WSWS
: Español
Estados Unidos y la OTAN asesinan a Muamar Gadafi
Por Bill Van Auken
25 Octubre 2011
Utilice
esta versión para imprimir | Email
el autor
El salvaje asesinato el pasado jueves [20 de octubre de 2011]
del depuesto dirigente libio Muamar Gadafi sirvió para
poner de relieve el carácter criminal de la guerra que
llevan a cabo Estados Unidos y la OTAN desde hace más de
ocho meses.
Este asesinato sigue al asedio durante más de un mes
por parte de la OTAN de Sirte, la ciudad costera libia que era
la ciudad natal de Gadafi y un centro de su apoyo. El asalto a
esta ciudad de 100.000 habitantes dejó prácticamente
todos los edificio destruidos, con una cantidad incalculable de
civiles muertos, heridos y enfermos ya que están privados
de comida y de agua, de asistencia médica y de otras necesidades
básicas.
Al parecer Gadafi viajaba en un convoy de vehículos
que trataban de romper el asedio después de que el último
bastión de resistencia cayera en manos de los "rebeldes"
respaldados por la OTAN. Aviones de la OTAN atacaron el convoy
a las 8:30 a.m. del jueves por la mañana y dejaron varios
vehículos en llamas sin posibilidad de avanzar. Entonces
las milicias armadas en contra de Gadafi avanzaron para asesinarlo.
Al parecer la muerte de Gadafi ha sido parte de una masacre
más amplía que según se ha informado ha costado
las vidas de sus colaboradores más cercanos, de combatientes
leales y de sus dos hijos, Mo'tassim y Saif al-Islam.
Aunque los detalles de los asesinatos siguen siendo un tanto
confusos, fotografías y vídeos hechos con móviles
y publicados por los "rebeldes" respaldados por la OTAN
muestran claramente a un Gadafi luchando con sus captores y gritando
mientras es arrastrado a la parte trasera de un vehículo.
Después se muestra su cuerpo desnudo y sin vida, cubierto
de sangre. Parece claro que después de haber sido herido,
quizá por los ataques aéreos de la OTAN, el ex dirigente
libio fue capturado vivo y después ejecutado sumariamente.
En una fotografía se le ve con un agujero de bala en la
cabeza.
El cuerpo de Gadafi se llevó a la ciudad de Misrata
donde, según se informó, fue arrastrado por las
calles antes de ser depositado en una mezquita.
La suerte del cuerpo es políticamente significativa
en el sentido de que fue capturado por una facción de Misrata
que opera bajo su propio comando y no es leal al Consejo Nacional
de Transición (CNT) con base en Bengasi y al que Estados
Unidos y la OTAN han ungido como el "único representante
legítimo" del pueblo libio.
Así, este acontecimiento espeluznante, que aclamó
el presiente Barack Obama en el Jardín de Rosas de la Casa
Blanca como el advenimiento de "una nueva y democrática
Libia", en realidad sólo pone en evidencia las líneas
divisorias regionales y tribales que están creando el marco
para un prolongado periodo de guerra civil.
Tanto Estados Unidos como Francia se adjudicaron todo el mérito
del papel que habían desempañado en el asesinato
de Gadafi. El jueves el Pentágono afirmó que un
drone Predator estadounidense había disparado un misil
Hellfire contra el convoy del derrocado dirigente libio, mientras
que el ministro de Defensa francés afirmó que lo
habían bombardeado aviones franceses.
Desde poco después de que se emprendiera la brutal guerra
aérea contra Libia el pasado mes de marzo, Estados Unidos
y la OTAN llevaron a cabo ataques continuos contra las instalaciones
de Gadafi en Trípoli y contra otras casas en las que sospechaban
que se escondía. Uno de estos ataques aéreos a finales
de abril acabó con las vidas de su hijo menor y de tres
nietos pequeños.
Washington ha desplegado aviones de vigilancia, además
de gran cantidad de drones en un intento de localizar a Gadafi,
mientras que agentes de inteligencia, tropas de operaciones especiales
y "contratistas" militares estadounidense, británicos
y franceses que operaban sobre el terreno participaron también
en esta caza al hombre.
Justo dos días antes del asesinato de Gadafi la secretaria
de Estado estadounidense Hillary Clinton hacía una visita
no anunciada a Trípoli en un avión militar fuertemente
armado. Mientras estaba ahí hizo pública la petición
de que se apresara a Gadafi "vivo o muerto"
Como informaba Associated Press, Clinton declaró "en
unos término inusualmente categóricos que Estados
Unidos querría ver muerto al ex dictador Muamar Gadafi".
