¡Y llegamos al número 100! Luego de la tormenta informativa que obligara a esta Página a hacer del Nº 99 una Edición Especial, retomamos la pauta donde quedara…aunque los hechos no se ordenan en secuencias quincenales y, tristemente la sombra ominosa de la guerra, con sus secuelas de destrucción y muerte, sigue gravitando sobre todos (¿Cuántas veces se habrá escrito esta misma frase que, tras la simpleza de la cursilería (no) oculta una verdad terrible?)
Abre los fuegos Carmelo Ruiz Marrero quien, con su artículo El fin del crecimiento, nos habla de la reverdecida Paradoja de Jevons con noticias nada halagadoras para el futuro de nuestro planeta.
Marcelo Colussi nos dice algunas “verdades y mentiras” respecto a las llamadas reconciliaciones de post-guerra, como siempre, escritos para dejar disolver lentamente que al final, algo queda.
Akaida Orozco nos ofrece la primicia de la entrevista realizada al flamante Director General del Instituto autónomo Biblioteca Nacional, Ignacio A. Barreto Esnal, nombramiento que produjo un consenso poco común en el siempre complicado mundo de la cultura, oficial o nó, plagado de lumbreras y burócratas (la burocracia privada no se admite pero es tan …demasiado llena de demasiados como la oficial. Y cuesta más…)
En Cine, Luciana Mc Namara nos declara, agradablemente sorprendida, del hallazgo que significó para ella “Macuro, la fuerza de un pueblo”, en sus palabras, una sencilla historia, mientras se lamenta de la poca difusión de un film que merece y, estamos seguros, tendrá cuando comience a ganar premios internacionales. Desde el Sur Sur, Victoria Aldunate nos sugiere tener a alguien al lado para que las abrace y les diga que el mundo, igualmente, puede cambiar, en un sugerente reportaje que, sintomáticamente titula: “Tu amnesia cínica, nos indigna: “El niño del pijama a rayas”. Un grito en palabra escrita estableciendo nexos entre hechos separados por décadas, unificados en la desmemoria y la crueldad.
Y para aliviar la tristeza con que la realidad mas allá de nuestras fronteras nos acosa, León Arturo Reyes, artista venezolano, como él se denomina, nos ofrece el video refrescante de un grupo venezolano, a través de “La historia de Dalia con Star Band” y nos confirma la sospecha que el día que se haga un festival con todos los buenos grupos que “repican” por el país, será una fiesta de días sin que sea posible repetir un solo grupo.
Y siguiendo con los espectáculos, Andreina Gutiérrez nos trae un estupendo reportaje del monólogo: “Allende, la muerte de un presidente” con declaraciones del autor de la obra, el periodista argentino Rodolfo Quebleen y “anécdotas” de su puesta en escena así como el compromiso, y sus consecuencias, del actor Roberto Moll con el personaje.
“El gallito de Tano” nos conmueve nuevamente en la métrica de Bernardo Arias haciendo rememorar, en quienes viéramos “en vivo y en directo”, las terribles escenas que DOSSIER nos trajera noche a noche de esa no menos terrible semana, hasta nuestras pantallas: El canto cristalino de un invisible gallito sirviendo de fondo musical en la madrugada palestina iluminada por las bengalas y las bombas de fósforo.
Grandes firmas avalan esta página, nombres que no necesitan comentario alguno: Amy Goodman, Eduardo Galeano, Luis Britto García, junto a Carolina Sanín, apellido relacionado con lo mas rancio de la sociedad neogranadina, que, valientemente, mas allá del miedo y el ostracismo, se atreve a decir lo que realmente pasa en el paraíso uribista.
Nuestras secciones de siempre, con nuestros siempre fieles colaboradores, nos llenan de opiniones, relatos y poesía demostrando que el progresismo cabalga sobre los hombros seguros de un contingente que crece día a día en la certeza de un futuro mejor. ¡Felíz Nº 100!
Al cierre de esta edición nos encontramos con la noticia del atentado contra la Sinagoga Tiferet Israel, en Maripérez. Inaugurada en 1963, iba a dejar de cumplir su misión espiritual para, convertida en museo, incorporarse a la memoria viva del país Resulta sintomático que, cuando arrecian los intentos de convertir a Venezuela en "país forajido" (segun el pintoresco cuanto nó menos ominoso lenguaje en uso), se realiza este atentado, eligiéndose como blanco a un edificio emblemático de la ciudad, ubicado en una zona que debe convertirse en símbolo de lo que siempre ha sido Venezuela: un país de encuentro y tolerancia.
Por azar o gracia divina, en un radio de no más de trescientos metros conviven pacíficamente las comunidades maronita, católica, islámica y hebrea, a través de sus oficos y rituales llevados a cabo en sus respectivos templos y, estamos seguros, lo seguirán haciendo. Urge que los organismos del estado encuentren a los autores, tanto materiales, como intelecutales (que, sospechamos, no son los mismos) y que salgan a la luz, con claridad meridiana, los verdaderos objetivos de dicho atentado. Los oscuros intereses que vislumbramos así lo exigen y, deseamos fervientmente que este hecho luctuoso no sea el comienzo de otros que "obliguen" a la intervención extranjera para terminar con el terrorismo.