El por qué no dejarse llevar por el miedo : Indymedia Uruguay

En el día de ayer, sindicalistas del taxi optaron por el uso de la fuerza
para hacerle saber a los taxistas que no acataron el paro, su desacuerdo.
Pero este no fue un uso de la fuerza clásico, como ir a insultar, o incluso
alguna pelea a golpes como sucedió en la tradición sindical, sino un uso
bastante mas fuerte y con peligros de secuela para la vida de los atacados.
Un detalle que llamó la atención, fue que una pasajera que venía en uno de
los taxis de los "carneros", fue arrastrada por los pelos afuera del vehículo.

¿Qué se puede decir? con los líos que hay todos los días en esta ciudad, yo
ni siquiera estaba enterado que había un paro del taxi. Si hubiese tenido
alguna emergencia que cumplir, me habría tomado un taxi sin siquiera sospechar
que se trataba de un carnero.
Lo mismo pudo haberle pasado a esa mujer.
Que además, como hay delito por todas partes, si alguien te arrastra fuera
del vehículo, ni siquiera tenés por qué enterarte de que eso es parte de un
conflicto sindical, podés pensar que es un ladrón vulgar y viejo.

Entonces, esta decisión de ésos sindicalistas, no es un acto racional. Es un
acto resultado de haberse dejado ganar por el miedo.
Que no tiene por que ser para nada un miedo originado en problemas sindicales,
puede perfectamente ser parte el miedo generalizado de la población en
Montevideo, miedo originado precisamente por esa expansión del delito, en
donde nadie se siente ya seguro.
Una vez que el miedo te derrotó, entonces tu conducta ya no obedece a tu mente,
a tu racionalidad, y podés no diferenciarte en nada del que sale a robar
después de haber inhalado pasta base.

Pero es curioso que uno tenga que decir, al describir todo esto, que es un
miedo de los montevideanos.
Porque la realidad, es que es así. Basta con salir unos kilómetros afuera de
la capital, para que se empiecen a ver signos de paz y tranquilidad, aquella
paz que también disfrutaron los montevideanos hasta hace no muchos años, pero
que de pronto ya perdieron.
Te vas alejando por cualquier ruta, y entonces empezás a ver casas sin rejas,
perros que no te ladran al acercárteles, gente mateando en la puerta de su
casa sin la más mínima precaución, seguros de que nada atípico les sucederá.

Cuán importante es esto de los perros que no ladran. Permítaseme decir, como
quien dice un atrevimiento nomás, que no hay mejor medidor del índice de
violencia de un lugar, que observar la conducta de los perros.
Cerca de estar a 100 km del centro de la capital, se observan los primeros
perros que no ladran, y los primeros barrios sin rejas.
Entre los 200-300 km, los perros vienen a hacerte fiesta aunque seas un
perfecto desconocido, y la gente ya no vive en función de Montevideo, aunque
mantiene la bandera uruguaya guardada por algún lado.

Entre los 300-500 km el peligro es otro. Los estancieros son el signo de poder
de esos territorios, y entonces el signo del regreso del feudalismo está
acechando. Es decir que a esta distancia, el índice ya no lo dan los perros,
sino los dinosaurios.
Tenemos una muestra evidente del avance de esta posibilidad, en la
conducta de los estancieros argentinos, que disputan abiertamente el poder
contra la capital. Es un fenómeno que podría no tardar en suceder de este lado
del río Uruguay.
Pero así y todo, nada de esta conducta estanciera es comparable en amenaza a
la expansión rápida de la violencia ciudadana.

No hay ninguno, ni una sola persona, que no haya trastabillado de inseguridad
ante algún hecho de violencia que le tocó de cerca, en la capital.
El aumento de violencia se da de manera tan rápida, que las clásicas gráficas
publicadas año a año por el gobierno, no logran visualizar correctamente el
fenómeno. Hay ascensos de desesperación colectiva de un mes a otro, y ningún
medidor registra fenómenos como este de la conducta sindical que acabamos de
observar, ni el significado del asesinato de los Rodrigo, que no eran
muchachos envueltos en un entorno que hiciera presagiar un acto de violencia
contra ellos.

Es evidente que frente a todo esto, sale con ganas la pregunta de qué irá a
suceder. Pero no es contestar esa pregunta, lo más importante.
Más importante, es que frente a todo esto, no todas las personas adoptan la
misma reacción. A unos logra derrotarlos el miedo, pero otros encuentran el
modo de mantener un equilibro mental.
Entonces, es eso último lo importante: cómo ubicarse? cómo mantenerse cuerdo?

Está claro que la respuesta a esa pregunta, puede buscarse en el ver qué hacen
los que logran mantenerse cuerdos.
A diferencia de lo que dictan las fantasías, los que más se ubican no están
a salvo gracias a ninguna vinculación especial: ni con el gobierno, ni por
tener plata, ni influencias, ni apellido,.. ni ningún objeto que pueda ser
envidiado. Esa seguridad, que no es mucha, y es más resultado de un esfuerzo
de esas personas que de una herencia social o cultural, es el resultado de
la voluntad de esas personas, que desperdigadas (porque no las nuclea ninguna
organización), conocen algunos principios morales, de ética, que tratan de
poner en práctica. Lo que popularmente se conoce como ser buena persona pero
no bobo.
¿Y por qué desperdigadas, por qué no se juntan?

No se juntan, porque se supone que ser moral es ser uruguayo, y no debería
crearse otra organización que la de la propia patria. Pero eso está a la vista
que no está logrando funcionar.
Hay quienes dicen que hay mejores personas en el Frente Amplio que en los
partidos tradicionales, pero para saber si eso es cierto, habría que ver si
sucumben más ante la violencia los blanquicolorados de la capital que los
frenteamplistas. Difícilmente haya una empresa encuestadora que se quiera
tomar el trabajo de hacer esa medición.

Seguramente, si se crease un "partido de los valientes e íntegros (p.v.i.)",
de los que mas logran no dejarse ganar por el miedo, quedaría constituído por
blancos, colorados, frenteamplistas, y algún que otro ultra de derecha y de
izquierda.
Yo soy de izquierda, por lo que tiendo a pensar que quedaría más constituído
por izquierdistas que por derechistas, pero insisto en que sin una medición
rigurosa, es imposible saber cómo quedaría constituído.

Mientras tanto, con o sin p.v.i., algunos apelarán a los libros para no
olvidar la moral, otros buscarán buenas organizaciones, que por suerte las hay
(aunque no son muchas), y otros, como este que describe todo esto, quedarán
a la espera de que se pongan de acuerdo entre los que leen libros y los que
llevan adelante buenas organizaciones, para que no sea solamente el término
patria lo que nos una, y se pueda salir adelante.

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