"Esperamos que pueda ser capturado o asesinado pronto
de modo que ustedes ya no tendrán que temerle más
', dijo Clinton a unos estudiantes y a otras personas en una reunión
en la capital"[, informó Associated Press].
Esta agencia señalaba a continuación: "Hasta
ahora Estados Unidos había evitado decir que se debería
matar a Gadafi".
Sin embargo, en realidad Washington está llevando a
cabo una no disimilada política de asesinato de Estado.
En este caso, ha defendido abiertamente e incluso proporcionado
todo tipo de recursos para facilitar el asesinato del un jefe
de Estado con el que el gobierno estadounidense había establecido
unas estrechas relaciones comerciales durante los últimos
ocho años.
El maltrecho cuerpo del hijo de Gadafi, Mo'tassim, que también
fue capturado vivo y después asesinado, se expuso en Misrata.
Tan recientemente como abril de 2009 había sido recibido
calurosamente por la secretaria de Estado estadounidense Hillary
Clinton.
En su discurso en el Jardín de las Rosas del pasado
jueves Obama se jactó de que su administración había
"eliminado" a dirigentes de al Qaeda, con un discurso
que asemejaban al de un capo de la mafia [pero] sin su encanto.
Entre sus víctimas más recientes se encuentran dos
ciudadanos estadounidenses, Anwar Awlaki, el clérigo musulmán
nacido en Arizona con doble nacionalidad yemení y estadounidense,
el mes pasado, y dos semanas después su hijo de 16 años,
Abdulrahman, que había nacido en Denver. El subcomité
del Consejo de Seguridad Nacional había incluido a ambos
en una "lista para matar" y fueron asesinados con misiles
Hellfire. Abdulrahman fue despedazado junto con su primo de 17
años y otros siete amigos mientras cenaban.
El asesinato de Gaddafi es la culminación de una guerra
criminal que ha matado a una cantidad incalculable de libios y
ha dejado a la mayor parte del país en ruinas. Esta operación
se emprendió con el pretexto de proteger las vidas de los
civiles libios basándose en la fabricada afirmación
de que Gadafi estaba preparando el asedio de la ciudad de Bengasi,
situada al este, para masacrar a sus oponentes. Ha acabado con
la OTAN dirigiendo el asedio de Sirte, donde han muerto y han
resultado heridas miles de personas para suprimir la oposición
a los "rebeldes".
Desde un principio toda la operación ha tenido el objetivo
de recolonizar el norte de África y se ha llevado a cabo
en nombre de los intereses petroleros estadounidenses, británicos,
franceses, italianos y alemanes.
Aunque en la última década Gadafi había
tratado de congraciarse con Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia y otras potencias occidentales cerrando negocios petroleros,
acuerdos de armas y otros pactos, el imperialismo estadounidense
y sus homólogos europeos seguían considerándolo
un impedimento para sus objetivos en la región.
Una de las principales preocupaciones de Washington, Londres
y París eran los crecientes intereses económicos
chinos y rusos en Libia y más generalmente en África
en su conjunto. China había desarrollado un comercio bilateral
por valor de 6.600 millones de dólares, fundamentalmente
de petróleo, mientras que unos 30.000 chinos estaban empleados
en una amplia gama de proyectos de infraestructura. Rusia, por
su parte, había desarrollado unos amplios acuerdos petroleros,
cerrado contratos por valor de miles de millones de dólares
en venta de armamento y tenía un proyecto valorado en 3.000
millones de dólares de unir por ferrocarril Sirte y Bengasi.
También se estaba discutiendo proporcionar a la Armada
rusa un puerto mediterráneo cerca de Bengasi.
Gadafi había provocado la ira del gobierno de Nicolas
Sarkozy en Francia con su hostilidad al esquema para crear una
Unión Euromediterránea, cuyo objetivo era restablecer
la influencia francesa en sus antiguas colonias y más allá
de estas.
Además, los principales conglomerados de empresas de
energía estadounidenses y de Europa occidental estaban
cada vez más irritados con lo que ellos consideraban unos
exigentes términos de contrato exigidos por el gobierno
de Gadafi, así como con la amenaza de que se concediera
a la compañía de petróleo rusa Gazprom una
fuerte participación en la explotación de las reservas
del país.
