo recordarlo se me hace agua la boca. En esta ocasión acudí en compañía de mi mamá, que estuvo de visita en la ciudad de México y aproveché para mostrarle algunas de las delicias que ofrece la propuesta gastronómica local. Visitamos la casona de San Ángel, que como siempre está a reventar tanto en desayunos como en comidas, al igual que el resto de los establecimientos tan bien cuidados de los hermanos Briz. Mi cómplice de correrías gastronómicas es amante del pan y éste es una de las especialidades del restaurante, que preparan diariamente en sus propios hornos; cuernitos, conchas, bisquets, rollos de canela y semitas forman parte de la oferta para el desayuno, así que nos decantamos por una orden de natas de leche bronca, cuyo sabor dulce es ideal para acompañar con sus panes y con una taza de chocolate de la casa, una delicia.
La oferta de jugos naturales con frutas de temporada es un verdadero agasajo para empezar el día, el de mango manila es uno de mis favoritos, con ese gusto dulce de ligero retrogusto ácido y esa sutil textura que acaricia el paladar.
La verdad cuando llegaron los huevos con longaniza, doña Celia estaba más que satisfecha, sin embargo, el sabor del embutido preparado con ingredientes de calidad y sazonado con chiles a la manera artesanal la hicieron reaccionar por su agradable sabor. Tiernos como deben servirse, en una especie de tortilla, calientitos y con una guarnición de frijoles refritos espolvoreados con el fuerte sabor del queso Cotija, que recomiendo ampliamente.
Un trozo de carne jugosa, marmoleada, humeante, cocinada a la brasas con ese gusto reconfortante conferido por la calidad de la materia prima y el dominio del parrillero, que al encuentro con frescas hojas de lechuga de acento herbáceo, exaltado por la ligera acidez de jitomates frescos, la delicada amargura de finas rebanadas de col morada al mezclarse con la dulce presencia de frescas zanahoria rallada, todo rociado con exquisito aliño, resulta una agradable experiencia en paladar.
Esta delicia la disfruté en 18 Puertas, restaurante ubicado en pleno Centro Histórico, en la esquina de Independencia, en los bajos del edificio Puerta Alameda, que se ha convertido en la mejor opción para disfrutar un buen corte de carne en la zona, siendo su especialidad la cocina ítalo- argentina, la que ejecutivos de la zona suelen acompañar con una copa de buen vino.
La crema de cilantro resultó exquisita, ideal para estas tardes de verano lluvioso en la ciudad de México, el delicado sabor herbáceo cocinado a fuego lento en una agradable combinación láctea sazonada con gusto, que llega a la mesa caliente y que después del primer sorbo te hace entrar en calor en una sensación que remite al gusto casero de una cocina franca.
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Se ha especializado en el arte del buen comer como periodista gastronómica con más de 15 años de experiencia, ha sido fundadora de las secciones gastronómicas de los diarios más importantes del país, y en esta ocasión reseña los restaurantes de la ciudad de México y del país para Menú. La capacidad de disfrutar es una de las características de esta reconocida gourmet.
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