Junto con estos motivos económicos y geoestratégicos
había también factores políticos. El giro
dado por Gadafi hacia unas relaciones más cercanas con
Occidente había permitido a Washington y París cultivar
elementos dentro del régimen que estaban dispuestos a colaborar
con una toma de poder imperialista en este país. Esto incluye
a figuras como Mustafa Abdul Jalil, ex ministro de Justicia de
Gadafi y ahora presidente del CNT respaldado por la OTAN, y Mahmoud
Jibril, el ex alto cargo económico que ahora es jefe del
gobierno del CNT.
Con los levantamientos populares en Túnez y Egipto (en
las fronteras oriental y occidental de Libia) Estados Unidos y
sus aliados de la OTAN vieron una oportunidad de llevar a la práctica
un plan que se había desarrollado tiempo antes para provocar
un cambio de régimen en Libia. Con agentes sobre el terreno
pasaron a aprovecharse de las manifestaciones en contra de Gadafi
y a explotarlas, y a fomentar un conflicto armado.
Para prepararse para una toma de poder imperialista, siguieron
un camino ya muy trillado, vilipendiando al dirigente del país
y promoviendo la idea de que sólo una intervención
exterior podría salvar a civiles inocentes de una masacre.
La supuesta destrucción inminente de Bengasi se utilizó
para ganar el apoyo a una guerra imperialista por parte de ex
izquierdistas, liberales, académicos y defensores de los
derechos humanos que prestaron su peso moral e intelectual a un
ejercicio de agresión y asesinato imperialista.
Figuras como el profesor de historia de Oriente Próximo
de la universidad de Michigan Juan Cole, que fue limitadamente
crítico con la invasión de Iraq por parte de la
administración Bush, se convirtieron en entusiasta promotores
de la misión "humanitaria" del Pentágono
y la OTAN en Libia. Representantes de una capa social media alta
que se ha convertido en un soporte del imperialismo, se comprometieron
completamente desde el punto de vista político y moral.
No les preocupó lo caótico de toda esta empresa
ni tampoco las pruebas cada vez mayores del asesinato y tortura
de inmigrantes y de negros en Libia por parte de los llamados
rebeldes.
Su intento de retratar el cambio de régimen en Libia
como una revolución popular se hace más absurdo
cada día que pasa. El inestable régimen títere
que está cobrando forma en Bengazi y Trípoli ha
sido instalado por medio de bombardeos constantes y generalizados
de la OTAN, del asesinato y de una violación sistemática
del derecho internacional.
Libia supone una advertencia para el mundo. Cualquier régimen
que se interponga en el camino de los intereses estadounidenses,
que entre en conflicto con las corporaciones o no cumpla los deseos
de las potencias de la OTAN puede ser derrocado por la fuerza
militar y sus dirigentes asesinados.
Los medios de comunicación estadounidenses, que han
orquestado una horrenda celebración de la masacre de las
afueras de Sirte, ya está espoleando a la OTAN para que
repita en Siria la intervención en Libia. Clinton, por
su parte, advirtió el pasado jueves a los dirigentes paquistaníes
que un apoyo insuficiente a la guerra en Afganistán dirigida
por Estados Unidos significaría que podría tener
un "precio muy alto".
No puede haber duda de que hay futuras operaciones en camino,
con unas guerras mayores que pasan a primer plano y acarrean unas
consecuencias catastróficas. La administración Obama
ya ha advertido a Irán de que todas las opciones permanecen
"sobre la mesa" en relación a un complot para
asesinar al embajador saudí en Washington. Y como en gran
parte el objetivo de la intervención en Libia era contrarrestar
la influencia china y rusa tanto en la región como globalmente,
los propios China y Rusia se consideran objetivos futuros.
Los sangrientos acontecimientos en Libia y los motivos económicos
que subyacen a ellos proporcionan una lección reciente
del verdadero carácter del imperialismo. La crisis que
se ha apoderado del mundo capitalista está planteando una
vez más la amenaza de una guerra mundial. La clase trabajadora
sólo puede hacer frente a esta amenaza movilizando su fuerza
política independiente y rearmándose con el programa
de una revolución socialista mundial para acabar con el
sistema del beneficio, que es la fuente del militarismo.
Traducido
del inglés para Rebelión por Beatriz Morales
Bastos
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2011
World Socialist Web Site
All rights reserved |